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El diputado general, Ramiro González, recogió el título de manos de la directora adjunta de la FAO, María Helena Semedo. Antonello Nusca

La sal alavesa entra en «el mapa mundial de los tesoros naturales»

El diputado general de Álava, Ramiro González, recibe en Roma el reconocimiento SIPAM de la FAO para la milenaria salina

darío menor

Jueves, 19 de abril 2018, 10:36

Eran las 12 de la mañana de ayer cuando la ONU se rendía ante las maravillas del Valle Salado de Añana. El diputado general de Álava, Ramiro González, subía al estrado de la abarrotada Sala Verde de la sede en Roma de la FAO, la organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, para recoger el galardón como Sistema Importante del Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM). Fue la directora general adjunta de la FAO, la caboverdiana María Helena Semedo, la encargada de entregarle el título que premia a este territorio alavés de donde se extrae sal desde hace 7.000 años.

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«Se certifica como SIPAM por su contribución excepcional a la seguridad alimentaria, agro-biodiversidad, conocimiento tradicional, diversidad cultural y al desarrollo equitativo y sostenible, en favor de las generaciones presentes y venideras», podía leerse en el documento que González lució orgulloso. Junto al tradicional sistema de producción de la uva pasa de la comarca malagueña de Axarquía, Añana fue el primer entorno paisajístico europeo en recibir este galardón que la FAO puso en marcha hace 16 años y que han recibido hasta ahora 50 lugares de 20 países del resto de continentes.

El diputado general consideró que la entrega del diploma culmina un largo proceso de trabajo para recuperar las salinas y salvaguardar una forma milenaria de extracción de la sal. «Este es un momento fundamentalmente de orgullo», destacó. «Basta con ver a todos los países que están aquí representados para darse cuenta de la tremenda importancia que tiene. Tenemos un patrimonio impresionante en el Valle Salado y a partir de ahora en todo el mundo se conocerá este tesoro alavés. Con este reconocimiento, la FAO lo coloca en el mapa mundial de los tesoros naturales». González se mostró convencido de que el título SIPAM se convertirá en «un motor para el desarrollo» de esta comarca, asegurando además que tanto la fundación que gestiona este enclave como las autoridades van a seguir trabajando para obtener otros premios internacionales. «Somos ambiciosos porque tenemos elementos para serlo».

Formaba parte de la delegación alavesa Andoni Erkiaga, director gerente de la Fundación Valle Salado. «El premio nos pone con luces más brillantes si cabe en el mapa europeo y mundial», celebró, para destacar a continuación que el pasado año este espacio recibió 85.000 visitantes. Erkiaga subrayó que la salina se financia ya en un 40% con recursos propios, un porcentaje que espera que crezca con las mayores ventas de sal y el aumento en el número de turistas que puede conllevar el título SIPAM. Más allá de estas consideraciones, confesó que lo mejor del premio es su vertiente emocional. «Somos humanos y saber que las cosas bien hechas son reconocidas es lo que más nos importa. A la comunidad local le llena de orgullo».

En su contexto

  • 50 sitios en el mundo han recibido el reconocimiento SIPAM. Los últimos 14, entre los que se encuentra el Valle Salado, recibieron el galardón ayer.

  • Los primeros de Europa El enclave alavés y la producción de la uva pasa en Axarquía (Málaga) fueron los primeros europeos en la lista SIPAM, elegidos en 2017. Este año se une el sistema de agricultura, silvicultura y pastoreo de Barroso, en Portugal.

  • 2005 fue el año en el que se inauguró la lista SIPAM. El primero recayó en un cultivo de arroz y pez en China, que ya acapara quince.

  • Asia, el dominador Por continentes, el más destacado es el asiático, ya que cuenta con 34 de los 50 sistemas (8 recién concedidos).

Desde Euskadi, el delegado del Gobierno, Javier de Andrés, que como diputado general impulsó la recuperación de las salinas, se felicitó por la distinción. «Merece el reconocimiento por su historia, su singularidad paisajística y arquitectónica y por la forma en que los salineros han conseguido mantener vivo hasta nuestros días un sistema natural y tradicional», apuntó.

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El encargado de presentar las maravillas de Añana y Axarquía en la ceremonia celebrada en la FAO fue Jaime Haddad Sánchez de Cueto, subsecretario del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente. Haddad destacó la distinción que supone para España recibir este galardón que ayudará a «promover y garantizar el futuro de estos sistemas agrícolas particulares». El dirigente ministerial equiparó el reconocimiento con el que entrega la UNESCO a los lugares considerados patrimonio de la humanidad. Este título pone de manifiesto «que somos un país muy especial en el ámbito rural» con sistemas tan particulares como el del Valle Salado, en el que conviven «con respeto» las personas y la naturaleza.

La clave

  • Certificado El título elogia su «contribución a la seguridad alimentaria y agro-biodiversidad»

  • Ramiro González, dip. general «A partir de ahora se conocerá nuestro patrimonio en todo el mundo»

Tras el éxito alcanzado por el Valle Salado y la uva pasa de la comarca de Axarquía, España ha presentado nuevas candidaturas a obtener el reconocimiento SIPAM, como las zonas de pastoreo de los Pirineos y los olivos milenarios que crecen en un territorio dividido entre tres regiones: Aragón, Valencia y Cataluña. La directora general adjunta de la FAO animó en su intervención de bienvenida a seguir trabajando para que otros enclaves obtengan este galardón que reconoce «la importancia de las comunidades locales para conseguir un desarrollo sostenible». Semedo destacó como Añana, Axarquía y los otros 11 entornos paisajísticos premiados, provenientes de Corea del Sur, China, Egipto, Japón, México, Portugal y Sri Lanka, «reflejan una profunda armonía entre la humanidad y la naturaleza». La alta funcionaria se mostró convencida de que el título otorgado ayudará a abrir «nuevos mercados» y brindará «más oportunidades» a los productos que se cultivan en estos lugares.

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«Una vez que esta sal entra en una cocina, ya nunca sale»

«¡Y pensar que cuando éramos niños jugábamos con los chuzos de sal y nos los tirábamos!». Ascen Alonso, teniente alcalde del municipio de Añana, se echa a reír al contar cómo han cambiado las cosas en el Valle Salado estos últimos años. «Ahora un chuzo de entre 50 y 180 gramos de peso cuesta unos 50 ó 60 euros», explica Leire Aranda del Arco, una de las responsables de la Fundación Valle Salado, en la exposición de los productos cultivados en los 13 entornos paisajísticos que recibieron ayer el reconocimiento SIPAM de la FAO. «Fue el cocinero Martín Berasategui, el español con más estrellas Michelin, el que nos animó a comercializar los chuzos. Se rayan sobre los alimentos después de prepararlos y provocan una explosión de sabor». Un efecto similar asegura Aranda del Arco que provoca la flor de sal: «Cuando nuestro producto entra en una cocina ya no sale nunca».

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