Alfredo Piris se asoma a una terraza de Bulevar de Salburua. Igor Martín

Alfredo Piris | Exdirector de Urbanismo y Seguridad

«Más nos vale ser industriales o lo serán otros a nuestra costa»

El ideólogo de Salburua y Zabalgana ve «zonas verdes en Júndiz que nadie disfruta» aptas para su uso y aboga por revisar la norma para renovar el Casco Viejo

Domingo, 16 de abril 2023, 01:31

No hay figura que haya ostentado tanta responsabilidad técnica durante tanto tiempo (más de tres décadas) en el Ayuntamiento de Vitoria como Alfredo Piris. El ingeniero de caminos, exdirector de Urbanismo y Seguridad, que fue gerente de Ensanche 21 cuando se dibujaron los barrios de ... Lakua, Salburua y Zabalgana, asegura que se siente cómodo en el «anonimato», pero sigue informado al detalle de cuanto acontece en la capital alavesa, y la visita con asiduidad aunque no reside en ella. Lo que mantiene intacto es su verbo directo y sin medias tintas.

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– ¿Han crecido los nuevos barrios como preveía?

– Hubo un parón a raíz de la crisis de 2008. Pero una vez superado, diría que sí, aunque no son iguales. Salburua me parece más urbano, con más importancia para los espacios públicos, y en Zabalgana para los privados.

– ¿A quién beneficia más el recién inaugurado tranvía, a Salburua o al resto de la ciudad?

– Espero que sea mutuo. La zona tradicional va a recibir las visitas de los jóvenes y va a poner los humedales más cerca a todos los vitorianos, que no es poco.

– ¿Comparte la tesis de que el centro está en declive?

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– Cuando se hizo el Ensanche, quien pagó las consecuencias fue el Casco Viejo. Luego la ciudad creció alrededor del Casco Viejo y se decía que era un dónut. Cuando hicimos Salburua, Zabalgana y Lakua, ampliamos ese dónut. Se han hecho unos barrios periféricos a los que han acudido quienes vivían en el centro. De momento no es grave, pero sí algo que hay que controlar.

– ¿Cómo?

– Aumentando las posibilidades residenciales, y con conexiones que permitan ir a comprar al centro, como ahora el tranvía. Depende también de la población total. Si se estabiliza, será a costa de los barrios centrales. Si aumenta, habrá un equilibrio.

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«El Ensanche convirtió el Casco en un dónut y ahora se ha ampliado. No es grave, pero hay que controlarlo»

– Al modelo de los barrios nuevos se les achaca falta de sostenibilidad y una elevada factura económica. ¿Coincide?

– Sí.

– ¿Y por qué se hizo?

– Porque se diseñaron antes del 2000. El modelo ideal era Lakua, una densidad de 35 viviendas por hectárea, grandes parques y jardines... Salburua y Zabalgana querían ser un Lakua más moderno. En el camino fuimos descubriendo que Lakua tenía falta de actividad comercial, de vida... Los barrios que le gustan a todo el mundo son Ensanche, Lovaina, Desamparadas... Con 100 viviendas por hectárea. Eso hace ciudad. En Salburua y Zabalgana vamos corrigiendo el error, y se subirá a unas 50. Es muy difícil ir más allá por ley. Tienes que meter más zona verde, colegios, etc.

– El nuevo Plan General frena la expansión y ataja problemas como la rehabilitación de pisos del centro.

– Era terrible. Uno no podía rehabilitar su casa porque se había ampliado 5 metros en el patio, el bloque tenía más pisos de altura que los que permitía el Plan...

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– Habrá alegaciones de empresarios, constructores... ¿Falta suelo industrial? ¿Dónde?

– En Júndiz hay montones de zonas verdes que no disfruta nadie. Muchas podrían convertirse en parcelas industriales. Y llevar esa zona verde a otros puntos. Al margen de Júndiz, todavía se puede expandir a lo largo del eje de la A-1 y la Llanada.

– ¿No choca con el equilibrio de la ciudad verde?

– Es bueno que exista, porque no nos permite hacer demasiadas burradas. Pero tenemos que saber dónde estamos. Si Mercedes quiere fabricar un coche eléctrico, le decimos que donde quiera. Como si lo quiere hacer en la Plaza de España. Hemos descubierto, con las crisis y guerras recientes, que más nos vale ser industriales. Si no, lo serán otros a nuestra costa.

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«Uleta es el caso paradigmático para negociar, pero alguien rompió la baraja»

– ¿No cree en la recuperación de Gamarra y Betoño?

– No sólo soy escéptico, sino contrario. Si generas expectativas en suelo industrial, frenas su desarrollo. El propietario piensa que puede dar un pelotazo y no invierte. Viviendas no van a ser, porque están en medio de industrias químicas. Pero harán zonas comerciales a costa del comercio de la ciudad.

– También hay tensiones residenciales, con Uleta a la cabeza. ¿Cómo pueden resolverse?

– Es el caso paradigmático en el que debía haberse negociado. No hacer todo lo que quieren los promotores (294 chalés), pero reordenarlo, aumentar la densidad, reconducirlo hacia la ciudad... Debería ser perfectamente posible. No sé por qué de pronto alguien rompió la baraja.

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– ¿Cómo se le puede hincar el diente al Casco Medieval?

– Hay un problema. Hemos hecho un Casco muy agradable para contemplar y pasear, pero no para vivir. Hay que relajar la normativa. Las viviendas son demasiado pequeñas. Habría que permitir unirlas, fomentar tratamientos de los patios, los caños... Es difícil, porque hay que actuar con microcirugía: caso a caso.

– ¿Entiende el temor a los pisos turísticos?

– Es uno de los mecanismos que puede sacar adelante el barrio. Puede ser la forma de que un promotor vea la opción de hacer cuatro pisos turísiticos y, de paso, reformar el edificio. Si dentro de cinco o cincuenta años vemos que hay demasiados, se cambia la norma.

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«Los técnicos actúan con un celo que nace de la idea de que el político no confía en ellos»

– ¿La falta de un plan específico lastra al barrio?

– Las restricciones del Casco Viejo están en que todo está declarado zona monumental de protección especial. Hace que la normativa, no sólo municipal, sea rígida y estricta. Creo que es posible darle una vuelta, pero requiere mucho trabajo y consenso.

– El equilibrio en el Ayuntamiento siempre es frágil.

– Al principio, las comisiones estaban abiertas a los técnicos y cerradas a los medios de comunicación. Funcionaba relativamente bien. Luego se abrieron a los medios por un afán de transparencia perfectamente entendible, y pasaron a ser un escenario teatral. No se decía lo que se pensaba, sino lo que se creía que los electores querían oír. Pero después se prohibió intervenir a los técnicos, para que no les contradijeran. Algún político me decía que ya había logrado el titular. Ese era el objetivo, no resolver el problema. Eso ha dinamitado la posibilidad de consenso.

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– Pero se dice que los técnicos mandan mucho.

– Los técnicos tenemos una gran capacidad de poner palos en las ruedas. Seguramente, por un exceso de celo que nace de la conciencia de que los políticos no confían en ellos.

– ¿Eso lo burocratiza todo?

– Es posible, pero también ha habido un montón de normativa superior a la municipal. En una revisión del Plan General hay que hacer un estudio de impacto de género, lingüístico, ambiental... Empieza a ser un poco locura, y hace que los documentos que presentan los interesados sean incompletos. Ningún proyecto entra jamás completo.

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«El exceso de protección es un freno para la renovación»

– ¿Hay un embudo en el Urbanismo de Vitoria?

– Soy consciente y lo he visto. Es cuestión de organización.Habría que fomentar más los equipos específicos para determinadas licencias. No puede ser que todos los técnicos informen todas las licencias. Se crea un barullo descomunal. La checklist (lista de tareas pactada con los arquitectos) es el primer paso. Lo siguiente es que los técnicos avisen de todos los papeles que faltan a la vez. Se te va un año en esa chorrada.

– En algunos casos, como la Casa Alfaro, ¿la protección no va en contra del propio patrimonio?

– Ese inmueble tiene poco valor, y cada vez menos. La norma es clarísima: protección de fachada y cubierta. ¿Qué vas a hacer? Bajar la protección para que se utilice o esperar a que se caiga. También pasa con el Casco Viejo. El exceso de protección es un freno para la renovación. Se resuelve revisando el catálogo. Pero el que lo proponga va a ser acusado de ser un esclavo de los malévolos promotores que quieren ganar dinero. ¿Es que hay en el Ayuntamiento alguna ventanilla para promotores que no quieran ganar dinero?

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– ¿Ha empeorado la relación con los promotores?

– En este Ayuntamiento existe la doctrina cristiana de que los promotores son malos porque quieren ganar dinero. Es muy inadecuada para tratar con ellos.

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