Las suaves temperaturas de las últimas semanas, con máximas de entre 16 y 17 grados inusuales en enero, en pleno invierno, han despistado a la procesionaria del pino. Las urticantes orugas han comenzado ya a bajar de sus bolsones en la característica formación en fila ... que les da nombre. Este desfile o procesión es más propio de marzo, pero se ha adelantado un mes según confirman portavoces del Departamento foral de Sostenibilidad, Agricultura y Medio natural que dirige Amaia Barredo.
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La 'Thaumetopoea pityocampa' se ha convertido en un plaga en algunas comarcas alavesas. La más afectada es Ayala, pero también pueden verse sus nidos en el parque de Gorbeia, Aramaio, Kuartango, Rioja Alavesa, zona cantábrica y en los Montes de Vitoria. El pasado mes de agosto, la Diputación activó la emergencia por plaga decidió fumigar vía aérea más de medio millar de hectáreas de monte de Okondo, Artziniega, Amurrio y Llodio para evitar que enfermen más los bosques en los que habita. Y es que esta oruga que deja a los pinos insignis sin hojas y puede llegar a matarlos.
Se usaron fitosanitarios compatibles con los agrocultivos ecológicos, un tipo de intervención que ya se ha realizado en otras ocasiones y que permite llegar hasta las zonas más inaccesibles de estos montes. La fumigación se hizo en septiembre, cuando las larvas están en su primer estadio y aún no han hecho esos nidos que parecen bolsones de seda blanca colgados de las ramas de los pinos en los que pasan el invierno. Devoran las acículas, así que el objetivo es aplicar el tratamiento a las hojas con un producto que a estas orugas les causa la muerte.
Si en 2023 hubo plaga con un invierno frío y lluvioso que mermó la población de este lepidóptero, con una estación más suave está por verse cuáles serán las consecuencias. Los técnicos forales temen que este verano la plaga sea de mayores proporciones, según confirman portavoces forales.
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La procesionaria baja de su bolsón y desfila despacito y en orden en busca del mejor sitio para enterrarse y hacer la metamorfosis. Las urticantes orugas, muy temidas por los dueños de perros y algunos padres, se convertirán en mariposas en unos cuatro meses.
Este lepidóptero defoliador está presente en toda Vitoria, pero es más abundante en los pinos de Olárizu, Aretxabaleta y Gardélegui, donde el CEA intenta controlar su población con bolsas trampa y feromonas que atraen a los machos. Asimismo se intenta favorecer la presencia en los alrededores de carboneros y herrerillos, aves que han incluido a la procesionaria en su menú.
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De momento, de los bolsones localizados en el sur de la ciudad no se ha movido ninguna oruga, indican portavoces del Gobierno municipal.
Si comienza el desfile, es mejor estar prevenido. Para evitar sustos con las mascotas o los niños, los veterinarios recomiendan tener cuidado al pasar junto a una de estas procesiones o bajo un bolsón. Las orugas desprenden unos pelos altamente urticantes que tienen una toxina que puede llegar a ser letal para algunos canes.
En el caso de los humanos, pueden irritar los oídos, la nariz o la garganta y provocar asimismo alguna reacción cutánea. Basta con mantenerse alejados para evitar el peligro.
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