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«Estábamos durmiendo porque serían las cinco de la mañana y nos hemos desvelado con el ruido de lo que parecían disparos. Cuando nos hemos levantado y hemos mirado por la ventana, la calle se había llenado de coches patrulla. Parecía una película». ... Habla una vecina de la calle Heraclio Fournier, testigo directo ayer de la que se formó en esta arteria del barrio de Adurza.
Varios fueron los disparos escuchados por los residentes. «Al menos seis», según la investigación abierta por la Ertzaintza. Esa alarma ciudadana, traducida en llamadas al 112 y al 092, desencadenó en el cierre de la calle durante más de una hora. Según desveló ayer la web de este periódico, cerca de un portal, los agentes desplegados localizaron alrededor de media docena de cartuchos.
Por protocolo, dos dotaciones del PRI -una unidad de la Ertzaintza especializada en situaciones de máximo riesgo- tomaron posiciones. A su vez, la práctica totalidad de los agentes de ambos cuerpos operativos a esas intempestivas horas se unieron al dispositivo de urgencia.
«Cuando hemos visto tantas luces la verdad que nos hemos asustado un poco. Siempre te pones en lo peor», reconoció horas más tarde otro vecino. «No se habla de otra cosa en el barrio», apostilló una comerciante.
Antes de la entrada del PRI tuvo lugar una breve negociación con los supuestos autores de las detonaciones. En ese tiempo, agentes desplegados alrededor del edificio comprobaron cómo desde una de las ventanas del piso, pero de las que dan a la parte trasera del bloque, «se lanzaban a la calle bolsitas vacías de las que se usan para trapichear con marihuana, una balanza de precisión y una pistola detonadora». Todos esos objetos fueron requisados e incluidos en el expediente abierto por esta causa.
Sin esas evidencias comprometedoras en el domicilio, los ocupantes abrieron la puerta a los uniformados. Aparte de un «fuerte olor a marihuana en todas las estancias», los efectivos desplazados localizaron una katana, una carabina y un par de pistolas de aire comprimido. Pero también había cartuchos desperdigados por el suelo del salón, desde cuya ventana supuestamente se efectuaron las detonaciones. Ya por la mañana, un equipo de inspecciones oculares completó un registro más exhaustivo de la vivienda.
Los dos sospechosos residen «de alquiler» y ambos cuentan con 27 años. Al no haber heridos ni producirse daños materiales aparentes, se libraron de acabar en un calabozo y, a continuación, pasar a disposición del juzgado de guardia. Eso sí, la Ertzaintza les abrió diligencias por un delito de «alteración del orden público», que probablemente se traducirá en una sanción económica cuando el caso sea trasladado al Palacio de Justicia de Vitoria.
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