Las crisis suelen sacar lo mejor de las personas y son muchas las iniciativas ciudadanas que proliferan estos días para ayudar, colaborar y no dejar a nadie desamparado por el aislamiento y los cierres de muchos servicios forzados por el estado de alarma decretado ... por el Ejecutivo. La Diócesis de Vitoria acaba de sumar una nueva propuesta a esta ola solidaria. A partir de este lunes, trabajadores y voluntarios de la entidad eclesiástica estarán dispuestos, con las debidas medidas de prevención y atentos a las últimas indicaciones del Gobierno de España, «a no dejar que nadie pase necesidad y pueda quedarse sin lo esencial en su día a día».
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Según ha detallado el Obispado en un comunicado, una de las medidas que se van a poner en marcha ha nacido a propuesta de varios jóvenes ante la gravedad de la situación. Su tarea consistirá en asistir a personas mayores o que no puedan salir de sus domicilios por estar impedidas. Ellos se encargarán de ayudarles en servicios esenciales para acercarles alimentos de primera necesidad, productos de higiene y medicamentos. Ante cualquier llamada de una de estas personas, desde la organización coordinarán los pasos a dar «siempre incidiendo en las medidas indicadas por las autoridades sanitarias». Entre otras, estarán preparados con guantes, máscaras, gel desinfectante y mantendrán siempre las distancias con las personas demandantes. Para poder hacer uso de este servicio por parte de estos jóvenes, bastaría con llamar al 674 747 270 de 09:00h a 19:00 horas.
Otra de las iniciativas impulsadas desde la Diócesis de Vitoria nace del propio comedor social de los Desamparados. Para no dejar a nadie sin su comida y cena diaria, desde la Obra Social de la parroquia han tomado la decisión de facilitárselas en tápers para que se las coman en sus casas y no tengan que salir dos veces. En este caso, los trabajadores también mantendrán todas las medidas de seguridad y darán las bolsas por uno de los accesos más amplios, con distancia entre usuarios y cocineros. «Nos pusimos en contacto con la Ertzaintza y nos animaron, ante el vacío legal en este punto, a seguir ayudando a estas personas con el único consejo de que se respeten las distancias entre los usuarios mientras esperan a ser atendidos», sostiene el párroco José Ángel Riofrancos. «Seguiremos dando este servicio ante esta situación de emergencia hasta que el Gobierno lo prohíba por cuestiones de salud pública y para evitar que esto empeore», subraya.
De forma paralela, se informa de que Cáritas, siempre y cuando el Gobierno central lo permita, tendrá sus oficinas abiertas con servicios mínimos para atender a los más vulnerables. «Es a quien más está golpeando la situación actual y la mayoría no tiene un soporte o colchón donde sostenerse», explica su directora, Maite Sebal. En todo caso, la dirección de Cáritas tendrá este lunes una reunión extraordinaria para intentar gestionar la actual coyuntura.
Desde Jeiki, el antiguo Proyecto Hombre, mantienen las terapias para los usuarios con las medidas de precaución debidas y en espacios donde se garanticen. Por su parte, Berakah, cuyo voluntariado asiste en gran medida a inmigrantes y refugiados, hizo un reparto masivo de comida el lunes pasado ante el discurrir de los acontecimientos. En estos momentos, se están estudiando, en el marco del estado de alarma, «cauces para llegar a muchas personas que saben se están quedando sin alimentos de primera necesidad».
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