![Una cuadrilla de temporeros de Pakistán recoge uva blanca viura en los viñedos que Bodegas Faustino tiene en Oion.](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202009/15/media/cortadas/vendimia-U708859947760mF-U120175872226jIE-1248x770@El%20Correo-ElCorreo.jpg)
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Los temporeros han vuelto a las viñas, pero sin el bullicio ni la aparente anarquía de temporadas pasadas. Las medidas son casi extremas: del campo a casa y viceversa, en cuadrillas más pequeñas y sin darse una vuelta por el pueblo ni para tomar ese ... reconfortante café. Todo para que el coronavirus no se cuele en la vendimia más incierta, más difícil, pero también la más esperada en Rioja Alavesa: «Tenía unas ganas tremendas de empezar», reconoció ayer Javier Sampedro en el primer día de su tercera campaña en la nueva bodega Laguardia. «Hemos arrancado a tope, no pensaba yo que íbamos a coger tanto blanco ya», confesaba con grandes dosis de ilusión pero también de incertidumbre, una palabra que está en boca de todos los viticultores y bodegueros. «No sabemos cómo irá todo. Un contagio te condiciona la campaña, así que de la bodega vamos a salir solo para ir a dormir». Y los operarios de campo, «del viñedo a casa».
Son los rigores a los que obliga la 'vendimia del Covid-19', que ahora se realiza con mascarilla, con cuadrillas menos numerosas «para tratar de mantener en todo lo posible ese metro y medio de distancia» y con nuevos hábitos en el campo. Cada trabajador lleva su propia herramienta -cesto, tijeras y guantes- «para evitar que se las intercambien. Ellos se encargan de limpiarla al final de cada jornada con un gel que les entregamos. Y los tractores siempre son conducidos por la misma persona», explica Richar Goñi, responsable de viticultura de Bodegas Faustino, que entre Oion y Laguardia cuenta con 400 hectáreas.
Han comenzado ya a recoger la uva blanca viura -la variedad más abundante en Rioja Alavesa- y emplean para ello a medio centenar de temporeros «que se pasan ocho meses al año con nosotros en diferentes labores como la poda, el desniete...». Es el caso de Sarfraz Ahmed, pakistaní residente en Logroño que tiene claro que «la mascarilla solo nos la quitamos para comer y beber. Tenemos que cuidar la salud, todos los días nos miden la temperatura y estamos sanos».
Goñi destaca que «son gente profesional y trabajadora», en alusión a la cuadrilla de pakistaníes que vendimia estos días en Oion. «Vienen de Logroño, se distribuyen siempre la misma gente en los mismos coches porque en muchos casos conviven entre ellos y a la hora de comer o hacer paradas mantienen esos grupos», relata.
En Viñedos del Contino, el 'chateau' rodeado por 62 hectáreas que CVNE tiene en Laserna -término de Laguardia-, la cosecha avanza también a buen ritmo y los cestos se llenan con uva tempranillo «de muy buena calidad. Esta sana» y los daños que provocó el mildiu en primavera pudieron repararse en parte «en un agosto seco donde el grano engordó», explica Magda Clavijo, encargada de campo de las bodegas de CVNE.
En este sentido, los últimos boletines emitidos ayer por la Diputación destacan el «óptimo estado de la viña y la uva» desde el punto de vista vegetativo y sanitario. Pero las altas temperaturas de los últimos días suponen también un riesgo para el fruto «ya que se puede pasificar» y se pierde. Clavijo asegura que ahora «la meteorología que nos conviene son jornadas soleadas durante el día, sin excesivo calor, y noches frescas». Eso sí, nada de lluvias ni tormentas, a las que en Rioja Alavesa se teme casi tanto como a los positivos por Covid.
La vendimia está en juego. «Y tenemos que ser responsables. Todos sabemos lo que nos jugamos», confiesa Pepe Cortés, que lleva más de dos décadas subiendo desde Jaén a Laguardia, en primavera para la poda y en septiembre para la cosecha. Su hermana, su sobrino y algunos amigos le acompañan. Todos residen juntos en una de las cinco viviendas que tiene Contino para sus temporeros. «Hemos contratado 42 cuando en otras ocasiones venían 35. La gente tiene que descansar más porque la mascarilla merma físicamente», admite Clavijo.
Todos vienen desde la misma zona de Andalucía y conviven durante la campaña en grupos de ocho o nueve personas. «Siempre se desplazan en la misma furgoneta y hacen cada cuadrilla la vida por separado», añade la jefa de campo de CVNE. Cortés asegura que «guardamos los protocolos porque sabemos lo que nos jugamos. La bodega nos ha proporcionado el material necesario en cuanto a desinfección y limpieza para combatir el virus». La mascarilla juega un papel relevante «y aunque por la tarde y a pleno sol hay momentos en los que acabas agotado, hay que llevarla. No queda otra».
La 'vendimia del Covid-19' se generalizará a partir de esta semana en buena parte de Rioja Alavesa. Por el momento han entrado ya en las bodegas 3,7 millones de kilos de uva, aunque esta cifra incluye la que las compañías vitivinícolas ubicadas en la comarca traen de otras zonas de la Denominación de Origen Rioja. Es el caso de Faustino, que también ha empezado a cosechar en Mendavia (Navarra). «Además de los viñedos propios, tenemos un buen número de proveedores a los que seguiremos comprando uva. Sabemos que es un año difícil, pero pese a todo tenemos buenas perspectivas», concluye el responsable de viticultura de una de las principales bodegas comercializadoras de la DOC.
María Tíscar es de Jaén pero conoce bien Rioja Alavesa. «Hace ya muchos años que venimos a trabajar a Contino, ahora en vendimia, pero también en primavera con la espergura -la poda en verde del viñedo-», confiesa. Ya estuvo en la bodega de CVNE en mayo «pero entonces la incertidumbre era mayor. Ahora venimos con menos miedo».
Recuerda que hace cuatro meses «acabábamos de salir del confinamiento. Nuestro pueblo apenas había tenido casos de coronavirus, pero en cambio en el País Vasco la situación era peor». También entonces el estado de alarma ponía restricciones a la movilidad «y para que pudieran salir a comprar a Logroño -la capital más cercana- tuvimos que hacerles un documento ya que era un movimiento entre comunidades», explica la encarga de campo de CVNE.
En este sentido, el escenario ahora está más despejado. Y María ha decidido venir con su hija Paula, a punto de cumplir 20 años, que se enfrenta a su primera vendimia. «Necesito el dinero y he tenido la oportunidad de subir a trabajar», argumenta. Reconoce la dureza de esta labor, «más todavía con la mascarilla», pero su madre espera que «le sirva de aprendizaje. No ha tenido un buen año escolar y ahora esto es un reto para ella, para que decida por sí misma su futuro».
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