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Estíbaliz Delgado (1951, Vitoria) se expresa con una naturalidad aplastante. Da igual que hable de cuando cantaron delante del papa Juan Pablo II un 5 de agosto de 1985 en la basílica de Santa María la Mayor de la capital italiana, o de esos largos viajes a Austria, Argentina o Rusia. «Cuando vives tantas cosas con un grupo te puede pasar que no sabes si el recuerdo que tienes es de algo que pasó en Moscú o en Miranda», dice Delgado, directora de la Coral Manuel Iradier, la agrupación coral más longeva de Vitoria. Este sábado 16 de marzo repasa la historia de la querida formación en una charla en el Museo de Bellas Artes de Álava (12.00 horas, entrada libre hasta completar el aforo). Forma parte del programa 'Conversaciones en el museo', que promueve la asociación AMBA.
«No va a ser fácil resumir en media hora 63 años», comenta. En todo caso, Delgado trazará esa evolución intercalando nombres propios, vivencias personales y anécdotas de una masa coral cuya particularidad fue dar sus primeros pasos en altura. Y es que nació en 1961, en el seno de la Excursionista Manuel Iradier. Fue un grupo de amigos del club, con Emilio Ipinza (1933-2021) al frente, quienes se animaron a cantar en mayo de ese año en el mirador de Azáceta. «No es tan raro el origen porque muchas veces que vas al monte, cantas», dice Delgado, vinculada a la formación desde que tenía doce años. No tardaron en incorporar a «mujeres, novias, amigas», explica. En las dos últimas décadas ha notado que son «pocos hombres los que se animan a cantar». Para Delgado, la coral es una «segunda familia», apunta acerca del grupo que ensaya semanalmente en el Conservatorio José Uruñuela tras pasar por diferentes 'salas', entre las que se encuentran el antiguo Instituto Ramiro de Maeztu (actual Parlamento vasco), la Escuela Municipal de Folklore o el edificio Ópera.
En esa reconocida trayectoria –con la plata en el concurso de Jamboi (Bulgaria), bronce en Rocznik Museum (Polonia) y la medalla de oro de Álava–, Delgado mantiene vivos los recuerdos de los viajes a Rusia en 1979 y 1986. «Nos habían prohibido cantar nada religioso y en el concierto en el Teatro de Moscú decidimos hacer el 'Aita Gurea'. Como era en euskera pensamos que no dirían nada. Lo que no esperábamos es que cuando Emilio empezó a dirigir nos emocionáramos tanto. Al final casi no acabamos porque estábamos medio coro llorando», cuenta acerca de esos recuerdos que guarda con «mucho cariño».
Otro de los momentos estelares fue el encuentro con Juan Pablo II en 1985. «Tras la actuación charló con nosotros como uno más. Esa sensación de cercanía con un Papa no es cualquier cosa». Entre las próximas actuaciones de la banda se encuentra una actuación en la iglesia de San Vicente el 29 de marzo con motivo del 'Sermón de las siete palabras'. ¿Repertorio? «Seguimos cantando un poco de todo, antes y ahora. No es el mismo repertorio, pero seguimos haciendo polifonía, óperas, mucha música de nuestra tierra y música internacional».
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