![Veinte voluntarios desentierran la primera fábrica de asfalto de España](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202207/24/media/cortadas/Imagen%20voluntarios-kh0C-U170805775887p6E-1248x770@El%20Correo.jpg)
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Parece que ha pasado una eternidad desde que la minería dejó de dar de comer a Montaña Alavesa, pero vestigios como las canteras de Laminoria o Atauri siguen cristalizadas en el paisaje como testigos de ese pasado industrial de la comarca. Todas ellas popularizadas con ... la llegada del 'trenico', eclipsaron a la primigenia mina de San Ildefonso, en el siglo XIX la principal suministradora de asfalto de España. Entre sus 'lágrimas' de crudo, vivían cerca de 40 mineros en un poblado que, gracias al trabajo voluntario de 20 jóvenes vascos de entre 14 y 18 años, saldrá de nuevo a la luz.
Décadas de abandono y expolio convirtieron a este singular asentamiento a medio camino entre Korres y Maeztu en una ruina a merced de la vegetación, hasta que en 2016, el arqueólogo Raúl Leorza y su equipo empezaron a rescatarlo del olvido. «Solo se interrumpió en 2020. El resto de años hemos tenido grupos de chavales de otras comunidades autónomas. Este año, al ser el primero que tenemos a menores de edad, se ha acotado solo a Euskadi».
Todos ellos participantes en el programa 'Auzolandegiak', organizado por el Gobierno vasco, la Diputación y el Ayuntamiento de Arraia-Maeztu, tendrán el orgullo de rescatar hasta el 1 de agosto la primera factoría de asfaltos del país, cuyos panes y losetas llegaron a revestir los firmes de numerosas ciudades de todo el país e incluso de Francia, Inglaterra o Brasil.
Fundada en torno a 1856 con capital francés, a diario de ahí salían cientos de carros de tiro con destino a Maeztu y Vitoria. Labores de transporte a menudo realizadas en verano por temporeros de la comarca. Más adelante, la puesta en marcha del vasco-navarro agilizó la logística, pero la progresiva sustitución del asfalto natural por el derivado del petróleo dejó a la principal industria de Montaña obsoleta.
El yacimiento consta de al menos ocho edificios, de los cuales apenas se ha prospectado en dos: una casa de trabajadores y un almacén. «Apenas habremos excavado un 15% del terreno por le que se puede deducir de algunas fotos antiguas». En planta baja de las viviendas, a tenor de lo hallado, «se corresponde con los establos en los que se guardaban mulas, bueyes, cerdos y vacas», apunta Leorza. En el segundo edificio –un poco mejor conservado– todavía se puede apreciar en su alzado una segunda planta y una ventana y una puerta, todavía con sus traveseras de madera. «Sabemos que se usaba con ese fin porque han aparecido algunos bidones».
Los materiales con los que estos mineros construyeron sus hogares no podían ser más autóctonos: calizas de canteras cercanas y «los suelos, como no podía ser de otra manera, hechos con su propio asfalto», asegura el arqueólogo. Los hallazgos, sin embargo, no están siendo muy prolijos. «Cuando abandonaron el asentamiento se llevaron casi todo lo que tenían. Apenas han aparecido alguna botella de metal rota. Lo más sorprendente ha sido encontrar ladrillos con el sello de una fábrica londinense», comenta.
Ilusionados por encontrar estos pequeños tesoros, esta promoción tenía su primer contacto con el pico y la pala el pasado jueves. «Al final para muchos es incluso la primera vez que salen de casa, pero veo mucha disposición», se felicitaba Mikel Niso, uno de los monitores a cargo de esta cuadrilla de 8 vizcaínos, 7 guipuzcoanos y 5 alaveses. Entre ellos estaba Gotzon, de Alegría, que, además, ya conocía un poco el lugar. «Es algo diferente. No es solo hacer actividades, sino más trabajar. También leí que la intención era abrirlo al público y me pareció bien», se explica.
No en vano, en el espíritu de la excavación está también despertar vocaciones entre estos pequeños 'Indiana Jones'. Esti, de Portugalete, ya medita si meterse en un futuro a hacer Historia. «Es una experiencia buena para conocer gente y, además, la arqueología me gusta mucho».
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