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Si se trata de apostar, de jugársela, Unax Ugalde tiene claro que lo haría «por su familia». «Con inteligencia», matiza. No hay atisbo de esa prudencia en su personaje en la nueva serie de TVE, 'Ana Tramel', donde se mete en el pellejo de Alejandro ... Tramel, un ludópata en sus horas más bajas. La ficción que se estrenó este jueves en el FesTVal dispara a un negocio, el juego, que preocupa al actor vitoriano por su impacto, sobre todo, en los más jóvenes.
– 'Ana Tramel' pone el foco en la industria del juego, los miles de millones que mueve y la ludopatía. ¿Es una serie valiente?
– Absolutamente, es una serie con un planteamiento muy maduro. En el juego, para que haya un ganador tiene que haber muchos perdedores y el gran problema en este país radica en los jóvenes, la ludopatía está subiendo de forma desmesurada entre ellos. Hay una maquinaria que está favoreciendo que la gente cada vez empiece a jugar más joven.
– ¿A qué se refiere?
– Yo no soy partidario de prohibiciones, pero sí del control. Los chavales entran impunemente en las casas de apuestas a pesar de que muchas defienden que tienen la entrada restringida a mayores de 18 y estos establecimientos tienen cebos como el acceso a cervezas o sándwiches a precios mucho más reducidos. Además, montan estas casas cerca de los colegios o en los barrios más desfavorecidos. Y luego están las apuestas online, que son muy difíciles de controlar, sólo con un 'clic' admitiendo que tienen más de 18, aunque no los tengan, pueden entrar.
– Los chavales han naturalizado las apuestas como una forma más de ocio, de relación social.
– Hay un problema muy gordo. Las apuestas existen desde hace miles de años, somos jugadores por gen, pero creo que ahora debemos poner el foco de atención en la publicidad. Hemos permitido que jugadores de fútbol y de baloncesto lleven publicidad de casas de apuestas en sus camisetas y estamos relacionando a niños que idolatran a jugadores que hacen deporte, que eso es estupendo, con casas de apuestas. Imagina que los chicos fueran con camisetas con marcas de cerveza o de tabaco. Las televisiones privadas también viven de esa publicidad. Estamos blanqueando, normalizando, algo que es peligroso.
– ¿Habló con personas con problemas con el juego o con quienes tratan esta adicción?
– Es un problema que nos toca a todos de alguna manera en algún ser querido cercano pero tuve sobre todo contacto con jugadores en activo. Los que aparecen en las partidas en la serie son profesionales del póker de este país muy conocidos.
– En junio acudió con la serie al Festival de Televisión de Montecarlo, en Mónaco, uno de los 'reinos' del juego.
– Sí, estuve con Natalia Verbeke, y fue muy curioso presentarla en un lugar de casinos y juego, pero gustó mucho. Allí descubrimos algo que yo no conocía y es que la gente que vive en Mónaco tiene prohibido entrar en los casinos por ley para evitar que se endeude.
– ¿Disfruta con las tramas que invitan a una reflexión social?
– A mí me parece interesante. La ficción está para entretener pero también para aportar algo a la sociedad. Que TVE haya puesto el foco sobre este tema a través de una ficción de calidad me parece muy valiente.
– El coronavirus paralizó la grabación. ¿Cómo es rodar en pandemia?
– Muy complejo. 'Ana Tramel' se iba a empezar a grabar en marzo de 2020 y se pospuso unos meses así que tuve que compaginarlo con 'Amar es para siempre'. Un día teníamos un susto en una serie y otro en otra. Al final, un 'set' de rodaje en televisión es un lugar cerrado, muy cercano, con mucho contacto, y es complicado de controlar sobre todo con el desconocimiento que teníamos hace un año. Al volver a casa, además con dos niños pequeños, iba con tensión, he pasado miedo por momentos.
– En los últimos años ha encadenado varios proyectos en televisión. ¿Echa de menos el cine o el teatro?
– En otros momentos ponía otras cosas encima de la mesa como investigar, indagar, viajar... pero ahora intento buscar lo más favorable para mi trabajo y para estar cerca de mi familia. Las ofertas de trabajo en mi caso no son tan amplias y hay cosas sobre la mesa, menos de las que me gustaría, pero ya estoy leyendo nuevos proyectos.
– Iba para estudiante de Ciencias del mar. ¿Qué siente al ver el desastre del Mar Menor?
– Es algo que a la mayoría no nos ha sorprendido. Desde hace muchos años sabíamos que ese mar estaba enfermo, que en las políticas de regadío, de trasvases y de ocio había un descontrol absoluto. Era la crónica de una muerte anunciada. Yo veraneo mucho en Valencia, en la zona de la Albufera, y suelo charlar con los pescadores y esa zona está temblando, la naturaleza se está muriendo. Me da muchísima pena y creo que, por una parte, se debe a la dejadez política de este país, pero la sociedad sólo se escandaliza cuando los peces flotan muertos.
– Se habla mucho del cambio climático pero ¿falta todavía conciencia ambiental?
– Sí, debería haber una conciencia de lo que tenemos y de lo que nos queda. Todavía hay negacionistas del cambio climático y algunos se han dado cuenta del gravísimo problema cuando han visto su Mercedes bajando por la calle en una riada. Debemos ponernos las pilas ya, tenemos unos años para intentar que la degradación sea lo más mínima posible. Las políticas de energía o de consumo tendrán que cambiar y las grandes empresas tendrán que ver que igual no pueden seguir ganando el mismo dinero y deben reconvertirse.
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