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Pablo Ibar tenía 20 años cuando fue condenado a muerte por el asesinato de tres personas después de un proceso sin pruebas sólidas. Fue en 2010. A finales de este noviembre comenzó un nuevo juicio tras reconocerse irregularidades en el caso y acabará con ... su regreso al corredor de la muerte o con su libertad, tras media vida en la cárcel. Su historia la narra el periodista Nacho Carretero (La Coruña, 1981) en la crónica novelada 'En el corredor de la muerte' que publica la editorial Espasa y ha presentado este lunes en La Casa del Libro de la calle Arka.
– ¿Cuál es el origen de este libro periodístico? El momento en el que piensa que hay una buena historia.
– El primer encuentro es en 2011 cuando estoy trabajando. Fue un encuentro periodístico en el que un jefe me llama la atención sobre un condenado a muerte que asegura que es inocente. A partir de ahí estuve en contacto con la familia y seguí la historia. Visité el corredor de la muerte ese año y al siguiente, y pensé que el momento en el que estamos ahora era el idóneo para contar la historia.
– ¿En qué momento se encuentra Ibar?
– Se encuentra de nuevo en un juicio porque el que le condenó a muerte en el año 2000 estaba plagado de irregularidades. En resumen, el abogado que oficio que tuvo acabó detenido. Imagina qué clase de defensa pudo tener. Hace dos años el Tribunal Supremo de Florida admitió que no había tenido un juicio justo. Básicamente lo que está ocurriendo es que se juega la vida y un jurado popular va a dictaminar si vuelve al corredor para ser ejecutado o vuelve a su casa.
–¿Cómo fueron los encuentros?
–Cuando hablas con él te encuentras alguien con una fuerza mental increíble con la capacidad de sobreponerse a eso y de ir a por su objetivo:demostrar su inocencia y poder volver a casa. Solo ponerte en su piel es un ejercicio que te da una dimensión de lo complicado de su situación. Lleva encerrado la mitad de su vida. Piensas dónde estaba en 1994 y pasar todo ese tiempo en un celda, de dos por tres, luchando porque no te ejecuten.
– Aunque se declarase inocente, la reparación sería difícil...
– Pablo dice que nadie le va a devolver la mitad de su vida. Lo tiene claro. Es una reflexión lúcida y cruda, pero realista. Su idea es intentar vivir lo mejor posible lo que le queda de vida.
– ¿Le ha hecho llegar el libro?
– A Pablo no. La familia lo tiene y estoy en contacto con ellos. La cabeza de Pablo está en el caso, lo último que le puede preocupar ahora es el libro. Está sirviendo para dar a conocer su historia y se convertirá en una serie el año que viene.
– Ha comprado los derechos Bambú, la misma productora que adaptó su anterior libro 'Fariña' que fue secuestrado judicialmente. ¿Habrá segunda temporada de la serie sobre los narcos gallegos?
– Estamos ahora trabajando con la de Ibar. Hasta donde yo sé no hay segunda temporada de 'Fariña'.
– La escritora Janet Malcolm afirma ('El periodista y el asesino') que en este tipo de historias nos ganamos la confianza de las personas para luego traicionarlas. ¿Le dio muchas vueltas al enfoque?
– Muchísimas vueltas. Me ha agobiado mucho saber que se está jugando la vida. Me hace sentir incómodo y me lo está haciendo pasar muy mal porque siento que me estoy aprovechando de su historia. En realidad no es así. Pero no es fácil de hablar de una historia concreta sin cerrar. Ojalá termine esto bien para que el libro no pueda resultar perjudicial.
– En febrero estuvo en Asteguieta para contar las protestas vecinales contra 'los Pichis'. ¿Qué sensación le dejo?
– Me dejó la sensación, como otros muchos reportajes, de que la realidad es más compleja que lo que a priori podemos opinar. Que las cosas no se resuelven poniéndose de un lado u otro. Vi un caso de rechazo a una familia gitana, muchísimo prejuicio y unos vecinos con miedo. Mi labor no era juzgar a nadie, aunque a algunos vecinos les molestó salir en fotos con los palos. A algunos vecinos les molestó salir en fotos con los palos. Los comprendo. Hablé con ellos y les dije que era una historia delicada y tenían que cuidar la imagen y la forma de expresarlo. Lo comprendieron también. Al final los periodistas tratamos de hacer nuestro trabajo de la mejor manera posible sin meternos a juzgar.
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