El día más sentido y con menos visitas en los cementerios de Vitoria

La prohibición de abandonar el municipio ha separado a muchos de la sepultura de sus seres queridos. El temor al coronavirus fue el responsable de que parte de los más mayores se quedaran en casa, y en algunas familias se produjo un relevo generacional en el cuidado de las tumbas. «Nuestra madre nos pidió que la trajéramos, pero preferimos que se cuide, así que hemos venido los hermanos. Los mayores están más expuestos», explicaban Angelines y Leocadio Burón y su esposa Diana junto al panteón familiar. Han plantado crisantemos para que «aguanten lo máximo posible», y es que hay quienes temen no poder volver a visitar el cementerio en las próximas fechas si se instaura un nuevo confinamiento domiciliario.

El dolor provocado por la pandemia de coronavirus se ha dejado notar entre las calles de Santa Isabel y en especial en El Salvador. «Este es el primer Todos los Santos sin mi padre y quería venir hoy, pero mi hermana y mi cuñado vinieron el viernes», explica Gloria, quien despidió a su padre Amalio Urraca, fallecido el pasado 27 de marzo. Nunca fue diagnosticado de coronavirus, pero murió tras sufrir una neumonía en el hospital de Txagorritxu. «Al menos pudimos despedirnos de él y compartir sus últimos momentos, pero no pudimos enterrarlo hasta junio», lamentaba Natividad, su viuda, sin dejar de sacar brillo a la tumba. Como tantas otras familias, los demás miembros han acudido a rendir homenaje a Amalio por turnos.

Quienes ya no están siguen doliendo pasen los años que pasen. Asunción de la Fuente visita cada domingo a su marido, fallecido hace 18 años, y hoy no ha sido una excepción. «Era un santo y siempre tenía ganas de bromas, me falta muchísimo. Le gustaba la jardinería y cuido estas flores naturales como homenaje», explicaba emocionada. Unos metros más allá Isidora Amado limpiaba la tumba de los suyos con brío, subida sobre la piedra. «¿45 minutos de límite por visita? Tardaré lo que tenga que tardar, me he gastado 17 euros en un taxi para no venir cargada en el autobús. Aquí tengo a mi hijo, mi marido, mi padre, mi abuelo y mi hermano, al que trajimos desde Extremadura», enumeraba.

El dispositivo de Todos los Santos prohíbe las reuniones de más de seis personas, recomienda que las visitas no excedieran los 45 minutos y excluye también la entrada de sillas y enseres similares. Pese a que algunas familias han incumplido estas indicaciones, la jornada transcurre sin incidentes en los cementerios vitorianos, donde patrullas de la Policía Local vigilan el cumplimiento de las normas. El aparcamiento de El Salvador, un hervidero cada comienzo de noviembre, no ha recibido ni la mitad de visitantes que otros años. Apenas 350 personas se han trasladado simultáneamente a este camposanto que 4.000 personas suelen visitar cada 1 de noviembre. Los agentes han contado además con el apoyo de un dispositivo de la Cruz Roja que ha realizado una labor informativa en el cementerio y aportado consejos sobre el uso correcto de las mascarillas. Buena parte de las tumbas que lucen flores no han recibido las visitas de sus familiares. «Este año hemos visto un gran aumento en la demanda del servicio de colocación de flores», explican en las floristerías.