Iñaki Urdangarin comienza a acostumbrarse a su nueva rutina en Vitoria. El cuñado de Felipe VI, condenado a cinco años y diez meses de cárcel por el 'caso Nóos', se ha dejado ver en los últimos días por la capital alavesa, a la que llegó ... el pasado domingo para cumplir el tercer grado. «Le cuesta un poco volver a la normalidad y a la realidad, pero poco a poco», contaba este martes su madre, Claire Liebaert, durante un paseo. En su domicilio dormirá tres noches a la semana y las otras cuatro pernoctará en la cárcel alavesa de Zaballa, a apenas diez kilómetros de la capital, donde ya ha estrenado su celda individual de trece metros cuadrados.
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El régimen de semilibertad en el que se encuentra Urdangarin, que en los últimos meses había trabajado como voluntario en un centro de inserción social en Alcalá de Henares, ha permitido al marido de Cristina de Borbón recuperar la afición al deporte que durante tantos años cultivó. De hecho, el pasado lunes adquirió una bicicleta en una céntrica tienda de la ciudad y el martes se le vio en la piscina de unas instalaciones deportivas situadas a escasos pasos de la vivienda de su madre, ubicada en una exclusiva zona residencial de Vitoria. Claire Liebaert no ocultó su «alegría» por volver a tener cerca a su hijo. «Estoy acompañada y me cuida», compartió con los medios de comunicación, muchos procedentes de Madrid, que desde la pasada semana se han repartido en los diferentes puntos de la capital alavesa donde se espera la presencia del cuñado del Rey.
Uno de esos lugares es la plaza de Los Fueros, a la que se asoman los dos pisos que ocupa el despacho jurídico Imaz&Asociados, especializado en operaciones mercantiles, tributarias y laborales, donde Urdangarin realizará labores de consultor y administrativas. Por ahora, sin embargo, no se ha acercado hasta allí. Este trabajo, y el arraigo social con Vitoria, le sirvió para conseguir su traslado a la prisión de Zaballa. Allí comparte ya sus modernas instalaciones –el penal fue inaugurado hace una década– junto a otros 600 internos con la única diferencia de que los horarios del exduque de Palma varían cada jornada por una cuestión de seguridad. Sus primeras salidas y entradas de la cárcel no han logrado ser captadas por las cámaras ya que podría ir tumbado en los asientos traseros para evitar esa imagen.
El cuñado de Felipe VI es uno de los pocos reclusos en tercer grado que debe regresar a diario a Zaballa ya que Instituciones Penitenciarias ha reducido en los últimos meses su número en un intento de limitar la transmisión de la covid. La mayoría de quienes se encuentran en régimen abierto están localizados por una pulsera, por teléfono o deben presentarse periódicamente en la prisión, un estatus que Urdangarin podría alcanzar a finales de año.
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