![«Mi tío me llevaba a una habitación para jugar a papás y mamás»](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2023/03/02/JUICIO%20ABUSOS-kdzD-U190778203033VTB-1200x840@El%20Correo.jpg)
![«Mi tío me llevaba a una habitación para jugar a papás y mamás»](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2023/03/02/JUICIO%20ABUSOS-kdzD-U190778203033VTB-1200x840@El%20Correo.jpg)
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Miren se atiborra de antidepresivos cada mañana. Tiene serias dificultades para hacer amigos. Siente «arcadas» cuando rememora lo que le ocurrió entre los ocho y los diez años. Esas visitas inocentes a la casa de su tía y su marido. Cómo «más de diez veces» ... a lo largo de 24 meses, él la llevó a una habitación para «jugar a papás y mamás». No fue consciente de la gravedad de lo padecido hasta que, un lustro después, en 2019, su colegio organizó un taller de educación sexual. Ayer, Miren –nombre ficticio para esta valiente que ahora cuenta diecisiete años– declaró en la Audiencia Provincial de Álava por 'su' tema.
«Siento que me han quitado mi infancia», expuso con voz tenue. A día de hoy le invaden con demasiada frecuencia sentimientos de «rabia, enfado» sin venir a cuento. A veces le da por pensar que «todo el mundo me mira mal». Se ha intentado quitar la vida en «varias» ocasiones. La última, engullendo todos los medicamentos que tuvo a su alcance. La mitad de su familia le apoya en la denuncia contra su tío. La otra parte la tacha de farsante.
Segunda víctima
Armada con un plus de entereza, esta adolescente compartió su historia a los magistrados Jesús Poncela, Elena Cabero y Ana Zulueta. Ellos deberán decidir si su relato posee la firmeza suficiente para condenar al adulto, que negó «rotundamente» ataque alguno a la niña. También a una segunda víctima, una pariente lejana de visita en su domicilio y que tenía catorce años en el momento de los hechos. En su turno de palabra, esta joven residente en otro país de la Unión Europea refirió dos «besos en la boca» y «tocamientos» cuando nadie les vio.
Al autor de estos presuntos abusos sexuales podrían imponerle hasta once años de prisión. Esa es la petición inicial manejada por el fiscal Josu Izaguirre que, en el segundo caso, podría rebajarla por efecto de la ley del 'sólo sí es sí'. Ese previsible variación se conocerá la próxima semana, cuanto se celebre la segunda y definitiva vista oral de este nuevo caso de ataques sexuales en la capital alavesa.
La acusación particular, a cargo de la letrada Zuriñe Parra, reclama seis años por el supuesto infierno experimentado por Miren. Mientras que el letrado de la defensa, Antonio Llavador, considera que deberían absolverle por falta de pruebas claras aunque, si hubiera condena, apostó por que le apliquen el 'arraigo' para regatear la expulsión del país.
Como suele ocurrir en esta clase de delitos registrados en la intimidad, no existen más testigos directos que las denunciantes y el señalado. Éste, en un interrogatorio que se prolongó por espacio de más de una hora, rechazó haber sometido a su sobrina o a la otra familiar. «Nunca nos quedamos solos», proclamó en un par de ocasiones a modo de defensa. «Siempre he pensado que a los niños hay que darles espacio porque hay que cuidarlos. No hay que tocarlos», justificó.
Fiscalía de Álava
«¿Entonces a qué obedecen unas acusaciones tan severas?», le requirieron. «A una mala relación con su madre (de Miren)», esbozó. «Tuvo un problema legal por una plantación de marihuana y me acusó de chivarme», soltó. También mentó un hipotético enfado entre su pareja y la progenitora de la víctima principal por un comercio minorista que dirigían a medias.
Ese segundo desencuentro data de noviembre de 2019, un mes antes de la denuncia de Miren acerca de unos incidentes encuadrados entre 2013 y 2014. «No me sentía cómoda, pero tampoco entendí lo que estaba pasando», acotaría luego la menor. El 'click' interno gracias al taller de educación sexual llegó un lustro después. «Tomé conciencia de lo que me había ocurrido. Pasé los siguientes ocho meses en el psicólogo antes de ir a la Justicia, para que valoraran si era verdad. Tampoco quería dañar el negocio de mi madre con su hermana», agregó durante su declaración a la sala. Tras ella presentó cargos la pariente residente en el extranjero.
Sus primos y su tía declararon a favor del encausado. Sonaron frases exculpatorias como «siempre estábamos muchos en casa» o «es imposible que él se quedara a solas con ella». Y lo mismo con la otra presunta perjudicada. «Estuvo cinco días. Hacíamos excursiones desde la mañana a la noche y siempre había mucha gente en el piso».
Las primeras educadoras sociales que entrevistaron a Miren concluyeron que su relato resultó «congruente con abusos sexuales». Una funcionaria añadió que «hemos tenido más casos tras hacer talleres de educación sexual» en otros colegios.
Por la sala de vistas principal del Palacio de Justicia de la Avenida de Gasteiz pasaron asimismo un par de peritos adscritas a la Unidad de Valoración Forense Integral. Ambas mencionaron que, tras entrevistarse con la víctima principal del caso, sus manifestaciones eran «compatibles» con la pesadilla se experimentar un ataque sexual en la infancia. Además, la psiquiatra que la trata en la actualidad aseguró que «está diagnosticada de trastorno depresivo».
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