El 1 de diciembre de 2020 siempre permanecerá en el recuerdo de estos cuatro protagonistas y de otros 73 trabajadores en la planta que Alestis tiene en el Parque Tecnológico de Álava, en Miñano. Será un recuerdo «nefasto, pésimo», coinciden, en un año «para olvidar» ... . Lidia Sáenz de Buruaga, Iñaki Arregi, Endika Ruiz de Loizaga y Ana Vado hablan para EL CORREO en el día que se quedan en la calle. Y junto a ellos, «un montón de compañeros y amigos», todos ellos afectados por el expediente de regulación de empleo (ERE) aplicado por la compañía.
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56 despidos y 21 salidas pactadas y prejubilaciones se ejecutan desde hoy mismo «con indemnizaciones escasas de apenas 29.000 euros», critica el presidente del comité, César Gómez. Y la empresa dedicada a la transformación metálica y al montaje de conjuntos aeronáuticos, que tiene en Airbus su principal cliente -el 90% de carga de trabajo va para la multinacional francesa-, se queda con apenas cien personas «cuando hace tres años éramos unos 230», recuerda.
La pandemia ha repercutido negativamente «y de eso no hay duda» pero los pedidos para seguir fabricando aviones «no se han cancelado, solo se han pospuesto, con lo que el personal sigue siendo necesario. Sin embargo, han aprovechado el Covid-19 para adelgazar la plantilla, algo en lo que ya estaban pensando hace tiempo», relatan molestos los trabajadores. Empezaron con un ERTE en junio y a finales de agosto vieron cómo Alestis anunciaba un ERE «totalmente desproporcionado e injusto» que ahora deja en la calle a 77 personas, «la mayoría entre 45 y 50 años y muchas de ellas mujeres».
El futuro para quienes vayan a permanecer en la empresa «también es bastante negro». El principal propietario es Aciturri, con sede en Miranda -también tiene planta en Berantevilla-, «y sería lógico pensar que en poco tiempo agrupará a todos sus trabajadores allí con lo que por el camino se pueden volver a perder empleos en Álava y la actividad industrial se iría de nuestro territorio», apunta el presidente del comité.
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Los testimonios de los afectados
Tras 22 años de trayectoria en Alestis, su vida dio un vuelco al verse incluida en el ERE de extinción. Madre de un niño de 7 años, «tenía jornada reducida. Así que ahora, a mi edad y siendo mujer, me veo totalmente desfasada y fuera del mercado laboral». Lidia Sáenz de Buruaga denuncia la «mala fe» de la empresa al proponer el ERE en plenas vacaciones de verano «y negociarse fuera de aquí. Nosotros solo queríamos mantener nuestros empleos pero han prevalecido el capital y los beneficios a las personas». Ahora teme por el futuro de sus compañeros, «porque tener cien trabajadores en cuatro pabellones por los que se está pagando mucho dinero no es sostenible».
A su trabajo como verificador e inspector de calidad en la factoría de Alestis en Miñano suma su condición de pianista y compositor. «Así que si el futuro de la industria no está fácil, ni te cuento el de la cultura que en cada crisis siempre sufre mucho», confiesa Iñaki Arregi, que el 1 de enero de 2021 habría cumplido veinte años en la empresa. «No será posible y me voy con la sensación de que hemos luchado por algo más que mantener nuestro empleo de horas y nuestro sueldo. Hemos peleado por el futuro de la planta pero está cada vez más negro», dice. Cree que se podrían haber tomado medidas temporales «porque la crisis en la aeronáutica es coyuntural».
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La Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), que pertenece al Ministerio de Hacienda, posee el 24% del accionariado de Alestis «y PSOE y Podemos que forman el Gobierno no han hecho nada para impedir estos despidos. Nos sentimos completamente abandonados por las instituciones», lamenta Endika Ruiz de Loizaga. Durante la negociación por el ERE la plantilla propuso «prolongar el expediente temporal o reducir la jornada, lo está haciendo Airbus creo que en Alemania. Pero aquí desde el principio tenían claro que querían eliminar empleos», dice este operario de producción con 14 años en la compañía. «Se pierde a gente muy bien formada».
El final a 19 años en Alestis «ha sido muy duro y muy triste. Nadie de la empresa ha dado la cara por nosotros ni nos ha defendido. Solo nos ha pedido producción y producción», lamenta Ana Vado, madre de un niño de 9 años. Hasta tenía una jornada reducida «que me permitía conciliar la vida laboral y familiar. Ahora ni me lo planteo. Necesito trabajar así que...». Más allá del cambio que tendrá que experimentar en su vida «cuando encuentre empleo porque no lo vamos a tener fácil», cree que «no se nos ha tratado bien a la gente. Muchos se han enterado de los despidos por burofax cuando hablamos de personas con entre dos y tres décadas en la compañía».
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