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El Tour de Francia pasará por Vitoria en un mes. Lo hará el próximo 2 de julio. Y, hasta que llegue el momento, la ciudad se está preparando para la ocasión. El Corte Inglés se ha sumado a esta fiesta y, para mostrar su apoyo, ... ha pintado la cristalera de su pasarela, ubicada en la plaza Santa Bárbara. El artista vitoriano Alain Larreina, que suele colorear también este ventanal en Navidad, ha sido el encargado de hacerlo.
Este jueves está dando sus últimas pinceladas en las que se puede apreciar el monumento a la batalla de Vitoria, a Celedón subido en una bici «de las antiguas» o motivos que recuerdan al parque de Salburua con sus ciervos y sus humedales. También, y para mostrar la conexión con París, ha pintado el Arco del Triunfo o la Torre Eiffel acompañados de un '¡Aupa!' y un ¡Ánimo!' como palabras de aliento.
La ubicación le parece «redonda», ya que desde la pasarela se entra a la zona de deportes y las pinturas se pueden apreciar desde dos perspectivas. «El objetivo es que se vea tanto por dentro como por fuera. No son pinturas hechas al detalle. Quería que fuesen divertidas, se trata der dar luz», concreta Larreina.
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En los próximos días cambiará de emplazamiento y trasladará sus colores acrílicos a la calle la Paz. Allí ilustrará uno de los escaparates con retratos de ciclistas míticos como Miguel Induráin o Marino Lejarreta. Con estas imágenes, que emplearán una técnica completamente distinta, busca que esas figuras vuelvan a tener el protagonismo que ganaron por sus pedaladas en otra época. «Los chavales jóvenes ya no los conocen y antes eran de lo más popular», rememora. Además, la semana que viene adecuará estos motivos a El Corte Inglés de Bilbao, desde la que se iniciará el Tour.
Larrain, que era ingeniero hasta hace seis años, se ha convertido en un decorador habitual de escaparates. Aficionado del ciclismo e hincha del Alavés, ganó reconocimiento en 2017, cuando inundó de sentimiento alavesista una treintena de vidrieras de comercios de la capital después de que el equipo se clasificara para su primera final en la Copa del Rey. Antes de dar el salto al centro, se inició con pequeños dibujos en el barrio, en Zabalgana. Luego, con la visibilidad de colocarse en el lugar adecuado, hosteleros y comerciantes le fueron llamando. «Me prestan el lienzo y puedo dar rienda suelta a la creatividad. Es un orgullo, además, poder dejar mi huella en estos acontecimientos mundiales que ponen a Vitoria en el mapa», expresa.
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