Delitos sexuales en Euskadi

El testimonio de un cura, decisivo para absolver al acusado de abusar de una niña de 11 años en Vitoria

Este investigado –un veinteañero que aprovechó su oportunidad como mena en Álava y ahora acaba de ser padre– se enfrentaba a una pena de tres años y un día de prisión. Debido a su origen extranjero corría el riesgo de que la sustituyeran por media docena de años de expulsión del país. Era el único procesado de seguir a una niña de 11 años, asaltarla en el portal, darle un beso tras bajarse la mascarilla y huir a la carrera cuando ésta comenzó a gritar. Eran las 20.30 horas del 24 de junio de 2020.

La vista oral en la Audiencia Provincial de Álava se celebró a finales del mes pasado, tres años después de los hechos. A lo largo de esa mañana de noviembre se plantearon versiones muy diferentes a los magistrados Jesús Poncela, Francisco García Romo y Elena Cabero.

Los padres de la pequeña –y ésta en una declaración grabada– desgranaron el incidente que le dejó secuelas. Aún no quiere salir sola a la calle o duerme con la luz encendida. A partir de ahí, pasaron una fotografía del sospechoso a la Ertzaintza que no era el ahora exculpado.

Un año después del ataque sexual creyeron verle mientras accedía a un un portal cercano al suyo, donde se había instalado. Y a los pocos días, cuando iba a la mezquita. Llamaron al 112. La Policía autonómica le detuvo y acabó imputado. Este joven de 26 años siempre negó ser el asaltante. Nunca entró en prisión preventiva, pero durante la espera del juicio vivió con la sombra de la cárcel o la expulsión.

Antes de arrancar la vista oral, el abogado defensor presentó una prueba de última hora. Un vídeo de las «17.23 horas» de aquella tarde de junio y que le situaba en el domicilio de un amigo de su adolescente. Un cura para más señas. En la breve secuencia se le aprecia repanchingado en el salón mientras ve la televisión.

Este sacerdote aseguró que «estuvo en mi casa», porque de vez en cuando le invita «a comer a mi casa». Después de compartir mantel, este testigo de descargo se fue a la parroquia y dejó solo al chico en el salón. «Volví sobre las 20.30-20.45 horas y (el investigado) se marchó como a las nueve o nueve y algo», rebobinó.

Es decir, media hora después del asalto sexual, aunque ese domicilio se encuentra a «un minuto» del portal donde la pequeña resultó asaltada. «¿El acusado tenía llaves?», requirió la jueza Cabero. «No», contestó con firmeza el religioso.

«La seguridad con que se ha expresado (en referencia al cura) ofrece una coartada al acusado y plantea algunas dudas sobre la fiabilidad de la identificación de la menor», expresa en su dictamen el magistrado Poncela. Recuerda que en el vídeo se le aprecia «pelo negro» y en la denuncia se hablaba de «teñido de color castaño o marrón».

La sentencia absolutoria incide en que «la menor fue atacada en las escaleras del edificio por un joven al que no conocía y que el hecho causó a esa niña de 11 años un impacto emocional que le impide concretar con certeza ciertos detalles. Uno de ellos parece ser la identidad del autor». Esta resolución judicial no ha sido recurrida.