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«No es el momento de convocar una huelga». Las declaraciones de la semana pasada del lehendakari, Iñigo Urkullu, han caído como sal en una herida entre la plantilla del hospital Santiago, en Vitoria. Los profesionales sanitarios se han concentrado en la mañana de ... este miércoles en las puertas del centro de salud del centro de la capital alavesa en la antesala de las manifestaciones que tendrán lugar el 25 de febrero (por la Atención Primaria) y 28 de este mismo mes (en todos los ámbitos de Osakidetza). Reprochan que se hayan empleado esas palabras ahora cuando «venimos advirtiendo del grave problema estructural desde hace tiempo. En diciembre de 2019 ya nos concentramos», han recordado. «Y nos volvemos a movilizar porque no podemos ver que el barco se hunde sin hacer nada», han abundado.
Al grito de «menos cierres, más personal», los trabajadores reivindican un cambio en la estrategia política en el Servicio de Salud para «garantizar una atención óptima a la ciudadanía». Señalan que la plantilla está «agotada» y que la situación «cada vez es más grave». Comparten la afirmación de que «la crisis del covid ha agravado el problema», pero descartan que sea algo «coyuntural, sino que es estructural». «Hay una falta absoluta de planificación del relevo generacional -la media de edad es de 50 años-, la sobrecarga es continua y existe una falta de recursos», han manifestado entorno a medio centenar de trabajadores, junto a representantes de los sindicatos SATSE, ELA, LAB, CC OO y UGT. Sostienen que «las dificultades para contratar personal son consecuencia de decisiones políticas desacertadas».
En ese sentido, instan al Departamento vasco de Salud a sentarse en una mesa para tratar de redirigir el rumbo de Osakidetza. La carpeta que llevan bajo el brazo cuenta con diez puntos estratégicos para conseguir sanar la situación. En este sentido, piden «aumentar el presupuesto de Osakidetza para el próximo ejercicio hasta llegar a la media de la Unión Europea, de un 7% del PIB, destinando un 25% del mismo a la Atención Primaria» y «reducir la tasa de eventualidad hasta rebajarla al 8%». En cuanto al servicio, exigen un «adecuado dimensionamiento de las plantillas para racionalizar las cargas de trabajo y dar una atención de calidad» y «revisar todos los recortes aplicados en los PAC (como el de San Martín) y los horarios». Medidas acerca de la jubilación anticipada y la turnicidad también se colocan encima de la mesa.
A estas reivindicaciones se suman ahora también las partidarias de frenar el «cierre» de las Urgencias de Santiago. Los sindicatos denuncian que «sigue la política de desmantelar la Sanidad», aludiendo al anterior cierre del PAC de San Martín. Y pese a estar aún en un proceso de trasvase -se dio un plazo de tres semanas para adaptar a los vitorianos al nuevo funcionamiento, centralizando las Urgencias en Txagorritxu-, censuran que el cambio ya está dejando los primeros daños colaterales. «Txagorritxu está desbordado. Los trabajadores están agotados, están recibiendo un aluvión de pacientes y todo esto mientras se adaptan a un nuevo centro y un nuevo circuito». Aseguran que «se están dando crisis de ansiedad» entre los trabajadores.
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