El centro de investigación y desarrollo tecnológico Tecnalia busca nuevas formas de lograr que los entornos industriales sean más seguros y las empresas mejoren su eficiencia gracias a la tecnología. Algunas de las herramientas con las que lo consigue están en el Parque Tecnológico ... de Álava, en Miñano, donde sus investigadores se sirven de la interacción avanzada. La combinación de la realidad virtual, aumentada y los sistemas de captura de movimiento ya están cambiando la forma de trabajar de las empresas.
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Los drones ya no necesitarán un operario que los controle y agilizarán el trabajo en los almacenes de forma autónoma. «Renault nos pidió automatizar su almacén y hemos desarrollado drones capaces de trabajar de forma colaborativa en tareas como el inventario», explica Diego Sagasti, uno de los responsables de este laboratorio único en el norte de España. Los ensayos se realizan en una jaula para drones autónomos equipada con sistemas de localización y un tamaño de 450 metros cúbicos. Los desarrolladores activan el dron, que vuela hacia unas estanterías donde los paquetes están identificados con códigos QR, y procede a enviar información sobre dónde se ubica cada artículo en cuestión de segundos. Un trabajador se cruza con él. Viste un casco equipado con sensores, lo que permite que el aparato le esquive. «La idea es que puedan convivir con los empleados y faciliten las tareas e identifiquen espacios libres», señala Sagasti. Otro de los proyectos más punteros de Tecnalia implica el uso de las denominadas tecnologías hápticas, es decir, las que estudian y recrean el sentido del tacto.
SEGURIDAD
SALUD LABORAL
Vestirse un traje equipado con sensores y recrear los movimientos que los trabajadores de una empresa van a repetir durante horas puede ayudar a las empresas a ahorrar a largo plazo, cuidar de la salud de sus trabajadores y optimizar recursos. «Somos capaces de recrear una costosa línea de montaje y determinar si es ergonómica o si los empleados tendrán problemas físicos a largo plazo», subraya Pablo Aguirrezabal, otro de los directores del proyecto. La división de salud de Tecnalia es la encargada de analizar los datos recogidos por el traje. Además, la tecnología háptica permite a los robots aprender del movimiento de los humanos. «El 'tracking' hace que sean capaces de aprenderlos y replicarlos», indica Aguirrezabal. Empresas como Gestamp e IMQ ya estudian cómo el uso de exoesqueletos como los desarrollados por la vasca Gogoa pueden ayudar en el trabajo. Más allá de los esfuerzos físicos, Tecnalia también se sirve de estos avances para mejorar la conducción de las máquinas gracias a simuladores que replican los movimientos y comportamientos humanos ante posibles imprevistos en la carretera.
La realidad aumentada también trae consigo nuevas técnicas de visualización. Las pantallas estereoscópicas generan imágenes con las que se puede interactuar, lo que resulta muy útil para que los cirujanos preparen sus operaciones. Tecnalia desarrolla vitrinas capaces de ofrecer información sobre las piezas que exhiben en los museos –sus cristales son en realidad pantallas transparentes– o, por ejemplo, aportar detalles sobre lo que pueden ver desde sus ventanas a los pasajeros de un avión.
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Los manuales de papel se sustituyen por gafas de realidad aumentada que indican a los operarios paso a paso cómo aprender a utilizar una máquina señalando cada botón o les entrenan para saber qué hacer antes de subirse a un aerogenerador. RPK ya los utiliza en la máquina con la que fabrica muelles para coches. «Resultan especialmente útiles en tiempos de pandemia porque permiten que un experto anote instrucciones al operario de forma remota», subraya Aguirrezabal.
Las imágenes 3D que emplean en sus proyectos se obtienen en el laboratorio de captura, equipado con más de 40 cámaras. Y en un laboratorio vecino, el departamento de Factor humano y experiencia de usuario. estudia el comportamiento humano ante estímulos externos gracias a encefalogramas y sensores que captan la sudoración. Así determinan la atención prestada, si una información se ha memorizado o qué reacciones ha causado. «Son técnicas que ya se empleaban en publicidad, pero ahora las aplicamos para mejorar la confianza entre los humanos y los robots con los que trabajan», explican Sara Sillaurren y Eva Salgado.
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