Si la pandemia ha deprimido el espíritu, es probable que la 'Pequeña Misa Solemne' de Gioachino Rossini ayude a despegarse de miserias y tristezas. Es la receta que propone el Orfeón Donostiarra para la velada de esta tarde en el Teatro Principal (19.00 horas). ... Tal vez el objetivo de la formación coral no consista en que el público salga del teatro con lágrimas de emoción en los ojos. Pero la partitura garantiza sentimientos a flor de piel, asegura el director, José Antonio Sáinz Alfaro (San Sebastián, 1956). «Es una obra espectacular».
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Al escenario de la calle San Prudencio subirán 70 orfeonistas más cuatro solistas -Miren Urbieta-Vega (soprano), Ainhoa Zubillaga (mezzo soprano), Beñat Egiarte (tenor) y Jon Imanol Etxabe (barítono)-, apoyados por el piano de Pedro José Rodríguez y el armonio de Gerardo Rifón. Se enfrentarán a una obra compleja, difícil para los cantantes. Tan ardua y complicada de ejecutar como gratificante para el espectador. «La partitura tiene algunos momentos muy exigentes para los solistas», destaca Sáinz Alfaro. «Y va a los extremos, desde la finura inicial de un canto a capela hasta las dos espectaculares fugas y un final impresionante, que obliga a la mezzosoprano a un esfuerzo muy considerable. Por algo Rossini está considerado como el mejor compositor para este tipo de piezas», en las que se aúnan espectacularidad y «un gran dominio técnico».
coro
Pero casi se da por hecho que los profesionales del canto puedan afrontar las dificultades propias de la partitura y salir del trance con solvencia. Es lo que harán los cuatro solistas. Sin embargo, la característica esencial del Orfeón radica, precisamente, en el carácter amateur de su cuerpo principal de voces, esos 70 'aficionados' que vendrán a Vitoria y los otros 130 más que componen la 'nómina' de esta formación que cumple 124 años (se fundó en 1897). «Los orfeonistas son gente vocacional que hace malabares para venir a los ensayos y no fallar», remarca Sáinz Alfaro. «Su mérito es doble en estos tiempos». Ese carácter empapa todos los estratos, porque en el Orfeón cantan hasta los que se ocupan de las labores administrativas. «Esto es una vocación, te vas implicando...» y ya no puedes parar, viene a decir Ane Urrutikoetxea, la que lleva las relaciones con los medios.
La 'Pequeña Misa Solemne' es una de las cinco obras que el Orfeón Donostiarra fue preparando en los meses de restricciones. Piezas que no implican un gran desarrollo orquestal o de voces, pero muy potentes para el espectador. El coro las cantó en diciembre en iglesias de San Sebastián y la experiencia resultó «muy gratificante». «Para nosotros era necesario salir a cantar. Pero descubrimos que también lo era para la gente que nos escuchaba, que agradecía oír un concierto de clásica».
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amateur
Ahora que retoma la actividad, Sáinz Alfaro mira la agenda que se apunta para primavera con cierta esperanza. «El año pasado tuvimos que suspender más de una veintena de conciertos. Y teníamos programada una gira histórica por Luxemburgo, Amsterdam, Hamburgo... Esperemos que las condiciones mejoren y se pueda recuperar la actividad. Eso esperamos. De hecho, t777enemos algunos conciertos en Francia que se han recuperado de la gira suspendida el año pasado».
La pandemia también les obligó a cambiar rutinas en los ensayos. Y acostumbrarse a algo que para un vocalista es muy molesto, las mascarillas. «Funcionamos ya con unos códigos conocidos y la obra se trabaja bien en los ensayos». «El problema no es tanto no poder interpretar unas piezas u otras, sino las condiciones en las que lo tienes que hacer. Cantar con mascarilla es un gran inconveniente. El sonido sale atenuado y el intérprete se escucha peor. Es trabajar el doble para que se oiga la mitad. También las distancias obligan a tener unas cuantas consideraciones dependiendo del lugar en el que vas a cantar. Pero estas son las condiciones que hay y hay que asumirlas. Llegarán tiempos mejores», espera.
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Ese tono final más o menos resignado no impide, sin embargo, que Sáinz Alfaro tenga su saco de críticas a las instituciones y al estamento político en particular. «Todos los representantes públicos dicen que la cultura es muy importante, pero no lo veo en sus actos. Para mí es un problema social, más grande que un hecho cultural. Soy de los que piensa que la formación musical es necesaria, tanto como pueden serlo las matemáticas o la física. Al margen de una crisis concreta, no preparamos a nuestros jóvenes para que conozcan y consuman cultura. Para apreciar un concierto, un libro, un cuadro...».
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