Lisaveta comenzó a pasar sus vacaciones de verano en Vitoria con su madre de acogida Cristina Arroyo y el resto de su familia en 2013, a los 8 años. Originaria del distrito bielorruso de Dobrus, forma parte del programa de la asociación Sagrada Familia Chernóbil, ... que pone en contacto a familias alavesas con jóvenes residentes en esta región cercana a la zona de influencia de la central nuclear ucraniana. Sin embargo, la pandemia de Covid-19 ha separado a estos niños de sus segundas familias. Pese a que el turismo internacional comienza a reactivarse, la falta de vacunas y garantías sanitarias ha llevado a las autoridades locales a dejar de lado estos viajes en 2021 por precaución. Quienes esperan recibir a estos pequeños se enfrentan a una situación inédita y tendrán que conformarse con reencontrarse con ellos en Navidad o a partir del verano de 2022.
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«Lisaveta se marchó con 14 años y si vuelve ya tendrá 17. Será su último año con nosotros», explica Arroyo, quien pese a la distancia mantiene el contacto con ella por videollamada. «Compartir los veranos con ella ha sido una gran experiencia. Ya se le está olvidando el castellano y queremos volver a verla», confiesa esta abuela y madre de acogida.
Un centenar de menores saharauis o de zonas cercanas a Chernóbil jugaban en los parques de Vitoria y se bañaban en las piscinas de Gamarra -objeto de idolatría- cada año hasta 2020. La mayoría tenían edades comprendidas entre los 7 y los 12 años. Separadas por las fronteras y la situación sanitaria, las familias alavesas tratan de ayudar a estos pequeños a superar este trance de la mejor manera posible. En Vitoria acceden también a las consultas de dentistas y oftalmólogos. No son pocos los casos que estas revisiones les han corregido importantes patologías.
«Si ya tenían pocos recursos y estaban afectados por el Covid, ahora nuestra preocupación es doble. Cada vez hay más necesidades básicas sin cumplir en las aldeas», advierte Lide Álvarez, voluntaria de Chernóbil Elkartea, que cada año facilita que 13 niños ucranianos pasen el verano o la Navidad en la capital alavesa. Hasta que puedan volver a verse, se preparan envíos de ropa -una necesidad que hasta ahora había sido inexistente- y se encargan repartos de comida a supermercados en Ucrania. «Van justos de alimentos y este año han perdido 9 semanas de clase cuando para muchos el comedor supone su única comida caliente. Pasan el Covid en casa, a menudo sin agua caliente, y sin acceso a PCRs porque 25 euros les suponen un dineral. Es frustrante», lamenta.
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Los 47 pequeños que cambiaban los campamentos saharauis por Vitoria están en mejores condiciones pero tendrán que soportar otro verano con temperaturas de hasta 55 grados en el desierto argelino. «El Frente Polisario decidió cancelar el programa este 2021, pero la vacunación va progresando y tenemos esperanzas», celebra Irune Lujandio, vicepresidenta de Afanis. Este año las 'Vacaciones en paz' se trasladarán a Argelia en colaboración con el Ayuntamiento de Vitoria y la Diputación en forma de charlas y actividades para que las familias saharauis no olviden los veranos en Álava. «Los alaveses tampoco pueden olvidarse de que están deseando venir», piden estas asociaciones.
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