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El único antifaz que da más visibilidad
XXV Carrera de Cascabeles

El único antifaz que da más visibilidad

La XXV Carrera de Cascabeles de la ONCE reúne a más de un centenar de vitorianos solidarios con sus vecinos invidentes en San Prudencio

Sábado, 22 de octubre 2022, 13:41

Los cascabeles vuelven a resonar alegres por la calle San Prudencio. Unidos y de la mano, un pelotón de más de un centenar de andarines salió a la calle para experimentar lo que se siente al caminar a ciegas por la vía pública. La Carrera de Cascabeles de la Fundación ONCE cumple así medio siglo en Vitoria a favor de una sociedad más inclusiva.

Había ganas de mover el 'body' y sacar de una vez a esta solidaria prueba que llevaba dos años celebrándose puertas adentro. Para dar visibilidad a los problemas con los que lidiaron las personas ciegas durante la pandemia, el año pasado el alcalde, Gorka Urtaran, o el diputado foral de Políticas Sociales, Emilio Sola, probaban a ver si se les atragantaba al menos tanto como para cualquier persona invidente hacer una gestión en las webs de sus respectivas instituciones. Este año nada de teclear, la prueba aterrizaba en el Ensanche con pistoletazo, pista y meta.

Retadora pero nada competitiva, así es la única carrera que pone a los políticos a prueba de tropiezos, resbalones y algún que otro pisotón. De lo primero, pasito a pasito, se cuidaron mucho, de lo segundo, que no lloviera la noche anterior ayudó bastante, y de lo tercero, lo mínimo inevitable. Eso sí, siempre con el antifaz bien fajado y con una inmensa sonrisa. Con esa disposición acudieron a la llamada de la ONCE la consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal, la delegada de Educación en Álava, Aintzane Arrese, la concejala de Juventud e Igualdad, Miren Fernández de Landa, o el director de Fundaciones Vital, Axier Urresti.

Exhaustos cruzaron primeros la línea de meta junto a El Caminante Artolazabal de la mano del presidente de la ONCE en Euskadi, Rafael Ledesma. «Es muy competitiva», reía el cabeza de la organización. «Con el antifaz estás vendido», comprobaba la 'sailburu'. «Si conoces la ciudad, ya tienes algunas referencias, pero cuando sales y te encuentras sin una guía para evitar caídas y tropezones...», meditaba con el convencimiento que «esta iniciativa es importante para saber qué obstáculos tenemos que derribar todavía para hacerles más fácil su día a día a las personas invidentes».

La carrera, que cuenta con el apoyo del Ayuntamiento de Vitoria, la Diputación, el Gobierno vasco, la Fundación Vital, y con la colaboración de Artepan y Arabako Txakolina, terminó justo a tiempo para plantarse con la tripa hambrienta a la gran comida de hermandad en brindaron dos casetas a rebosar de txakoli y txoripanes. A ella no faltaron afiliados venidos también de Bilbao, Eibar, Barakaldo, Mondragón o Donostia como Eladino Ferreira y Toñi Hernández. «Venimos para concienciar de que es necesario que se quiten más barreras para las personas invidentes», compartía Ferreira, recién jubilado, tras media vida vendiendo los cupones solidarios de ONCE.

Una vez finalizada la prueba, la ONCE otorgó su premio más querido, el Cascabel de Oro. Y este año no podía ser para otra organización solidaria que no fuera la Cruz Roja, que cumple 150 años de servicio en el territorio. «Ambas organizaciones tenemos una relación total, sobre todo durante la pandemia. Cuando nos han necesitado, siempre nos han pedido ayuda», destacó el presidente de Cruz Roja en Álava, Jesús Cantero, que subió a recibir el premio en compañía de la responsable en toda Euskadi, Estíbaliz Arnáiz.

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