Mientras toma un café en una gélida ciudad de Madrid, Greg Izor responde a las cuestiones de este diario. El artista estadounidense es reconocido como renovador del lenguaje y el repertorio de la música con raíces con una armónica que lleva el blues incrustado ... en sus cuatrincas. Pero el también intenso vocalista –que ha residido en Louisiana, California o Texas – respira a la vez otros aires sonoros, que funde con la maestría que ha plasmado en sus cinco álbumes. Sin embargo, nada como la intensidad de su directo, que llevará el domingo en cuarteto a la sala Urban Rock Concept de Vitoria (17.00 horas).
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- ¿Cómo va a ser su concierto?
- Ante todo, salimos a disfrutar. Aunque puede ser intenso, siempre es libre y relajado. Puedes esperar un concierto dinámico. Sucede un montón de cosas, mezclando blues, rhythm ad blues, música de la Costa del Golfo o country, la actuación cubre un vasto territorio. Y me gusta tocar: en Austin lo hacía 6 días a la semana y lo he echado de menos , así que estamos ardiendo de ganas.
- Y lo van a demostrar..
-Mis actuaciones no están cerradas, son fluidas y nuestra música es una serie de intrecambios entre los músicos, y también el público. Tengo la suerte de tocar con músicos flexibles que pueden ir en cualquier dirección y así podemos hacer lo que sentimos en el momento. Todo sucede en el instante y nunca de la misma manera. Hay un fuego y una intensidad que es difícil de encontrar en el mundo del blues actual.
- Hay diferentes elementos y estilos en el blues. ¿Cómo describiría su visión en particular?
- Consiste en tocar con honesta intensidad. Nunca toco igual la misma cosa. Es diferente en cada 'show', en cada grabación. Estoy en un estado de crecimiento constante y me gusta explorar las posibilidades en la música. Cómo me siento marca lo que expreso musicalmente.
-Supongo que ha escuchado a muchos cantantes, armonicistas y guitarras, pero ¿quiénes fueron los que le decidieron a cantar y a tocar ambos instrumentos?
-Es difícil responder, porque toda mi vida he estado enamorado de la música y con influencias de todo lo que he escuchado. Supongo que las mayores son Louis Armstrong, Miles, James Cotton, Big Walter, Thelonious Monk, por supuesto Johnny Sansone, que realmente me enseñó a hacerlo. Probablemente el primer armonicista en el que realmente profundicé fue Sonny Boy. Hay millones de influencias -podría seguir durante días- como Lefty Frizell, Lefty Dizz, Left Hand Frank, todos los 'Lefts'n (zurdos).
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- ¿Son importantes las etiquetas en la música? ¿Por qué eligió expresarse con el blues?
-No sé qué importancia tienen las etiquetas, pero hay ciertas sensibilidades que me gustan. El blues tiene un 'feeling' con el que puedo relacionarme y expresarme a través de él. Igual sucede con el rhythm and blues de Nueva Orleans, el country, el jazz primigenio, bop, rock and roll, cualquier cosa que aporte un buen 'feeling'.
-¿Cómo fue tocar – y aprender, supongo– con maestros como Pinetop Perkins o Clarence 'Gatemouth' Brown? ¿Cómo les recuerda?
- Les recuerdo con afecto. He sido muy afortunado de haber aprendido de maestros que ayudaron a crear esta música. Me ayudaron a entender la importancia de hacer algo original y su ánimo me ha ayudado a ser un músico libre. Aprecio mucho el tiempo que he pasado con ellos. Hay un millón de historias, demasiadas para contarlas todas. Una que siempre recordaré y en la que pienso a menudo fue estar intercambiando frases musicales con el legendario Jerry McCain, mirarle y ¡ver que estaba tocando la armónica con la nariz!
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- Vaya.
-También he tenido la suerte de pasar tiempo con los maestros vivos de mi instrumento. Johnny Sansone me enseñó mucho sobre cómo afrontar la música, pasó años animándome y ayudando a mi desarrollo. He pasado mucho tiempo con Paul Oscher, Kim Wilson, Rick Estrin, Portnoy y tuve la suerte de conocer al desaparecido Paul DeLay. Estos tíos fueron abiertos conmigo y me animaron a crear mi propio estilo.
-También ha vivido en lugares con fuertes tradiciones de blues, como Nueva Orleans y Austin. ¿Son importantes el entorno y la interacción con distintos músicos?
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- Pienso que sí. Aprendo más cuando estoy rodeado de gente creativa, de todos los niveles. Estos lugares atraen a músicos y artistas, así que hay muchos estímulos. Respondo al 'feeling' de la música y, como habrá experimentado usted, distintos lugares aportan sensaciones distintas. Nada es como Louisiana, y cuando cruzas la frontera a Texas o Mississippi, es distinto. Y si vas al Delta de Mississippi, es completamente diferente. También creo que hay una gran relación entre música y comida, y en el Sur van juntas. Asimismo, los músicos pasan tiempo juntos, comen juntos y hacen vida en común. Además, hace buen tiempo.
- Hablando de interacciones, creo que en estos días está grabando unos temas con la cantante alavesa Itziar Yagüe. ¿Cómo la conoció?
- Conocía a Itziar en el club de Madrid La Coquette. Era amiga de Emilio Arsuaga, subió al escenario con nosotros y echó el local abajo. Hemos sido amigos desde entonces. Hace un tiempo nos juntamos y hablamos de todo lo que sucedía en nuestras vidas, lo que nos llevó a escribir algunas cosas y a este proyecto. Estoy entusiasmado con esto. Ella tiene un gran talento.
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- Al público de blues le encantan los clásicos. ¿Incluye alguna versión en directo?
- Depende de cómo me sienta. Me gusta escribir. Tengo cinco álbumes de material original y toneladas de canciones que he escrito no he grabado. Escribo tal y como hablo, así que encuentro más personal el material propio. Si hago una versión ha de ser real para mí. No creo en hacer una interpretación en una canción o contar una historia, digo la verdad tal y como la veo. Por esto, hacer versiones puede ser complicado.
- ¿Cómo desarrolló su propio estilo para tocar y componer?
- El tío que me enseñó a tocar, Johnny Sansone, no me sentó y me enseñó armónica. Le seguí a todas partes, absorbía lo que hacía, observaba cómo hacía las cosas y aprendí a hacerlo mi manera a partir de ahí. Él no hacía los típicos trucos como hacer cantar a la gente, dar golpes con el pie en el escenario, tocar cosas repetidas y demás. Y el público respondía porque era real. En mi caso, miraba lo que otros artistas hacían para hacer yo otra cosa. Siempre he intentado hacerlo a mi manera, aprender a escribir, tocar o grabar por mí mismo, con la ayuda de otros. Nunca he querido que mis discos sonaran como los de otra gente, así que los he hecho en casa con Josh Fulero y Mike Keller, con mi propio equipo y preguntando mucho para obtener los sonidos que tenía en la cabeza.
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- ¿Cómo ve la evolución de la escena del blues?
- En estos momentos, no veo que evolucione mucho. La mayoría de los álbumes que salen suenan igual, la mayoría de bandas tienen la misma rutina y hacen los mismos trucos. Creo que el blues se ha convertido más en un negocio, de ahí que haya más producto y menos música. Siempre he querido estar fuera de ese mundo.
-¿Cómo invitaría a los aficionados de Vitoria a su concierto?
-Les diría que vinieran a pasar un buen rato con nosotros. He oído que en Vitoria hay un público entendido en música, así que me apetece mucho tocar para todos vosotros. No creo que nos dejen bailar, así que preparaos para menear los pies.
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