Ninguno de ellos se dedica profesionalmente a la fotografía, ni tampoco a la meteorología, pero sus instantáneas de esos fenómenos que arroja el cielo, como la tormenta que atravesó Álava hace ahora una semana, acumulan miles de 'likes' en las redes sociales. Rayos, mantos ... de nubes, borrascas en formación... A veces son imágenes tomadas por casualidad aunque, en la mayoría de las ocasiones, se trata del resultado de pisar los talones durante kilómetros a la tempestad. «La suerte siempre está ahí pero detrás hay mucha escuela», reconoce el vitoriano Imanol Gago, un técnico en emergencias sanitarias que a principios de mes retrató con su dron los efectos del devorador tornado que cruzó la Sierra de Entzia.
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Imanol Gago, 40 años
La experiencia, como dice el dicho popular, es un grado pero la cantidad de aplicaciones que han surgido en torno a la meteorología hacen «que ahora todo sea más fácil». «Con las previsiones, conociendo la red de carreteras y mirando los radares de Euskalmet puedes seguir la tormenta», confirma Imanol Zuaznabar, quien el pasado fin de semana cazó en una salida de la vía que lleva a Salvatierra el temporal que inundó Vitoria en apenas veinte minutos. Llevaba detrás de él varias horas y en su afán por dar con la mejor imagen, su coche «acaba casi abollado, los granizos eran bastante grandes», comenta. Gajes de una pasión donde, no obstante, «todo está planificado». En cifras de Twitter, donde cuelga sólo un puñado de las decenas de fotos que toma de cada instante, la «supercélula» -una especie de tormenta en rotación- que este veinteañero captó con su cámara se ha ganado un 'me gusta' de más de 2.000 usuarios en la red del pajarito azul.
Imanol Zuaznabar, 27 años
Algo más al norte del territorio, en Asparrena, Mikel Giné se hizo ese día con una instantánea para el recuerdo con varios rayos -hasta 806 cayeron el pasado domingo sobre la capital- como protagonistas. «Justo unas semanas antes había dicho que quería fotografiar uno pero no me esperaba que me saliera a la primera», admite este graduado en Educación Primaria, y futuro opositor, que colocó el trípode en el balcón de casa cuando vio el camino que había tomado la tormenta en el radar de Kapildui. En «milésimas de segundo» consiguió una imagen que sumará a su particular álbum, donde la naturaleza en todas sus expresiones destaca como temática principal. Desde el río Zirauntza a las cataratas del Niágara salpican un trabajo con la cámara que comenzó sin formación alguna hace unos cuatro años.
Mikel Giné, 25 años
El contacto con el entorno natural desde crío fue también el culpable de que Gago se convirtiera en un cazatormentas. «No sé cómo surgió la afición. Desde pequeño, con mis padres y mis hermanos, he ido mucho al monte, al campo, de camping... y si tu vida está continuamente relacionada con el exterior, te ves condicionado por la meteorología y eso te hace aprender», relata. Con ese bagaje en sus manos explica que para fotografiar una tormenta se necesita, primero, conocer cómo se va a mover -hoy basta con una 'app'- y situarse «donde se pueda ver bien sin riesgos». Ni demasiado lejos, ni tampoco dentro de ella. Después basta con tirar de técnica para «enfocar y saber los parámetros que hay que poner en la cámara». «Para sacar una foto medianamente buena no hacen falta unos conocimientos muy grandes», remata quien ha logrado capturar un rayo verde -un fenómeno que se da, sobre todo, en atardeceres y con horizontes muy limpios- con su objetivo.
Pero si hay una imagen que un buen número de 'cazatormentas' ansían arrancar al cielo es la aurora boreal. Gago se hizo con ella en Groenlandia y Zuaznabar viajará en agosto a Islandia en su busca. «Para nosotros es algo especial por las latitudes en las que se puede ver», reflexiona este último, licenciado en Geografía en Vitoria, que ha llegado a hacerse «600 o 700 kilómetros» por una instantánea. «Aprovecho para visitar pueblos o conocer la gastronomía, que también me gusta mucho», matiza consciente de que el mero espectador de estas fotografías puede tomarle por loco. Su tocayo pone palabras a este empeño en seguir el rumbo de las nubes: «Somos un poco 'frikis'». Los números, sin embargo, constatan que el interés por la meteorología va más allá de las conversaciones de ascensor y, como muestra, los más de 2.600 seguidores que suma Arabamet, la cuenta tuitera que gestiona este alavés junto a otro par de aficionados.
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Giné aparece en su lista de 'followers' y entre esas personas que, sea invierno o verano, miran con mala cara hacia un cielo despejado. «Al contrario que la mayoría de la gente, lo prefiero con nubes», afirma convencido de la fotogenia de cirros, estratos, cúmulos y cumulonimbos. «Son más fáciles de sacar y las tormentas también son bastante accesibles», valora Gago mientras informa de que acaba de ver que amenaza lluvia sobre Valdegovía. Cada fenómeno, admite el otro Imanol, sin poder elegir solo uno, tiene algo especial por su fugacidad: «No es como sacar una foto a un edificio».
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