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Restaurante La Andresa, en Olaguíbel, 12.

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Restaurante La Andresa, en Olaguíbel, 12. Postales cedidas por jesús Gómez, Juan José Zurro y Maximiano Garcés de los Fayos
De postal

Tascas y cafetines vitorianos que evocan mil recuerdos

Eduardo Valle ofrece hoy una charla sobre bares del siglo XX donde una conversación valía lo de un café o un vino

Jueves, 10 de abril 2025, 00:11

En 'Vida de la Ciudad de Vitoria' (1951), un magnífico retrato escrito por Tomás Alfaro Fournier (1892-1965), hay cabida para la serenidad de los antiguos cafés-tertulia como también para las prisas de la clientela en los bares y cafeterías modernas que los reemplazaron a partir de los años 50. Donde antes se conversaba durante largas horas, se jugaba o se contemplaba, después se apuraron los tragos con diálogo, por supuesto, pero sin demasiado tiempo que gastar porque tocaba tomar el siguiente sorbo.

Un curioso cambio en los hábitos de consumo en el siglo XX al que se refiere igualmente Eduardo Valle, un vitoriano de toda la vida que de tascas, cafetines, bodegas y demás establecimientos hosteleros sabe como nadie. El secretario de la Institución Celedones de Oro ha escrito y hablado de ellos largo y tendido, documentado, con fuentes directas y circunstanciales, desde la propia experiencia de quien se acoda en la barra, que hoy ofrece una charla a las 19.00 horas en el salón de actos del Círculo Vitoriano bajo el título 'Bares vitorianos de postal'.

Y tanto que son de postal ilustrada, de una nostálgica mirada al ayer que sirve recuerdos en cantidad similar a los tintos de Lapuebla de Labarca que ofrecía el bueno de José Luis Menoyo, 'Matraca', en El 7, en 'la Cuchi', con esas jarritas que aún ocupan la memoria de miles de clientes. El apelativo 'de postal' viene por el sexto tomo del Catálogo General de la Tarjeta Postal en Álava editado en diciembre por Jesús Gómez, Juanjo Zurro y Maximiano Garcés de los Fayos, que liaron a Valle ofreciéndole las exclusivas imágenes e invitándole, como él dice, «a engordar la salsa» con su aporte de material y testimonios reunidos durante años y hoy felizmente embotellados en esta disertación.

Así, el autor invita esta tarde al público a una ronda imaginaria por esos lugares, unos cuantos desaparecidos, donde la conversación, la amistad, el amor o el engaño valían lo de un café o un vino. Un tránsito. El recorrido atrae. Son diecisiete bares y cafeterías: Universal, Iruña, Suizo, Gau Txori, Royalty, MesónNacional, Marinda, Benja, Los Arcos del Rey, Katiuska (Alcázar), Napoli, El 7, Pacho, Americano, La Andresa y Trafalgar.

«Por lo general, la gente suele tener bastantes y muy buenos recuerdos de los bares», aprecia Eduardo Valle. Él los tiene. Fija la mirada en las hermosas columnas metálicas del Universal y en el exquisito diseño de Obdulio López de Uralde en el Katiuska, que pasó a llamarse Alcázar cuando estalló la Guerra Civil. ¿Yqué decir del Iruña?, «donde estaba lo mejor y lo peor de aquella Vitoria: limpiabotas, pelotaris, artistas, funcionarios, buscavidas... Había muchos buscavidas...». Menuda recua entre licores y habanos.

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