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Las cimas alavesas además de con sus imponentes paisajes y sus puntos geodésicos reciben a los montañeros con unas estructuras metálicas delante de las que ... hoy en día todo el mundo se saca fotos para certificar que ha llegado al pico por muy 'tachuela' que sea. Los buzones de montaña, un conjunto de más de 400 hitos, llevan vigilando las sierras alavesas durante décadas y son cada vez más las voces que abogan por que sean declarados patrimonio cultural. Pese a su valor simbólico, no se libran del vandalismo. Uno de cada diez buzones presenta daños o ha desaparecido, según explica la Federación Alavesa de Montaña en su último catálogo, realizado tras recorrer más de 300 cumbres. Miembros de la federación y de los diferentes clubes de montaña se encargan de reparar los desperfectos, de reponerlos e incluso de su diseño y fabricación en hierro, acero, aluminio, cerámica e incluso madera.
David Navas es uno de los miembros de la Federación Alavesa de Montaña que se encarga de conservar estos elementos. El primero, explica, se colocó en el Amboto en 1915. Y en el territorio alavés esa tradición la inauguró la sierra del Toloño, donde la Manuel Iradier colocó uno en 1938. Pero la «moda» de coronar las cumbres con estas estructuras llegó en los 50 «importada de los Alpes», relata Navas. Comienza la hablarse de la gesta de los Cien Montes. Los montañeros que en un peridodo de 5 años lograran subir a un centenar de picos de un catálogo lograban un diploma. ¿Quién lo acreditaba? Metían su tarjeta de montañero en los buzones y el siguiente deportista que la encontrara debía enviarla por carta al club. Aunque aún quedan 'tachamontes' por el mundo ya casi nadie envía los mensajes o tarjetas a los clubes de montaña, lamenta David Navas, encargado de llevar a escolares alaveses al monte. «Les haría ilusión ver que llega una carta». Ahora se conforman con fotos de móvil.
De los 50 hasta ahora, la tradición de colocar buzones en los montes –con placa identificativa y datos de altura– no se ha perdido. Hay cimas que tienen varios, algo que desde la Federación proponen ordenar. «Sólo debería haber uno».
Baserris, cruces, lauburus, una locomora, jabalíes, tamboriles, botas de vino, homenajes a pastores, montañeros, una escena de bolo alavés, un porrón, hachas partiendo troncos... Son decenas los motivos elegidos por clubes de montaña, ayuntamientos, ikastolas, particulares y hasta empresas para instalar en los montes alaveses a esos inofensivos vigías de metal contra los que algunos de manera «irracional» arremeten hasta arrancarlos.. «Si no te gusta, pide que se retire, pero no lo destruyas. Están ahí con permiso, no se pueden colocar porque sí y quitar tampoco».
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