Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
«Estas navidades vamos poder comer con los abuelos más tranquilos». Una sensata Cristina, de 11 años, resumía así ayer sus sentimientos a la salida del HUA Txagorritxu, después de ser una de las primeras niñas en recibir la primera dosis infantil de Pfizer contra ... la covid. Oihana Ferreras, de 10 años, logró incluso hacerse con su propio pasaporte, una pegatina que 'certificaba' lo valiente que fue al aguantar la aguja sin quejarse. Fueron dos de las decenas de niños alaveses de entre 9 y 11 años que estrenaron el punto de vacunación abierto sólo para ellos en el nuevo edificio de servicios centrales del HUA Txagorritxu. Se han habilitado tres salas por las que pasarán hasta 900 niños cada día. Se trata de inmunizarles cuanto antes por lo que el centro estará a pleno rendimiento también este sábado.
Los pequeños llegaron acompañados por sus padres, quienes demostraron la víspera sus enormes ganas de proteger a sus hijos del virus al convertirse en unos de los 16.000 vascos que agotaron en apenas cuatro horas todas las agendas de vacunación. Está previsto que en estos días reciban su primera dosis buena parte de los 65.000 chavales de este grupo etario contabilizados por el Eustat. Les seguirán otros 145.000 de entre 8 y 5 años. Hasta la llegada de las vacaciones de la navidad, se les atenderá preferentemente por las tardes, para interferir lo menos posible con el horario escolar.
pequeños valientes
Preocupación de los padres
Así que a muchos no les dio ni tiempo a dejar la mochila en casa ni a comerse el bocata. Tenían otra tarea más marcada en su agenda. Crucial para seguir dando pasos hacia adelante en este examen contra el virus. De ahí que Oihana se mostrase «muy contenta» por su contribución para aplacar el virus. No dudó a la hora de arrimar el hombro. Un pinchacito de nada, como otros tantos corroboraron a la salida, que apenas sintió. «Ha sido todo muy rápido, no te das casi ni cuenta», comentaba, mostrando su brazo izquierdo.
¿Y si alguno tenía miedo a las agujas? Pues ahí estaban las enfermeras para tranquilizarles. «¿Qué regalo le has pedido a Olentzero?», les preguntaban. «Yo unos cascos para la música, una máquina de masajes para los pies... y la vacuna, el regalo más deseado», compartió Oihana González. Aunque la pregunta para ella era un mero trámite, porque no le temía a la aguja. Tampoco su hermano pequeño, que espera su turno muy pronto.
«Uuufff... Cuando supe que le iban a vacunar me entró una llorera... ¡Esto es como agua de mayo!», confesó Iraia Uriarte, que acompañaba a su hija, consciente de lo crucial que era proteger también a la pequeña de la casa. «Hasta ahora estábamos con miedo de que lo pudiese coger. Este año hemos estado muy agobiados».
Esta inquietud ha reinado en muchas casas y ayer se podía sentir en el punto de vacunación al que se entra desde la calle José Atxotegi, a la altura del acceso principal al hospital. Unas vallas y varias señales indican sin confusión el camino a seguir. «Por fin tenemos esa tranquilidad. Es por su bien, no te puedes echar para atrás», apuntó Bárbara Ferreira, junto a su hijo Gabriel, de diez años. «En casa hemos pillado todos el coronavirus. Después de vivir esa experiencia, te animas mucho más a vacunarte. Es el mejor escudo», remató Susana Escalante, de la mano del joven Alejandro Carrasco.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.