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El coronavirus ha puesto al sector del taxi en una situación crítica. En Barcelona los profesionales del gremio aseguran pasar por su «peor momento», con caídas de facturación del 80%. En Madrid hablan de «ruina». Euskadi no es una excepción y, aunque los mensajes ... no sean tan catastrofistas, dejan traslucir la angustia que soportan los más de 2.000 taxistas. En Álava varios señalan que las pérdidas alcanzan hasta el 75% de los ingresos habituales. Salir a diario ya no es sinónimo de ganancias y las jornadas alternan carreras con horas de espera dentro de los coches. «El trabajo se ha resentido mucho. Se nota que los vitorianos se desplazan menos y hay miedo a salir. Seguimos en una situación similar a la de mayo», señala Izaskun López de Sosoaga, presidenta de la Asociación alavesa del Taxi Alatax.
Las restricciones impuestas a las clases presenciales, el auge del teletrabajo y las limitaciones al ocio nocturno instauradas en las últimas semanas han reducido drásticamente el número de llamadas en la centralita. «Se nota mucho que ahora los bares cierran a la 1.30, antes los sábados trabajábamos hasta las 6.00 y ahora a las 2.00 estamos parados», explica Patxi Garai. En Radio Taxi han acordado trabajar dos días y descansar otro para repartir el trabajo en agosto. Y muchos no llevan a casa ni una cuarta parte del jornal que ganaban antes. «Quienes cogen el taxi se dan cuenta de que les cuidamos bien, hemos instalado mamparas y cumplimos con todas las medidas. Sin embargo las empresas no se reúnen, los aeropuertos no funcionan al 100% y tenemos que cubrir los gastos con ayudas del Estado como las de la caída a la facturación de los autónomos», lamenta Álvaro González de Galdeano. Aunque numerosos taxistas decidieron quedarse en Vitoria durante las 'no-fiestas', apenas aspiran a cubrir sus pérdidas. «Por el momento resistimos y vamos pagando. Agosto era un buen mes, pero en julio también hemos echado en falta a los turistas. Ha desaparecido el perfil del cliente que va a comer a algún sitio», señala López de Sosoaga.
Los taxistas han logrado que el Gobierno vasco les condone estos meses el pago de los autónomos. El Ayuntamiento de Vitoria les ha ayudado a subvencionar la instalación de mamparas, que les permiten hacer su trabajo con un pcoo más de seguridad. «Cuando llevábamos enfermos Covid forrábamos los asientos en plástico desechable y seguían instrucciones. Ahora no sabemos quién puede entrar en el coche, pero trabajamos tranquilos», explica Luis, quien afirma que en las últimas semanas ha tenido que dejar a algún pasajero violento en tierra tras negarse a ponerse la mascarilla. «Los conductores estamos exentos de llevarla, pero considero que es una cuestión de ética», apunta en un descanso en la parada frente a El Corte Inglés.
El varapalo económico que soportan estos 194 taxistas no tiene visos de desaparecer pronto. Rosa, por ejemplo, se quedó en casa durante la mayor parte del estado de alarma para cuidar de sus dos hijos. «No quiero ni pensar en septiembre, estamos viviendo sobre la marcha. La falta de turistas pesa y en julio no ingresé ni la mitad que en el mismo mes del año anterior. Y si los colegios no retoman su actividad tendré que adaptarme a la familia», señala esta mujer que lleva dos años tras el volante. Los ERTE en otras empresas también tienen un impacto directo sobre el taxi. «Ya ni siquiera llevamos a tantos mayores al médico porque les acercan sus hijos, que se han quedado en paro», apunta Luis.
David se hizo taxista hace doce años y ya sufrió de pleno las consecuencias de la crisis de 2008. «La situación ahora es similar. A veces trabajas 14 euros para llevarte 68 euros a casa, o estás cuatro horas y media esperando en una parada para volve sabiendo que no has ganado un euro», lamenta David, uno de los taxistas que durante el estado de alarma estuvo al pie del cañón transportando positivos Covid-19 y sanitarios en su vehículo. El chófer recuerda que «el 80%de las carreras se destinan a gastos del vehículo, autónomos, seguros...» y confiesa echar de menos a los fieles al Azkena Rock. «Ese es un perfil de cliente respetuoso y que valora el taxi».
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