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Vitoria se sacude el susto del cuerpo mientras las aguas de sus ríos vuelven a su cauce. También empieza a despejar dudas sobre qué pudo fallar para que las alcantarillas 'invadieran' algunas calles de la zona sur. La capital alavesa vivió ayer instantes de gran ... tensión, con cortes de tráfico y de autobuses urbanos en horas punta, y estuvo por momentos al filo del colapso por las inundaciones que provocaron las incesantes lluvias. Un solo dato refleja a la perfección la dimensión de las precipitaciones: en sólo 24 horas, el embalse de Ullíbarri-Gamboa almacenó 16.000 millones de litros. Es el consumo de todos los vitorianos en un año. Pero hubo más factores que la lluvia.
16.000 millones de litros
almacenó en 24 horas el pantano de Ullíbarri Gamboa: lo que consumen los vitorianos en un año.
A diferencia de la histórica crecida de finales de 2021, la peor parte le tocó sin duda a la zona sur. Y más en concreto, a Salvatierrabide y Álava. Fue allí y en el entorno de Mendizabala donde las alcantarillas tomaron las calles y donde el tráfico y las líneas BEI y 8 de Tuvisa se cortaron. Además, el agua llegó a algunos garajes y varios bajos, también a alguna vivienda, y obligó a suspender las clases de la FP Ciudad Jardín. Aunque otras calles quedaron anegadas (como el entorno de Lehendakaritza y zonas de Ciudad Jardín) y con cortes más breves, los puntos más críticos de las inundaciones fueron muy concretos. Existen varios motivos que lo explican.
A pesar de que en un primer momento todo apuntaba a un desbordamiento del Batán, el río no llegó a rebasar su cauce en el interior de Vitoria. El agua salió a borbotones por el alcantarillado, lo que hizo prácticamente imposible frenar las inundaciones en las calles y sus afecciones a la circulación.
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La red recibió un ingente volumen de agua procedente de los ríos del Sur (Batán y Zapardiel), además de material orgánico que arrastraban, como troncos y ramas De hecho, la UAGA aprovechó la ocasión para pedir limpiezas en los cauces y los vecinos reivindicaron una vez más una mayor vigilancia de la red de saneamiento municipal para evitar que se atasque.
El caso es que el alcantarillado colapsó al recibir más agua y residuos de lo que podía tragar y por eso comenzó a escupir con virulencia. Además, había un tapón en plena calle. Fue en torno al mediodía cuando los operarios municipales, que abrieron varios sumideros para evitar que el agua se extendiera por la ciudad, detectaron «dos troncos» en el entorno de Mendizabala, que pudieron desplazar para que el sumidero volviera a tragar. A partir de ese momento (no sólo por esta intervención), las precipitaciones dieron un respiro y empezó Vitoria a recuperar la normalidad, a reabrir las calles al tráfico y a restablecer los recorridos habituales del BEI y de la línea 8 de Tuvisa (Universidad).
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R. Cancho, I. Crespo, E. Jiménez, S. López de Pariza, N. Nuño, J. Barbó e Ikram El Aarrass
La previsión de URA y de Amvisa es que cuando finalice la obra de la balsa para contener los ríos del Sur, en torno a abril o mayo, la cantidad de agua y residuos orgánicos que acaben en el alcantarillado descienda de forma drástica. Con todo, desde la Agencia Vasca del Agua remarcan que la infraestructura contribuyó en cierta medida a que el río no llegara a desbordarse. Cuando esté finalizada, contará con un sistema de válvulas que permitirá que las aguas limpias de los cauces vayan al río Ali en lugar de entrar a la red de saneamiento como hasta ahora, y evitar así sobrecargas.
Aunque las afecciones no fueron tan graves como hace más de dos años, cuando incluso algunos vecinos de Asteguieta tuvieron que ser desalojados, era inevitable que a los vitorianos les viniera de golpe a la cabeza la histórica inundación de diciembre de 2021. Motivos había para alimentar esa especie de 'dèjá vu'. No sólo por la imagen de las alcantarillas colapsadas de Mendizabala, que fue una reproducción casi idéntica de lo que sucedió en las mayores inundaciones en 40 años en el otro extremo de la ciudad, sino porque el Zadorra mantuvo en vilo a los vecinos de Abetxuko, Gamarra, Asteguieta y Yurre.
Abetxuko amaneció con el parque infantil de la calle La Presa inundado (está diseñado para absorber la crecida del río), pero lo que más preocupaba a los vecinos era que el cauce no engullera las vías del tranvía o llegara a las viviendas. Pese al constante crecimiento del caudal hasta el mediodía, no pasó a mayores. En Yurre, la carretera quedó cortada pero se mantuvo abierta la salida por Antezana, mientras que en Asteguieta se vieron afectadas varias fincas, sin alcanzar viviendas o la zona industrial. Nada que ver con las imágenes dramáticas que se produjeron hace dos años.
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Jesús Andrade, Rafa Gutiérrez e Igor Martín
Al margen de la capacidad de contención que ha ganado la zona norte con las últimas actuaciones, hay varios condicionantes que redujeron el impacto de las últimas inundaciones en la zona de manera sustancial. Las precipitaciones no fueron esta vez tan cuantiosas ni constantes como hace dos años ni ha habido deshielo, lo que permitió aplazar el desembalse. Las compuertas de la presa se mantuvieron cerradas durante toda la jornada de ayer, pero es probable que se abran hoy, a medida que el caudal mengüe.
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