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La importancia prehistórica de la sierra de Araico-Cuchoestá fuera de toda duda. Su sílex, excepcional como materia prima, aparece en yacimientos arqueológicos desde Asturias hasta el sur de Francia, hasta el punto de que el 9% del que ha aparecido en Altamira procede de esta cordillera situada entre Berantevilla y Treviño. Desde el paleolítico hasta no hace demasiadas décadas, ha sido extraído de forma intensiva en este área para fabricar diferentes útiles como puntas de flecha, trillos o encendedores, ya que al golpearlo con rocas o con metales produce chispa.
Esa intensa actividad extractiva, que ha dejado en el lugar infinidad de canteras prehistóricas, favoreció el surgimiento en épocas remotas de pequeños núcleos de población en las riberas del río Ayuda, pero sobre todo en el desconocido valle alavés del río Rojo, que va desde Mijancas (Berantevilla) hasta San Martín Zar (Treviño). Así lo avala un estudio que da cuenta de los 91 yacimientos constatados en este valle por un grupo de arqueólogos hace casi 40 años. Esa investigación, en la que participó el geólogo vitoriano Andoni Tarriño, ha servido de soporte para la aplicación de un método que en otros lugares del mundo ha dado grandes resultados. Casi cuatro décadas después de aquel trabajo, el actual equipo de Tarriño, geólogo del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), ha recurrido al prestigioso geofísico alemán Helmut Becker para realizar una prospección magnética con la intención de desentrañar del subsuelo de Álava vestigios de los primeros poblados de la zona.
Armado con un magnetómetro de su propia invención, Becker recorrió palmo a palmo varios yacimientos alaveses en los que ya se había encontrado «abundante sílex, cerámica, molinos de mano y hasta hachas pulimentadas del neolítico y calcolítico», confirman Tarriño y el arqueólogo alavés Miguel Ángel Berjón. En el primero de los lugares elegidos, el paraje de La Renke, cerca de Santurde (Berantevilla), los resultados iniciales no fueron muy prometedores a causa de una línea eléctrica que alteraba la señal magnética. Sin embargo, en el segundo de los lugares, denominado Los Cascajos, en Tobera, la cara de Becker ya reflejaba que la operación marchaba bien. «Con este tiempo soleado podemos ver cada poste», indicó el alemán. Ataviado con un gorro que adquirió en una de sus campañas en Siria, el científico germano tomó muestras con su particular dispositivo para después volcar los datos en un ordenador y trazar un mapa de lo que atesoran las entrañas de este valle.
Andoni Tarriño
«Este método permite sondear muy profundo. Posibilita profundizar hasta cinco o seis metros y ver grandes estructuras, restos de elementos constructivos de madera e incluso restos de fuego», asegura Helmut sobre el terreno. Tarriño, director del proyecto denominado 'Complejo minero Prehistórico de Sílex de Araico-Cucho', apunta que este tipo de prospecciones son «muy propicias para estos asentamientos caracterizados por cabañas muy diseminadas en los que es difícil acertar con una choza a la hora de hacer un sondeo». Esta exploración, financiada por la Diputación de Álava y el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, pretende «obtener más información sobre estos pueblos del neolítico-calcolítico y conocer las relaciones entre los poblados y las canteras. Queremos estudiar y completar todo el hábitat de los humanos que trabajaron en la sierra de Araico», puntualiza Tarriño.
Helmut Becker
Geólogo, geofísico y arqueólogo, Helmut Becker cuenta en su haber con un buen número de descubrimientos, entre los que destaca el palacio del primer emperador chino, del siglo II antes de Cristo. En el año 2000, lo localizó en las inmediaciones de la tumba del mandatario, el monumental conjunto de miles de soldados de terracota. También descubrió la ciudad más baja de Troya, uno de sus mayores hallazgos ya que «todo el mundo conoce Troya», asegura Becker. El resultado de la prospección le permitió rehacer el mapa de la antigua ciudad. A pesar de estos logros, relata con el mismo entusiasmo el descubrimiento de varias construcciones prehistóricas en Portugal, erigidas en relación al calendario solar y lunar, o el poblado neolítico de Los Cascajos, en Navarra, uno de los más importantes de la Península.
A pesar de su brillante y extenso currículum, Becker no descarta toparse con nuevos hallazgos de similar importancia. «Estoy seguro de que saldrán. Mucho mejores». Con esa determinación, este otoño, barrió varios campos de cultivo en Álava con el anhelo de desentrañar nuevas aldeas neolíticas . «En España se trabaja muy bien. Predomina el buen tiempo, los cielos están muy claros y las áreas de trabajos son extensas», aseguró. Con los resultados iniciales en su ordenador anticipa que «ya hay cosas visibles, pero todavía tenemos bastantes sesiones de trabajo para aclarar los datos recopilados», reveló junto a su inseparable Anne-Sophie Flade-Becker, el otro 50% de la compañía.
Tras recorrer medio mundo, este Indiana Jones de carne y hueso ha llegado a trabajar con cierto «riesgo» para su vida en «países del Este o Afganistán, pero aquí no hay problema», reconoce. Sin embargo, admite que «Troya es único. No hay muchos 'troyas' en tu camino». Tras su búsqueda en el valle del río Rojo alavés, sólo queda esperar a las conclusiones. «Los primeros resultados son muy esperanzadores ya que confirman que en Los Cascajos hay estructuras de un poblado», revela Tarriño.
Los importantes avances en el conocimiento de las estrategias de explotación y abastecimiento del sílex en la Prehistoria, así como detectar los principales lugares de procesamiento, han sido algunos de los factores que el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades ha tenido en cuenta para aprobar una prórroga de un año para este proyecto. El mango del pico minero más antiguo de la Península Ibérica elaborado con un asta de ciervo o la constatación de la utilización del fuego para la extracción del sílex fueron dos de los descubrimientos de la última campaña. Con esta prórroga hasta finales de 2019, los arqueólogos volverán a la sierra de Araico-Cucho para profundizar en el conocimiento de esta actividad minera que data, al menos, de hace 6.000 años. El director del proyecto, Andoni Tarriño, se ha mostrado «satisfecho» con esta medida. «Ha sido un gran alivio porque me permite seguir amparado por el marco del proyecto del Ministerio», reconoció a este periódico. Un total de 21 expertos mantienen abiertas varias investigaciones sobre este yacimiento. En continuo contacto con Castilla y León y con Álava, este geólogo indica que el «objetivo final es poner en valor estos restos arqueológicos y proteger esta zona como lugar de interés cultural, pero el proceso es muy lento».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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