Txagorritxu reabrirá su capilla tres años después en una consulta del sótano

El coronavirus obligó a cerrar la capilla del hospital. Todo el complejo se tuvo que adaptar a una situación inaudita y el lugar de oración se reconvirtió en una necesaria zona de descanso para el personal. Fue dormitorio para residentes y, más tarde, cuando poco a poco el centro sanitario recuperó la normalidad, se replanteó el uso de un espacio «que estaba sobredimensionado, ya casi nadie la utilizaba», defienden portavoces del Hospital Universitario Araba. Ahora se ha convertido en un archivo de historias clínicas.

Más de tres años después, Txagorritxu volverá a tener capilla. Será, eso sí, muy, pero muy distinta a la que fue. La dirección del principal hospital alavés ha decidido trasladar este espacio de recogimiento y oración al sótano del complejo, a una sala mucho más reducida.

Cerca de la cafetería, al fondo de un pasillo, al lado de unos aseos, una puerta con el cartel de Kapera/Capilla conduce a la salita. Sin ventanas, el cuarto está iluminado por un fluorescente. Un escritorio en desuso hace las veces de altar y, en lugar de bancos, unas sillas están dispuestas para dar acomodo al que llegue en busca de consuelo. El crucifijo y las imágenes que había en la anterior capilla ya se han colocado en su nueva ubicación y, aunque digno, el lugar recuerda vagamente a esos espacios clandestinos en los que los primeros cristianos se reunían. A la espera de ser consagrada, solo sus dimensiones convierten la estancia en íntima a la fuerza.

El nuevo sacerdote

Una de las primeras misiones del navarro Alfonso Urbiola al llegar Vitoria ha sido precisamente tratar de hacer todo lo posible por adecentar la capillita «y hacerla lo más humana y acogedora posible». Acaba de ser nombrado responsable de Salud y Residencias de la Diócesis de Vitoria. Entre otras funciones, es el nuevo cura de Txagorritxu y Santiago.

Urbiola toma el testigo del empático padre Jesus Marauri, que se jubiló en 2021 tras media vida acompañando y dando consuelo a los enfermos. Desde entonces, una monja primero y una laica después se han encargado de tratar de realizar las funciones de un puesto que la Diócesis considera «de los más importantes». «En este tiempo, las reclamaciones más habituales que hemos recibido tenían que ver con la reapertura de la capilla de Txagorritxu», reconocen fuentes del Obispado.

«Mi función es ocuparme del ámbito sanitario desde la perspectiva de la fe», explica Urbiola en la amplia capilla del hospital de Santiago, donde se celebra misa a diario y que también sirve de salón de actos del hospital. Combinará el alzacuellos con la bata blanca para ofrecer «sanación espiritual» a los enfermos. «Yo siempre digo que un hospital es la ciudad de la verdad, donde la vida nos pone a prueba, aquí somos frágiles», detalla , con voz cálida, el padre Alfonso.

Aunque apenas lleva una semana en su nuevo puesto, el sacerdote ya ha vivido situaciones de esas que demuestran que el suyo es un trabajo de los que requieren estar hecho de otra pasta. «Uno de los primeros pacientes que me tocó acompañar estaba completamente solo y esa es una situación muy intensa, con la que hay que sintonizar, no se puede ser indiferente», confía.