La solidaridad alavesa que rompe barreras

«Los proyectos contribuyen a la lucha por los Derechos Humanos y se centren en diversos ámbitos como son el empoderamiento, la lucha contra la violencia machista a través de la prevención y la atención, el fortalecimiento institucional, la generación de políticas públicas de igualdad, la soberanía alimentaria o el fomento de la educación», explica el Departamento de Gurtubai.

La organización Ingeniería para la Cooperación (ICLI) nació hace treinta años en el territorio histórico y desde entonces ha centrado gran parte de su actividad humanitaria en el hemisferio sur. Primero lo hizo con la participación en infraestructuras y más adelante en temas más transversales. El proyecto plurianual que ha recibido el apoyo de la Diputación, por ejemplo, ha contribuido en «fortalecer» el sistema educativo en Costa de Marfil, que en los últimos años se ha visto lastrado.

«No somos los blanquitos que nos presentamos allí de nuevas, sino que colaboramos con una asociación local (ADESC). Trabajamos en la zona de Abidjan en la formación de profesorado y otorgarles herramientas para mejorar la situación», comenta Alberto Díaz, voluntario de ICLI. También se busca que las niñas dispongan de referentes femeninos que les permitan soñar con desarrollar carreras –principalmente científicas– y no se crean inferiores que sus compañeros de clase masculinos.

Jhon Freddy Hernández es el coordinador de la Asociación Colombia-Euskadi, que en los últimos años ha recibido la aportación de la Diputación para luchar en colaboración con la Fundación Yapawayra contra la violencia machista en el departamento de Tolima. Con más de 700 asesinatos anuales, en 2024 incluso fue necesario declarar la emergencia nacional y aun así el programa de protección y atención inmediata impulsado desde Álava es «único en el territorio». «A través de la atención integral se ha logrado el restablecimiento de sus derechos, la población atendida manifiesta haber mejorado su capacidad de expresión y manejo de emociones, reconocimiento de situaciones de riesgo y pautas de afrontamiento», indica Hernández.

Una fiscal tolimense acudió el pasado ejercicio a Vitoria para reunirse con su homólogos alaveses para aprender de sus buenas prácticas. «En años anteriores vinieron agentes de la policía y en Vitoria entendieron la importancia de contar con una sección concreta frente a esta lacra. Ahora se ha establecido a nivel de toda Colombia y lo denominan la Patrulla Púrpura», desarrolla Jhon Freddy Hernández.

En Jutiapa, Guatemala, la aportación foral ha servido para que Músicos Sin Fronteras haya desarrollado un programa para formar mujeres en labores de enfermería, informática e incluso poner en marcha una radio que les sirve como canal educativo. En el periodo de ejecución del proyecto se ha logrado la elección de una mujer como gobernadora, además de desarrollar un sistema de huertos familiares que ayudan a mitigar la inseguridad alimentaria. «Todo esto sin perder la esencia de Músicos sin Fronteras y, por eso, cada vez que conectamos con ellos compartimos canciones. Ellos interpretan alguna original suya y nosotros alguna composición de aquí», destaca Juan Carlos Villamor.

También en Guatemala, pero en los departamento de Sacatepéquez, Escuintia, Alta Verapaz, Sololá y Chimaltenango, Setem ha promovido acciones de asesoría agroecológica, formativas y organizativas que ha permitido a 200 mujeres avanzar hacia una autonomía económica, física y política para ejercer su derecho a vivir dignamente. «Con este proyecto hemos querido apoyar a Afedes (una asociación local) en su lucha por superar las causas que generan pobreza y desigualdades para mujeres indígenas. La cooperación al desarrollo entre organizaciones significa también apoyar las luchas contra los procesos económicos que ponen la sostenibilidad de una vida digna», dice Iratxe Arteagoitia, directora de Setem.