Las incómodas butacas no se han sustituído desde el 92. f. lovicario
Reforma de El Principal

Un teatro cansado de remiendos que necesita un traje de su talla

Lunes, 12 de julio 2021, 21:35

Además de saber muchísimo de escenografía, de iluminación y de sonido, el equipo que trabaja en el Principal se ha tenido que hacer experto en corte y confección. Ellos, todos los técnicos, pero también los programadores y también los acomodadores, son expertos en echar ... un zurcido cuando al gran escenario alavés le saltan las costuras. Mientras el Ayuntamiento se decide entre opciones, alternativas, estudios e informes, el teatro sigue en funcionamiento con todos sus achaques, que cada vez duelen más y cada vez son más frecuentes. El edificio clama por su reforma.

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En el teatro se las ven de todos los colores cuando toca meter, con calzador y muchísima paciencia, grandes elementos escénicos por esa puertita del muelle de carga. A veces, ni siquiera caben y los espectáculos no pueden estrenarse en Vitoria. Se las ingenian para que toda una orquesta sinfónica pueda tocar, aunque en ocasiones haya que buscarles sitio en los palcos. Tienen que lidiar con esas sempiternas quejas de los espectadores, que dicen que se dejan los riñones en esas butacas que se instalaron en el 92, diseñadas por la firma Ezcaray, cuando la palabra ergonomía sonaba a latinajo exótico.

El estudio de alternativas que realizó en 2018 la consultora Idom -la misma que ahora está estudiando la posibilidad de unir el edificio Ópera y el teatro- dejaba al desnudo todas las vergüenzas de la bombonera que, en 1917, fue concebido y alumbrado a tiralíneas por Cesáreo Iradier. El famoso arquitecto vitoriano se inspiró en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, en la calle Jovellanos, para traer el concepto de coqueto teatro a la italiana a la capital alavesa. Desde entonces el complejo ha vivido dos grandes intervenciones, en el 49 y en el 92, pero arrastra deficiencias que sólo una reforma completa lograrían subsanar.

En el informe de 2018, los ingenieros de Idom dejaban muy claro que la necesidad de reformar el Teatro Principal no obedecía a una mera cuestión estética, ni siquiera de confort. Los expertos detectaron importantes deficiencias de accesibilidad e, incluso, casos muy concretos en los que la seguridad del inmueble podría llegar a estar comprometida. Se alertaba de problemas concretos de señalización y de estanqueidad de espacios en los almacenes.

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Se ponía el acento en la fragilidad de la tramoya, con un peine (el sistema que soporta todas las cargas de los montajes escénicos) de madera y se ponía negro sobre blanco que la antigüedad de algunos sistemas. De hecho, a finales de 2019 la avería en el telón de seguridad obligó a movilizar a los bomberos en cada función. Llevó semanas repararlo. Otro remiendo a la espera de que el Principal pueda estrenar un traje de su talla.

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