La familia de Borja Lázaro
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La familia de Borja Lázaro
«Vamos a declararle muerto por un tema burocrático, pero seguimos buscando»Jamás han claudicado. La familia de Borja Lázaro ha tocado todas las puertas posibles durante estos diez años de desasosiego. Se reunieron con el ministro de Interior, el rey Felipe les recibió, Alavés y Baskonia dieron eco a su martirio. Sólo la burocracia les ... ha obligado a adoptar una decisión tan dura como pragmática. Pronto iniciarán el proceso legal de declarar legalmente fallecido a Borja. Se trata de un formulismo porque seguirán buscando respuestas.
«Tenemos intención de hacerlo por temas administrativos», avanza su hermano Sergio. «Vivimos entre incertidumbres por no saber qué pasó. De la noche a la mañana desaparece y no sabemos nada de él. Si hubiera desaparecido con todas sus cosas puedes pensar que es una decisión personal, pero todo apunta a que no es así».
Aparte de esa labor en los despachos –desde el Ayuntamiento de Vitoria al Ministerio de Exteriores–, cada 8 de enero han convocado concentraciones de recuerdo. Y el año pasado, un concierto. Hoy a las 12.30 horas invitan a acercarse a la plaza de los Celedones de Oro, enfrente de Correos.
«Seguiremos presionando para que la investigación continúe adelante. Nuestra esperanza es que llegará un momento en que alguien pueda aportar algo», valora Sergio. «Queremos demostrar que seguimos aquí y que no queremos que el caso caiga en el olvido». Define a Borja como «un alma libre». Se había tomado un año sabático para «viajar y conocer gente».
El misterio en torno a este ingeniero informático les partió allá por enero de 2014. «Al principio fue muy duro porque vivíamos perdidos. En este tiempo hemos recibido muchos tipos de ayuda y queremos agradecer lo que cada uno ha aportado».
Desde Constanza, en el Sur de Alemania, Lion Behar Kremer, también solicita hablar. «Le conocí sólo un mes, pero me dejó huella. Por lo que me contó había vivido más que mucha gente vieja que conozco», puntualiza el ahora juez de lo Penal.
«Me inspiró bastante. Me dejó huella y me enseñó a vivir el momento porque nunca se sabe qué puede venir», cierra este joven de 33 años.
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