![La idílica cuarentena entre olas y rutas moteras de un vasco en Bali](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202004/27/media/cortadas/balia-kAAI-U1001058066385kDG-1248x770@El%20Correo.jpg)
![La idílica cuarentena entre olas y rutas moteras de un vasco en Bali](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202004/27/media/cortadas/balia-kAAI-U1001058066385kDG-1248x770@El%20Correo.jpg)
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Hay personas que aún pueden desayunar un cafelito en la barra de un bar, soltar gas por carretera o zambullirse en el agua del mar. La pega es que hay recorrer 12.800 kilómetros para semejante plan de vida, ahora impensable por estos lares. Si sufre de envidia insana o sobrelleva fatal el confinamiento, no siga leyendo.
A Iñigo, un vitoriano de alma nómada, la explosión del coronavirus le pilló hace algo más de un mes en Bukit, una pequeña península al sur de Bali, idílico paraje asiático conocido por sus paradisíacas playas y frondosa vegetación. Allí andaba de visita a unos amigos, residentes habituales y alojados en una acomodada villa. Tienen hasta piscina.
Su vida es surf, gastronomía, relax y rutas moteras en las descubrir los encantos de este archipiélago, que cuenta con impresionantes templos hinduistas. Bali pertenece a Indonesia, país donde el Covid-19 ha hecho estragos con más de 8.211 contagiados conocidos y 686 muertes. Sin embargo, el patógeno se ha olvidado de este paraje. Con más de cuatro millones de habitantes censados, sólo se han timbrado 177 infectados, de los que 55 ya están curados, y cuatro muertes.
Ni hay hospitales colapsados ni los crematorios han experimentado repunte alguno. «A diferencia del resto de Indonesia, aquí no hay establecida ninguna cuarentena oficial. Algunos restaurantes han cerrado. Muchos permanecen abiertos, pero con algunas precauciones. No dejan entrar más de diez personas a la vez, nos sentamos en mesas separadas y disponemos de geles de alcohol para usar al entrar y salir», describe este antiguo hostelero de la Cuchi vitoriana.
En Indonesia, la cuarentena va por regiones. Mientras en Yakarta siguen un régimen parecido al de España, en Bali ni se lo plantean. Aunque sí ha cerrado la inmensa mayoría de los hoteles, lo que ha despoblado de turistas este archipiélago. Hace unos días, el gobernador de la isla, llamado Wayan Koster, descartó nuevas restricciones. «Primero, la región necesitaría registrar muchos casos de Covid-19. En segundo lugar, la propagación del virus debería ser alta y tener un gran potencial para causar muertes y otras desgracias», dijo.
Al residir en una villa al margen de los complejos hoteleros, Iñigo no tiene problema alguno de alojamiento. Muchos extranjeros -entre ellos, centenares de españoles- abandonaron Bali semanas atrás al quedarse sin techo. «Por el momento estamos bien, aunque lógicamente sí estamos desconcertados con lo que pasará en las próximas semanas o con cuánto durará esta situación», refleja.
«La población de aquí no se ve muy preocupada o asustada. Hacen vida normal, aunque cada día ves más mascarillas». Tanto Iñigo como sus amigos se las colocan siempre que salen a la calle. Porque esa es otra, disponen de absoluta libertad de movimientos. Salvo el acceso a las playas, no hay restricciones en lugares comunes.
¿Cómo es su día a día? «Por la mañana intento buscar algún sitio para poder surfear. Han cerrado la mayoría de playas y han empezado también con los recovecos que usamos los surfistas. Desayunas y comes en restaurantes, pero siempre manteniendo las distancias de seguridad. Hacemos rutas en moto porque se puede ir a cualquier sitio y esto es precioso», ilustra sin dar demasiada importancia a la suerte que tiene. Esta semana, por ejemplo, ha visitado al peluquero.
Este emprendedor vitoriano ha trabajado los últimos veranos en Ibiza como miembro de una firma de turismo de alto standing. Entre sus clientes figuran futbolistas famosos, cantantes y potentados internacionales. Los meses de invierno y primavera los pasa a la caza de olas y nuevas experiencias. Esa fue la razón que le llevó a Bali.
«Somos muy afortunados. Vamos día a día y, en función de cómo evolucione la pandemia, veremos si cambiamos de aire y nos movemos a otra parte de la isla», enfatiza. ¿Y retornar al País Vasco? «Estoy en contacto directo con mis amigos y, visto como anda el tema por allí, mejor ni nos movemos de Bali. Estamos mejor aquí».
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