Comienza la huelga indefinida de los chóferes de Tuvisa

El Ayuntamiento de Vitoria, a través de un duro comunicado emitido a las 12.30 horas de hoy sábado, ya ha dado por hecho el paro. «Consideramos que no existen motivos para una huelga que perjudica el servicio público a la ciudadanía de Vitoria-Gasteiz. La plantilla de Tuvisa tiene, con diferencia, el mejor convenio colectivo del Ayuntamiento. Desde la Presidencia de Tuvisa se hace un llamamiento a la sensatez. Es posible introducir mejoras razonables en las condiciones laborales de las y los empleados públicos de TUVISA sin perjudicar a los usuarios de nuestro servicio público con una huelga indefinida e injustificada», subraya la nota del equipo de gobierno local. Fuentes internas de la firma de transportes también apuntaban en ese momento a la huelga indefinida como único escenario a corto plazo.

De esta manera, los trabajadores de la sociedad pública municipal han arrancado un parón sin precedentes por su impacto en la ciudadanía y su incierta duración. Sólo uno de cada tres autobuses saldrá a las calles y no habrá gautxoris, lo que tensionará el tráfico, el tranvía (hasta que termine su servicio) y llevará al límite la paciencia de los vitorianos en una jornada que se prevé larga.

Pasadas las cuatro de la tarde ha llegado la respuesta del comité de empresa de Tuvisa. «Es indignante que Maider Etxebarria, nuestra alcaldesa, y el señor Gurtubai, presidente del consejo de Tuvisa, nos hayan llevado a esta situación. No entendemos que pidiendo unas condiciones dignas de trabajo, donde lo que prime sea la salud y una mejora del servicio, no sean atendidas por la parte del Ayuntamiento», han apostillado desde la plantilla. Han cifrado en un «100%» el seguimiento a su paro.

Lo único seguro en esta primera jornada de paro indefinido en los autobuses urbanos de la capital de Euskadi es que las posturas se encuentran muy alejadas.

Pese lo incendiario de ambos comunicados emitidos hoy sábado, tanto el Ayuntamiento como el comité de empresa han querido mantener en todo momento una puerta abierta a la solución y una disposición absoluta a celebrar «cuantas reuniones hagan falta y a cualquier hora», lo cierto es que los acercamientos han sido prácticamente inexistentes desde la convocatoria de la huelga indefinida del pasado diciembre. Los trabajadores ponen sobre todo dos grandes líneas rojas: el refuerzo del número de autobuses en servicios que ven especialmente saturados y un sistema de fichaje «que contabilice todas las horas trabajadas». Pese a las diferentes propuestas lanzadas por la compañía, estos puntos siguen encallados. «Nos ofrecen cosas que no pedimos y no vemos solución a las reivindicaciones directas», aseguran desde el comité de empresa en relación a los últimos planteamientos de Tuvisa, que «desviaban la atención de lo realmente importante».

La empresa, presidida por el concejal de Tráfico, Iñaki Gurtubai (PNV), asegura que ha realizado un «gran esfuerzo» para tratar de desconvocar la huelga, retomar los contactos en un clima menos tenso y calmar la situación, aunque subraya que las peticiones de los trabajadores son «muy exigentes» cuando sus condiciones «son ya muy buenas». Los mensajes que se han lanzado ambas partes tampoco han contribuido a restablecer la paz social. Y no hay que perder de vista la cantidad de movilizaciones que se están produciendo de forma simultánea, que ha envuelto el conflicto de Tuvisa en cierta cotidianidad a pie de calle. De hecho, Vitoria soporta casi dos manifestaciones al día, según un informe del departamento de Seguridad del Gobierno vasco de 2023.

Además no sólo se trata de llegar a un acuerdo de mínimos entre el equipo de gobierno y los trabajadores, sino que éste debe ser ratificado por una asamblea convocada de urgencia. El hecho de que el inicio de la huelga se produzca un sábado por la tarde tampoco ayuda para coordinar la salida del conflicto. En cualquier caso, desde la parte social aseguran que a nivel interno «no hay peticiones para descolgarse de la huelga», lo que da una muestra del distanciamiento con el Gabinete Etxebarria.

El impacto del 'frenazo' de los urbanos se dejará notar en las colas junto a las marquesinas, que han sido más habituales en los dos últimos meses, con varios paros puntuales y dos huelgas de 24 horas, sólo aliviadas con sus correspondientes y obligatorios servicios mínimos. Sin embargo, el embudo será aún mayor en los horarios nocturnos. Primero, porque el tranvía no ofrece servicio más allá de la medianoche y, segundo, porque el gautxori no está sujeto al 30% de servicios mínimos obligatorios. Esta situación se agravará por el número de ciudadanos que saldrá a divertirse con motivo del Carnaval y el recelo de los taxistas a trabajar los sábados por la noche por motivos de seguridad.

El parón de los autobuses urbanos, que mueven a más de un millón de viajeros de media cada mes, también se traducirá en un tráfico más denso, aunque esta consecuencia se hará aún más patente a partir del lunes, con la vuelta al trabajo de la mayor parte de la ciudadanía.