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La Unidad Funcional de Tuberculosis del Hospital Universitario de Araba (HUA) se creó en el año 2019 para dar respuesta a esta enfermedad de manera ... integral. Actualmente atiende cerca de una treintena de casos al año en las instalaciones de Txagorritxu y recientemente ha sido acreditada por la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica como Unidad Especializada con criterios de Excelencia. El número de casos se ha mantenido estable en los últimos años, lo que demuestra que -al contrario de la idea que impera en el imaginario colectivo- es una patología que sigue presente en la sociedad.
«Los pacientes se asustan cuanto reciben el diagnóstico porque les parece extraño, piensan que esta es una enfermedad que ya no existe. Les suena a algo antiguo, estigmatizado, y asocian la tuberculosis con un nivel socioeconómico bajo», relata Julia Amaranta García, neumóloga y directora de la unidad. «Se preguntan cómo y porqué se han contagiado. Por nuestra parte incidimos mucho en que siguiendo el tratamiento se van a curar y eso les tranquiliza», añade la doctora. El área al que pertenece, Neumología, trabaja directamente con Enfermedades Infecciosas, Microbiología, Pediatría y una enfermera gestora de casos del área de Epidemiología. Precisamente esa coordinación entre diferentes disciplinas era algo que se perseguía con la creación de esta unidad especializada. «Siempre hemos atendido casos de tuberculosis, pero a raíz de un caso complejo que me tocó tratar como especialista en enfermedades respiratorias, vimos la necesidad de ordenar los protocolos y acreditarnos», explica Amaranta.
Julia Amarante
Neumóloga
Los pacientes llegan a sus manos derivados de Atención Primaria o directamente desde el Hospital. En muchos casos cuando la enfermedad ya está bastante avanzada y, por ejemplo, llevan meses con una tos persistente. Ese es uno de los síntomas más habituales, pero hay más: «sudoración nocturna, flemas, bajada de peso o fiebre». También se puede producir dolor torácico, todo ello provocado por la bacteria 'mycobacterium tuberculosis' que afecta a los pulmones. «En el 90% de los casos, la propia inmunidad de la persona elimina el bacilo y no ocurre nada. En el 5% de los casos el paciente desarrolla la enfermedad, y el 5% restante se mantiene latente pero no se desarrolla», detalla la neumóloga. Se transmite a través del aire por las secreciones de la tos. «También puede darse el caso de que te contagies y a los tres años aparezca la enfermedad por ejemplo por una bajada de las defensas».
El tratamiento ha cambiado radicalmente con los años. Antes, los pacientes (a los que popularmente se les denominaba tísicos) eran aislados en hospitales alejados de los grandes núcleos urbanos, como el de Leza en Álava, o los de Gorliz y Santa Marina, en Bizkaia. Se les sacaba a los jardines para que tomaran 'baños de sol' al aire libre y se les recetaba mucho reposo. En la actualidad la enfermedad se trata con antibióticos en pastillas durante seis meses. «Es un tratamiento largo, pero la enfermedad se cura», sostiene Julia Amaranta. Eso sí, si se diagnostica tarde o no se cumple con el tratamiento se pueden producir lesiones pulmonares graves. En algunas ocasiones es necesario el ingreso durante semanas para evitar los contagios.
Y ¿cuál es el perfil del paciente? «Vemos de todo. Puede ser cualquier persona, pero los niños y las personas mayores tienen más riesgo de enfermar. También hay más incidencia en hombres que en mujeres», resume la doctora. La unidad que dirige en Vitoria, por cierto, fue pionera en el uso de bedaquilina para el tratamiento en pacientes con resistencia a los antibióticos. En el HUA fueron de los primeros hospitales en utilizar este medicamento para este fin en Europa y después de los buenos resultados ahora se utiliza en hospitales de todo el país.
El 24 de marzo se celebra cada año el Día Mundial de la Tuberculosis para concienciar a la población sobre las consecuencias sanitarias, sociales y económicas de esta enfermedad e intensificar los esfuerzos para acabar con ella. La Organización Mundial de la Salud (OMS) se marca como objetivo para 2030 reducir en un 90% el número de defunciones por tuberculosis y un 80% la tasa de incidencia con la meta final de erradicarla. Europa está bien encaminada en este sentido y en África se han logrado avances «extraordinarios» en los últimos años, sin embargo, «el ritmo de los progresos a escala mundial se ha retrasado», advierte la OMS.
«En España la incidencia es menor que en otros países», aclara la neumóloga de Osakidetza Julia Amaranta. «La presencia de la enfermedad es mayor en zonas con mayores tasas de desnutrición, niveles socioeconómicos bajos, alcohol, tabaquismo y VIH», añade. También la diabetes es un factor de riesgo.
Y es que aunque está presente en todo el mundo, en 2023 el mayor número de nuevos casos se registró en la Región de Asia Sudoriental, seguida de África y el Pacífico Occidental. Más de dos tercios del total de casos mundiales se concentraron en Bangladesh, China, Filipinas, India, Indonesia, Nigeria, Pakistán y la República Democrática del Congo. Para frenar la expansión es importante identificar la red de contactos del paciente, para si fuera necesario administrarles también tratamiento en forma de antibióticos que en su caso se prolongaría durante un periodo de tres meses.
A nivel global, para erradicar la enfermedad se necesitan «pruebas de detección rápidas, asequibles y accesibles en los lugares de consulta, así como tratamientos y vacunas nuevos, más seguros y más eficaces».
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