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La municipalidad de Tánger, propietaria del palacio Álava-Esquível, continúa engrosando su deuda con el Ayuntamiento de Vitoria por no hacerse cargo del inmueble ubicado en la calle Herrería. El Consistorio le ha impuesto ya un total de seis multas y la deuda asciende ... a 174.443 euros, según ha informado este lunes el concejal César Fernández de Landa. Se trata de sanciones por no hacerse cargo del mantenimiento o reforma del inmueble (cifrado en 300.000 euros hace cuatro años) y, por otro lado, no pagar impuestos como el IBI o la tasa de basuras.
Fernández de Landa ha confirmado que el Ayuntamiento va a continuar con la estrategia de imponer el máximo número posible de multas, que son diez. A partir de la décima, la Administración local podría iniciar el expediente de expropiación. También ha señalado que ha sido imposible contactar con los actuales propietarios. Eso sí, el edil jeltzale ha insistido en que «en ningún momento está en peligro la seguridad estructural del edificio», a pesar de que recientemente ha sido incluido en la lista roja de Hispania Nostra.
El portavoz de Elkarrekin, Oskar Fernández, ha pedido que se realice la ejecución subsidiaria de las obras por parte del Ayuntamiento de Vitoria y que después se gire la factura al actual propietario. Algo que el Gabinete Urtaran no contempla. «La desgana por parte de la municipalidad de Tánger es evidente y no se puede mirar para otro lado», ha censurado Fernández, que ha recordado que en el inmueble residen varios vecinos.
Varios intentos
El Ayuntamiento ha tratado varias veces de hacerse con la propiedad de Álava-Esquível, sin éxito. Llegó a existir una operación por la que el Gobierno de Marruecos adquiriría el palacio para cedérselo sin coste al Ejecutivo español y éste, al Gobierno vasco o al propio Ayuntamiento. Según se dijo, aquel movimiento se frustró por la falta de sintonía en la diplomacia, que ahora parece restaurarse.
En cualquier caso, fue el momento en que más cerca estuvo el palacio de volver a manos alavesas desde hace más de un siglo, cuando un descendiente del general Álava, Ricardo de Álava y Carrión, se apostó el inmueble en una partida de cartas y lo perdió. El palacio acabó en manos de Ignacio de Figueroa y Bermejillo, duque de Tovar, quien cayó herido en África y se recuperó en Tánger. Declaró heredero universal de sus bienes al «National Cancer Institute» de EE UU, y, en caso de que la rechazara, a la municipalidad de Tánger como muestra de gratitud. Así sucedió. Una vez que el edificio llegó a manos de la municipalidad marroquí, se reconvirtió en bloques de viviendas gestionados por intermediarios de Vitoria.
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