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El incesante trajín de coches que todos los días rueda por Armentia desespera a sus vecinos. El área residencial verde por excelencia de Vitoria, el coqueto paseo plagado de 'runners', caminantes y familias, se ha convertido en una zona de intenso tráfico para la ... que no está preparada. No es que sus vecinos utilicen el coche más que otros. Es que es un conocido 'atajo' usado por aquellos conductores que tratan de evitar otras vías más semaforizadas -en particular, el Alto de Armentia- para acudir, por ejemplo, a trabajar al polígono de Júndiz.
El flujo es constante y a velocidades elevadas. Lo evidencian las cifras de la campaña especial que el Ayuntamiento realizó durante un mes en 39 calles de la ciudad que han pasado a tener un límite a 30 kilómetros por hora a debido a la nueva normativa de la DGT. Más de la mitad de las multas, 286 de un total de 537, fueron impuestas en el entorno del idílico barrio. «Atajar la cantidad de coches y la alta velocidad con la que circulan por aquí es una reivindicación histórica. Y estos datos nos dan la razón», reivindica Pedro Vicarregui, presidente de la asociación vecinal del anexo barrio del Batán.
La campaña de control de la Policía Local consistió en alternar diferentes radares móviles en varios puntos de la ciudad entre el 11 de mayo y el 10 de junio. Los datos fueron especialmente preocupantes en tres calles del sur. Bastaron tres días (13 y 25 de mayo y 3 de junio) para que el dispositivo cazase a 156 vehículos en la calle Maite Zúñiga, el punto más crítico que cientos de coches cruzan a diario para evitar adentrarse en el centro a la hora de atravesar la ciudad de este a oeste. También en tres días se interpusieron 59 multas en el Paseo del Peregrino y otras 34 en la Avenida San Prudencio, alternativa mucho más tranquila para aquellos conductores que pasan a toda velocidad junto a la estatua del Santo para evitar Portal de Castilla y la carretera del Alto de Armentia. «Una cantidad de multas tan alta significa que la información vial es insuficiente. Hay sensación de peligro. Por aquí pasan muchos niños, ciclistas y gente mayor. De nada sirve que sea una zona 30 si el que va al volante no se entera. Calmar el tráfico es imprescindible, pero hay que evitar un exceso de multas que, además, también pueden repercutir en el vecindario», reivindica el colectivo vecinal. En otra vía importante, como es Portal de Lasarte, el radar multó a 37 conductores en tan solo dos días.
Se da la circunstancia de que sólo un día después de que finalizara la campaña (11 de junio), el alcalde, Gorka Urtaran, anunció la colocación de nuevas marcas en el asfalto de ese entorno. La actuación se tradujo en unos chevrones (marcas con forma de galones) en la calzada, para que el «efecto óptico» haga que los automovilistas circulen más despacio. De igual modo, se colocaron en Zumabide 'dientes de dragón', unas marcas triangulares a ambos márgenes del carril para crear sensación de estrechamiento, ya que esta vía también figura entre las que se detectaron los mayores excesos de velocidad, con 17 en un solo día (25 de mayo).
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De las 537 denuncias emitidas en toda la ciudad, a fecha de 15 de junio tan sólo se habían notificado 85. Y sólo siete de ellas en la calle más afectada, Maite Zúñiga. Precisamente, por esta arteria es recurrente también para muchos vecinos de barrios cercanos como Aretxabaleta, Olárizu y Salburua. «Hay otras acciones que siempre son mejor alternativa que las sanciones. La solución no es freír a multar a los conductores. Deberían poner más señalización, como se hizo en Iturritxu, y plantear la instalación de nuevos semáforos», sugiere Jagoba Udaeta, de Salburua Burdinbide. «Por estas vías siempre ha habido exceso de velocidad. Deberían señalizarse mejor», apuntala Serafín Lahidalga, de la asociación de vecinos de Olárizu
No es la primera ocasión en la que las multas por exceso de velocidad en una zona 30 se disparan en Vitoria. El pasado febrero, más de mil personas fueron 'cazadas' en la Avenida de Naciones Unidas, en dirección a Júndiz. Aquella vez, sin embargo, el Ayuntamiento reconoció que existía una señalización defectuosa en un tramo de la calzada, y devolvió el dinero a los infractores.
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