Gonzalo –nombre ficticio– se enfrentó ayer al escrutinio de la Audiencia Provincial tras recorrer 350 kilómetros. La distancia entre su domicilio habitual, en el área metropolitana de Madrid, y el Palacio de Justicia de la Avenida de Gasteiz. Tuvo que responder por un delito de « ... estafa» por el que se exponía a 18 meses de cárcel y una multa.
Durante la pandemia, en 2020, su nombre apareció en la cuenta bancaria en la que un vecino de Vitoria ingresó «1.525 euros» como fianza y señal de los primeros meses de alquiler para un piso en Txagorritxu. «Lo vi en una página web y me llamó la atención el precio tan bueno que tenía», señaló ayer este afectado por videoconferencia desde Galicia, donde reside en la actualidad. «Le pedí por escrito un alquiler por cinco años y me respondió que sin problema».
Una vez depositados los 1.525 euros se esfumó el chollo. No pudo acceder al inmueble ni tampoco recuperó el dinero enviado. «El supuesto dueño de la casa dejó de responder a mis emails ya que las negociaciones se realizaron por escrito», describió este afectado por la estafa informática. Interpuso una denuncia a la Ertzaintza, donde el 29% de sus denuncias ya son por delitos informáticos. El único nombre con el que contaban los investigadores era el del teórico titular de la cuenta donde se ingresó la cantidad apalabrada. Es decir, el hombre sentado ayer en el banquillo de los acusados.
«Jamás le contacté»
Ante los magistrados Jesús Poncela, Francisco García Romo y Elena Cabero, este residente en Madrid negó implicación alguna en el timo. «Jamás he tenido cuenta en ese banco. Jamás he contactado con esa persona. Alguien ha suplantado mi identidad», insistió quejoso.
Cuando le recordaron que ya fue denunciado por hechos similares en Palencia y en Tenerife, manifestó que «alguien abrió cuentas a mi nombre. Denunciamos los hechos y esas causas se archivaron», subrayó tanto él como su abogada, y exdirectiva de banca, María Luisa Martínez.
La víctima contó cómo nunca habló con su arrendador. «Todo lo hicimos por email. Ahora, ya en frío, lo pienso y veo señales claras de que era una estafa, pero estábamos en pandemia, vivía en un piso sin padrón y esa oferta me abría las puertas a poder residir legalmente en Vitoria y afianzarme laboralmente», enumeró.
Absolución a viva voz
En este sentido, el encausado reiteró que « se hizo una apertura de la cuenta por vía telemática con mi DNI», que el móvil que aparecía en el anuncio «no es mío» y que «nunca he sido cliente del banco de la cuenta». Por ello clamó que «me siento muy perjudicado por este asunto».
Como nadie fue capaz de identificar a Gonzalo o relacionarle con el timo, el fiscal decidió cambiar su petición a la hora de juicio, con lo que el juez Poncela dictó su absolución. «Mi cliente lo ha pasado muy mal estos años, pero se ha hecho justicia», puntualizó su letrada que estudia medidas legales contra el banco que recibió los «1.525 euros».
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.