El Sindicato Empresarial Alavés celebra sus 40 años de historia

El término 'democrático' «no era una filfa», recuerda Juan Mari Ollora, sino «una muestra inequívoca del momento que se vivía», en los años inmediatamente posteriores a la dictadura franquista. Porque fue entre 1976 y 1977 cuando empezó a organizarse el SEDA, en una época todavía revuelta «pero estos industriales tuvieron la audacia y el valor de emprender una aventura que no se sabía como podía salir», evoca quien fuera asesor económico del sindicato empresarial –una contradicción en sí misma– desde su origen hasta 1983, cuando fue elegido diputado general de Álava.

Con Manolo Buesa al frente, les acompañaban en la primera junta los citados Ábalos y Ollora, así como Patxi Echevarría, José Ramón Molinuevo, Ángel Ugarte, Lucio Aguinagalde, Benigno Urtaran, Ignacio Ortiz de Latierro, José Carreras, los hermanos Roberto y Guillermo Aranzábal, Felicísimo Ayastuy, Enrique Aramberri, José Luis Ruiz de Arbulo y José Ignacio Artaraz, que fue el primer secretario general de SEA durante apenas un año. Le sustituyó en el cargo José Guillermo Zubía, que acudió desde Madrid a la llamada de «amigos entrañables como los Aranzábal, Buesa, Feli Ayastuy o Taki Latierro».

Al principio no fue nada fácil, se estaba construyendo todo, «nadie sabía cómo organizarse, no había un modelo de referencia empresarial», explica quien fue 18 años secretario general de la institución, hasta dar el salto al mismo puesto en la patronal vasca Confebask. Zubía, que hoy estará presente en el Palacio Europa en el acto de celebración del 40 aniversario de SEA Empresas Alavesas y donde se homenajeará a las firmas que llevan asociadas desde 1978, reconoce que no lo pasó bien «en los primeros años. Veía que esto no salía adelante y les dije –a quienes le habían 'fichado' de un prestigioso despacho de abogados de Madrid– que me volvía».

'Tú te quedas aquí' fue lo que escuchó de boca de unos empresarios a los que califica de «verdaderos héroes. Me sorprendió la ilusión, la generosidad, el sacrificio y el esfuerzo que demostraron en todo momento. ¡No olvidemos que había que crear país! Y SEA fue, sin duda, un elemento vertebrador».

A las reuniones en empresas les siguieron otras en la oficina de Ángel Ugarte –uno de los encuentros llegó a ser disuelto por la Policía por carecer de permiso, rememora Zubía– y ya más tarde en un pequeño despacho frente a la iglesia del Carmen. «Manolo (Buesa) fue el aglutinador. Le seguimos unos cuantos», admite Ángel Ábalos, en su caso con una condición:«No hablar de política. Cada uno éramos de nuestro padre y de nuestra madre, con ideas propias. Pero ahí estábamos para sumar y hacer empresa».

Y eso hicieron, no sin dificultades, las propias de algo que comenzaba a gestarse en un momento de grandes cambios y las que llegaban de fuera en forma de violencia terrorista con amenazas, secuestros e incluso asesinatos, y también con el acoso sindical. «Porque la clase empresarial en este país ha sufrido mucho», sostiene José Guillermo Zubía. Los secuestros de Lucio Aguinagalde –estuvo quince días en una cueva junto al Gorbea y en su operativo de rescate murió, como consecuencia de un tiroteo, el jefe de la Ertzaintza Genaro García de Andoain– o el que fuera director de Michelin-Vitoria Luis Abaitua y, sobre todo, el asesinato del también directivo de Michelin Luis Hergueta «nos afectaron especialmente, fueron momentos muy duros», añade.

De menor calado pueden considerarse las pintadas en empresas y fábricas o lo que hoy en día se conocen como escraches a empresarios por parte de los sindicatos. «Entonces había una sopa de letras, con un sinfín de siglas, más o menos radicales, que dificultaban el día a día», coinciden Ollora y Zubía, que apuntan a que «en algunas ocasiones se pensaban que la calle era suya y no respetaban ningún espacio».

Eso sí, de sus 18 años como secretario general de SEA y otros 14 en Confebask –también tuvo como presidente de la patronal vasca a quien fue 'jefe' de los empresarios alaveses, Román Knörr–, Zubía también guarda buenos recuerdos de dirigentes sindicales «como Eduardo Markinez, de ELA, y Mikel Camio o Mari Cruz Vicente, de CC OO, por citar alguno. Pero hubo más». Al fin y al cabo, también ellos contribuyeron a la creación del entramado institucional hace cuatro décadas.

Nació en 1978 como una organización de industriales, sobre todo, pero con el nombre del término que siempre ha representado la lucha obrera y de la clase trabajadora. La denominación de Sindicato Empresarial Alavés no dejaba de ser un contrasentido. Se mantuvo hasta que SEA cumplió sus bodas de plata en 1993. Entonces la patronal mantuvo la marca SEA pero seguida de Empresarios Alaveses.

El segundo gran cambio ha llegado ahora, en el 40 aniversario de la organización, que desde junio se llama SEA Empresas Alavesas, para evitar las distinciones de género y «ser cada ve más inclusivos». El porcentaje de mujeres que representan en la patronal a empresas o colectivos ronda el 15%, unas 600 del total de 4.000.