Técnicos forales ven imprescindible la reforma integral del monumento a la Batalla de Vitoria

La reputada experta lo tiene claro, aunque corresponde al Consistorio tomar una decisión al respecto sobre un conjunto que hasta la fecha adolece de un plan de mantenimiento específico. «Las intervenciones realizadas en 2013 y 2014 fueron de urgencia, pero en ninguna se acometió una restauración integral del Monumento. Ya se conocía esta situación por documentación fotográfica anterior, de 1984, pero entonces se comprobó de cerca el mal estado general, sobre todo en la cara norte, con el material pétreo en muy mal estado de conservación, con un grave proceso de erosión y fisuración, llegando al punto de estar algunas esculturas totalmente desfiguradas», recalca.

Ella se basa en su conocimiento del monumento y la documentación gráfica de la que dispone. Por eso sugiere que es necesario que, antes de tomar una decisión, se saque a concurso un contrato para realizar una 'radiografía' integral de la obra que recuerda la fecha de la victoria frente a las tropas de Napoleón (el 21 de junio de 1813). Precisamente, el Pleno municipal respaldó ayer por unanimidad la necesidad de que se licite tras una moción presentada por el PP.

«Mala calidad»

La técnico foral apenas necesitó ocho días para firmar un informe que evidencia que hay «multitud de factores» que están perjudicando de manera importante a este emblema del vitorianismo, entre las que destaca: la «mala calidad» del material pétreo, la aplicación de componentes «incompatibles» con el original y su propia ubicación, que le expone ante las inclemencias meteorológicas y que es «muy accesible» para personas y animales como las palomas.

Y es que la propia piedra arenisca de tipo 'Pitillas' que Gabriel Borrás y Abellá escogió en 1913 para erigir el conjunto escultórico no resulta la más idónea para el clima alavés. Es «muy porosa», por lo que «precisa estar muy drenada y evaporar fácilmente». «Cualquier retención de humedad puede provocar disolución, a la larga, de los carbonatos que tiene en su composición», evidencia el expediente. Esa ha podido ser una de las razones por la que algunos detalles muestran «fisuraciones y microfisuraciones» o existe una «colonización biológica»; es decir, musgo.

Desde su instalación en la plaza de la Virgen Blanca, en 1917, apenas ha contado con cuatro intervenciones. La más importante data de 1985 cuando una intervención dirigida por el escultor Aurelio Rivas abarcó el 70% de la obra. A partir de entonces, tan sólo ha habido «intervenciones de urgencia» que se han centrado en áreas concretas. Precisamente, la capa protectora que se le aplicó hace 39 años no funcionó adecuadamente en muchos puntos. «Morteros de resina que han dejado de cumplir su función de sellado de grietas y fisuras», avisa la experta cuando analiza una de las escenas. «Se aprecia exfoliación y pérdida de la capa superficial por la incompatibilidad entre la capa aplicada y el material pétreo: falta de transpirabilidad y diferencias de movimientos de dilatación y contracción», analiza después.

En la cobertura de bronce que rodea la piedra en el segundo piso muestra «una importante presencia» de cloruros y sulfatos en las «oquedades y rincones de difícil acceso, en donde se acumula la humedad». En las zonas protegidas, por contra, habla de escorrentías (escurrimientos del agua de lluvia) por las que aparecen las «típicas manchas oscuras». «Todo ello contribuye a un aspecto irregular, no muy agradable, que dificulta la lectura de la obra», considera la técnico de la Diputación.

«Hay grietas, fisuras y defectos, posiblemente de la propia fundición, en muchas zonas de las esculturas de bronce. Son especialmente destacables la degradación de algunas juntas de unión entre partes metálicas, la existencia de productos de corrosión del hierro probablemente procedente de elementos de anclaje y la existencia de pletinas que pudieran ser el fruto de intervenciones de fijación posteriores a la ejecución de la obra», avisa.

«Más accesible»

Pero más allá de los efectos naturales de la meteorología o la presencia de animales como las palomas que han colaborado en deteriorar una obra tan importante del patrimonio local, el monumento ha sido víctima de actos vandálicos -como cuando unos adolescentes le lanzaron botes de pintura morada-. Tras la última reforma de la plaza es más accesible para el público hasta el punto que algunos vándalos trepan, realizan grafitis o depositan basura. En la documentación que incluye la jefa foral de Restauración, se observan latas, corchos, polvo y detritus que han quedado «retenidos en las partes protegidas y recovecos» lo que ha favorecido «la acción de la corrosión electroquímica y la formación de alteraciones cromáticas y puntualmente de alguna costra». Además, la diosa Marte ha quedado desfigurada.