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Pasaron de acompañar a la hostelería en las cuestiones regulatorias a encontrarse en el mismo epígrafe que las lonjas y el ocio nocturno en los planes de desescalada del Gobierno vasco. Las sociedades gastronómicas alavesas, más de 200, han permanecido cerradas a cal ... y canto a excepción del periodo comprendido entre junio y octubre y, salvo novedad, continuarán así hasta que Euskadi baje de la tasa de incidencia de 150.
«En el Gobierno nos dicen que, a diferencia de en la hostelería, es difícil controlar la asistencia a los txokos, así que parece que seremos las últimas en abrir», se resigna Fernando Aránguiz, presidente de Boilur, la Federación de Sociedades Gastronómicas de Álava. Cuando estuvieron abiertas en los meses de verano, se pusieron en marcha medidas como la limpieza con desinfectantes, la presencia de geles, el uso de servilletas y manteles desechables... «Con el inicio de la segunda ola decidieron que teníamos que bajar la persiana, pero nosotros somos responsables. No tuvimos ningún brote ni más de diez personas a la mesa, como indicaba la normativa», recuerda Aránguiz. La mayoría de los miembros de las sociedades alavesas, alrededor de 8.000 socios, continúa con el pago mensual de sus cuotas, en ocasiones indispensable para afrontar el alquiler o la compra de los locales.
«Tenemos la suerte de que mis padres, los propietarios, nos han condonado el alquiler, pero de lo contrario tendríamos que desaparecer», señala Tomás Rojo, al frente de la sociedad Bustinzuri-Gaztedi. En los primeros meses de la pandemia perdió una decena de socios de los que restan 21. «¿Cómo decirle a alguien que siga pagando su cuota cuando no puede hacer uso de ella?», lamenta a la par que insiste en que los txokos no se parecen, «ni de lejos», a las lonjas juveniles. «Estas son cocinas profesionales con mesas, mascarillas y personas involucradas, somos un sitio seguro», defiende Rojo, partidario de instaurar inspecciones y controles horarios si es necesario.
FERNANDO ARÁNGUIZ, PRESIDENTE DE BOILUR
JORGE ARCE, SOCIEDAD KUKUBARRE
Estos grupos de amigos echan de menos reunirse para celebrar comidas y seguir adelante con la tradición y, aunque en su mayoría no han cancelado el pago de las cuotas con la esperanza de recuperar la actividad en algún momento, han prescindido de los servicios de limpieza. Estos cobros mensuales, unidos a los pagos por comidas o descorches, sostienen las sociedades económicamente. «No creo que podamos abrir antes de Semana Santa, así que tenemos desconectadas las cámaras frigoríficas y todos los aparatos», apunta Jorge Arce, de Kukubarre, con 52 unidades de socios.
«Somos una sociedad familiar y nosotros somos los primeros interesados en que no haya contagios. En verano decidimos que los niños no vinieran porque todos permanecíamos sentados y sólo se levantaban los cocineros», explica. Arce es de la opinión de que es más seguro reunirse con los socios, «siempre los mismos», que con otros clientes en un bar o en la celebración de una boda. «Pero supongo que tienen miedo a que, con la confianza, se prolongue el tiempo durante el que la gente permanece sin mascarilla», asume.
Las sociedades alavesas comprenden su cierre pero no pueden evitar establecer comparaciones. «Entiendo que tengamos que permanecer cerrados, pero mientras se producen fiestas ilegales en locales y pisos cuando nosotros hemos respetado las medidas», afirma Andoni Gómez 'Tazo', de Eskola Zaharra, en Ali. Aunque no cree que un año de cierre sea suficiente para que sus miembros abandonen las sociedades, considera que el cambio de hábitos de la sociedad, más recluida en su hogar, podría cambiar las costumbres si la curva empeora y la situación se prolonga. «Somos algo que se lleva muy dentro, de toda la vida. Y aunque por el momento tenemos relevo, no queremos que estas costumbres desaparezcan», reclama.
Gaupatxa, fundada en 2012, es una de las sociedades más jóvenes. Sus 36 socios continúan pagando 75 euros cada mes pese a que las soluciones alternativas que trataron de poner en marcha no funcionaron.«Solicitamos colocar un par de mesas en la plaza al Ayuntamiento de Vitoria para estar más seguros, al aire libre, y facilitar el control sobre nuestra actividad, pero se nos denegó el permiso», revela Txusmari Barrio.
Eneko Goia, alcalde de Donosti, se reunirá con las sociedades gastronómicas guipuzcoanas la semana que viene después de que estas le pidieran «que las defendiera en el LABI» por carta. En la misiva, 22 sociedades protestaban por el trato recibido y hacían referencia al inicio de «una serie de movilizaciones» para tratar de lograr voz propia. La Comisión técnica tiene su próxima cita marcada para el 5 de marzo y, según indicó Goia, no está previsto adelantarla, pero se reunirá primero con el colectivo para conocer sus quejas y propuestas. También precisó que, según la evolución de la pandemia, «hoy esperanzadora» (por ayer), habría que «plantearlo» en el LABI.
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