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La ciudad tenía este martes cita para una de las intervenciones de cirugía urbana más aparatosas que se recuerdan en los últimos tiempos. Más que a vida o muerte, se trata de una operación rutinaria, programada para el cambio de un gran colector entre La ... Florida y La Senda, que, sin embargo, obliga a abrir en canal una de sus principales arterias circulatorias. A la espera de que el bisturí entre en la piel de asfalto durante las próximas horas, los trabajos se han centrado la primera jornada en preparar al paciente. A ratos, el tráfico ha quedado sedado. Otros, ha estado al borde de la taquicardia, con importantes atascos. Y, más tarde, ya estabilizado, se ha acostumbrado a la respiración asistida que le ha insuflado la guardia urbana, las nuevas señales, las vallas y los conos naranjas. Así ha entrado hoy Vitoria en el quirófano para renovar sus entrañas más castigadas.
Como ocurre en las intervenciones más serias, todo el equipo quirúrgico estaba en guardia desde bien temprano. Sin pijama verde quirófano, pero con buzos, chalecos amarillos y pesadas botas de obra, se procedió a aplicar anestesia local a las calles afectadas por el tajo. Para antes de las 9.30 horas ya se había despejado de coches aparcados el tramo de Portal de Castilla entre Lascaray y Ramón y Cajal. Tal y como estaba previsto, poco después se cerró la calle al tráfico con dos barreras que resultaron ser, según los propios responsables de los trabajos «un coladero». Hasta bien entradas las 10.00 horas, algunos conductores lograron enfilar hacia La Florida.
Se habían empapelado los portales de la zona afectada por los trabajos con carteles que trataban de explicar a los residentes las alternativas previstas para poder acceder al corazón de la ciudad, que contemplan el desvío por Salvatierrabide. «Yo, la verdad es que con esto no me entero, todavía no tengo muy claro por dónde tengo que meter el coche en el garaje», comentaba Maialen, vecina del Paseo de la Música, mientras miraba ese planito, lleno de cruces y flechas, como el que trata de descifrar un jeroglífico.
Hubo quien se acercó ya a primera hora para seguir de cerca los primeros pasos de una obras que, si se cumplen los plazos previstos, se alargarán durante todo un año y permitirán sustituir el ciclópeo y vetusto colector de 780 metros que discurre, en el subsuelo, entre La Florida y Lovaina. «Recuerdo cuando se cambió la tubería esa tan gorda de Portal de Foronda, era enooorme», remoraba el jubilado Juantxo Armentia, estirando mucho los brazos, como queriendo abarcar el diámetro de un tubo de hormigón invisible. «Ya lo creo , ¡menuda se montó entonces!», apostilló Benito Ortiz. Los compañeros de paseos mañaneros que se tuvieron que marchar algo decepcionados a casa. Hoy no se ha abierto ni un milímetro de asfalto, tal y como confirmaron fuentes municipales, está previsto que este miércoles entre en la zona del tajo la maquinaria pesada que se encargará de abrir las primeras zanjas.
Durante toda la jornada, los operarios se han limitado a señalizar y coordinar los desvíos previsto. Ha sido un trabajo complejo. La grúa municipal ha retirado y desplazado algunos coches estacionados. Se han pintado nuevas marcas provisionales en el asfalto, se han cubierto con pintura negra las ya existentes, se han colocado vallas para 'enjaular' al tráfico en los accesos vedados y se han reprogramado los semáforos para tratar de reconducir el caudal de vehículos. La mañana transcurrió sin demasiados sobresaltos. Por momentos, algunos residentes recibieron el comienzo de las obras como «una bendición». «Con la de tráfico que pasa por aquí, ahora no se escucha nada», se felicitaba Montse, propietaria del bar Kupula, entre Micaela Portilla y Portal de Castilla. En efecto, la imagen recordaba un poco a la de ese Eduardo Noriega atravesando una Gran Vía desierta en 'Abre los ojos'. Duró poco aquello.
momentos de tensión
los trabajos
Sobre las 13.00 horas se comenzaron a vivir los momentos más confusos de la jornada en la intersección de Cadena y Eleta, Ramón y Cajal y Luis Heintz. Como en una suerte de 'Triángulo de las Bermudas' circulatorio, todos los semáforos habían fundido a negro. Coincidió con la hora de salida de Marianistas, cuando las familias abandoban el colegio por la puerta de Luis Heintz. «¡No están los muñequitos verdes!», señaló el pequeño Lucas en dirección al disco apagado. Dos agentes de la Policía Municipal se encargaron de tratar de poner orden ante la maraña de coches que se comenzó a formar. «Abre, cierra, abre», se indicaban el uno al otro, a grito pelado, de punta a punta de la calle.
La situación tornó mucho más complicada pocos minutos antes de las 14.00 horas, cuando se formaron retenciones importantes en Ramón y Cajal, en el acceso abierto, a contrasentido, en Portal de Castilla y también en Micaela Portilla, ya cerca de la rotonda, donde retumbaban los cláxones y, entre los silbatos de los policías, estallaba la indignación. «Esto es una chapuza, todo parece estar improvisado», bufó por José Carlos Santos por la ventanilla de su Citroen C3 gris. Los ánimos se han desinflado de forma considerable a media tarde, aunque el lío se trasladó a la Ciudad Jardín. Los martillos pilones pueden empezar a abrir ya las tripas de Vitoria en canal. El paciente está listo y sedado.
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