Una vieja fotografía en blanco y negro puede interpretarse en color y los rostros, los cultivos y los símbolos retratan otras muchas cosas. Así lo pintó Vicente Ameztoy, sobre un fondo de nubes y cielo azul con ecos de Magritte. Los sonidos que ha querido amplificar la directora y productora Maite Ruiz de Austri van en familia, en un estéreo de claqueta y de hogar.
Especial Artium 20 aniversario.
Recreamos una veintena de obras del museo con la ayuda de creadores y de la sociedad alavesa.
Los seísmos no hacen temblar igual a toda la gente. Lo que para un japonés es normal puede ser terrorífico para un vasco. Y aunque en la cinematográfica California se puedan acordar más de San Andrés cuando tiembla la tierra que de Santa Bárbara cuando truena, hay mucho que matizar y relativizar. Por ejemplo, las crisis vienen y van. Pero donde se quedan y acampan a sus anchas es en la cultura. Tal vez por esta razón quienes crean música, cine, teatro, literatura, cómic o artes plásticas mantienen esa alerta constante. Ese atavismo que hoy está ausente de muchos hogares, a no ser que alojen a un gato.
La obra
‘Sin título’ (1975), conocida hasta 2003 como ‘La Familia’, de Vicente Ameztoy. 130 x 162 cm. Óleo sobre tela. Adquirida al autor, 1976
Y, al sumar todas esas formas de creación en el audiovisual, hay que estar atento. Como felinos, como leones: en el cine, como en una familia, cada uno tiene su rol. En cada espacio artístico y técnico de los que contribuyen a construir una película hay una persona que desarrolla un aspecto dentro del todo.
Es una comunidad donde cada miembro apoya a los demás, donde se suma para la creación colectiva. Así que la elección de la guionista, directora y productora Maite Ruiz de Austri no resulta extraña. La obra 'Sin título' (1975) de Vicente Ameztoy, conocida como 'La familia' hasta 2003, parece lógicamente imbricada en este ecosistema humano y cultural. Basado, en su composición, en una foto antigua del entorno familiar del pintor vasco, el cuadro muestra a las personas en una posición frontal con respecto al espectador. Hay detalles surrealistas y hasta un fondo de cielo y nubes que remite a la iconografía de René Magritte.
Tampoco falta ese aire de grupo humano próximo, ese nexo de unión que también existe entre la gente del cine. Y Ruiz de Austri expone que «es un vínculo muy fuerte».La ganadora de dos premios Goya comenta que «en el cine, cuando trabaja un equipo en conjunto, es algo muy intenso. Por eso los rodajes unen mucho: cuando terminan, la gente se conoce como si fuera de la familia», remarca. «Son tantísimas horas, jornadas tan largas con tal cantidad de tensión, que acercan muchísimo. Creo que esto no sucede en otros campos. O, al menos, no tanto», matiza la presidenta de los productores de Apika.
En este mundo hay muy diversas sensibilidades y especializaciones. «Realmente para que un rodaje funcione, para hacer una película, necesitas un engranaje casi perfecto. Es una organización en la que todo el mundo tiene que saber con quién tiene que reportar, quién tiene que darle una orden... es como una colmena en la que todo el mundo sabe qué tiene que hacer y dónde está su puesto. Es enormemente colaborativo», insiste la realizadora alavesa.
Y también tiene su lógica colocarse como esa familia de Ameztoy de cara a la fotografía en el Artium, sede del ciclo Korterraza. El arte contemporáneo tiene algo de ese mestizaje que el cine representa muy bien. «Yo creo que cada vez más. Antes pienso que estaba más compartimentado. Ahora las disciplinas se mezclan: un pintor también hace cosas en vídeo y al revés. Está muy bien».
«Yo creo que cada vez más. Antes pienso que estaba más compartimentado. Ahora las disciplinas se mezclan: un pintor también hace cosas en vídeo y al revés. Está muy bien»
- Maite Ruiz de Austri
Pero en el caso de Maite Ruiz de Austri, su marido Iñigo de Silva es su socio en la productora Extrapictures, su hija Katixa es productora y Beatriz ha dirigido el cortometraje 'Tula', que recibe un premio del público tras otro. Dentro de esta familia del cine, está la propia familia.
«La consecuencia que tiene es que muchas veces no hay fronteras en las cosas que se comentan en casa. Puedes estar haciendo la cosa más peregrina y doméstica y hablando de un rodaje o un proyecto. Forma parte de la pura relación de la familia», señala Ruiz de Austri, para quien esto no lleva aparejada una mayor condescendencia hacia la labor de los más cercanos. «Yo creo que se es más crítico. Sabes los límites de cada cual, hasta dónde puedes llegar... En general, con las personas más próximas se exige más».
Esta hermandad del cine se ha dado cita en un lugar muy especial, un museo «que está aportando modernidad. Creo que es muy importante para Vitoria tener el Artium y podría expandirse más, ir más allá, con más recursos». Allí se han desarrollado las proyecciones del XIII Festival Korterraza, que dibuja un panorama del cortometraje en Álava. «Tenemos mucha suerte de contar con Xabi (Vitoria) y Gustavo (Racionero) trabajando para que sea posible. Llevan tantos años al frente del festival y haciéndolo crecer que es para quitarse el sombrero». Pues chapeau, familia.
Agradecemos su colaboración a:
Xabi Vitoria, Gorka Aguinagalde, Esther Villar, Iñigo Salinero, Eider González, Luis de Oza, Iñigo Silva, Imanol Ortiz, Iván Saldaña, Haritz Querejeta, Olga Koval, Nico de Silva, Bea de Silva, Kepa Sojo, Sonia Pacios, María Algora, Mikel Bustamante, Gaizka Ugarte, Iñigo de la Iglesia, Martín Guridi, Julio Romero, Carlos Romano, Sonia Estévez y Ernesto Núñez.
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