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Mientras las notas del concierto de Silvia Pérez Cruz aún resuenan en los oídos de los 3.000 vitorianos amantes del jazz que acudieron a su concierto, el presidente del Festival, Iñigo Zárate, ya piensa en cómo deleitar a Vitoria el próximo verano. «Tenemos muchas ... ideas rondando por la cabeza y hemos contactado con algunos músicos. Hay que organizar todo rápido y ofrecerles la posibilidad de actuar aquí, aunque luego ellos deben cuadrar sus agendas, trazar el recorrido de sus giras y finalmente elegir. Lo importante es ser el primero en levantar la mano para que vean que te interesan», confiesa.
Antes de hablar sobre el futuro hay que evaluar cómo ha transcurrido la reciente edición. El organizador del certamen no duda en hacer una valoración «muy positiva» y sostiene que los conciertos «han gustado a todos los públicos» por haber incorporado un amplio abanico de estilos. Eso, asegura, se ha traducido en una asistencia de público «muy buena» en todos los conciertos lo que permitirá que económicamente se puedan cuadrar las cuentas, que «no hay que olvidarse que es algo fundamental» para mantener el ciclo.
«Vamos recuperando niveles previos a la pandemia», reconoce. Pero el coronavirus inoculó cambios en nuestra sociedad, en la forma de relacionarnos y también de disfrutar del tiempo libre, del ocio y, en definitiva, de la cultura. El tardeo gana peso entre los vitorianos frente a la farra nocturna y, por esa razón, el presidente del Jazz en Vitoria señala que habrá que comprobar si esa actitud se mantiene, o es una moda pasajera, por si realmente hay que «adaptar» los horarios. «De primeras, antes los conciertos de Mendizorroza empezaban a las nueve y ahora son a las 20.30 horas», señala quien dirige el Festival desde 2019.
A nivel musical, Zárate defiende que ha habido momentos de ensueño en los últimos días. Él todavía no se puede quitar de la cabeza el encuentro entre Yamandú Costa y Silvia Pérez Cruz. «Nunca habían coincidido físicamente y fue un momento muy, muy especial. ¿Por qué? Estaban entre bambalinas en el Teatro Principal, se dieron un abrazo y la conversación fue en plan: '¿qué tal?', '¿qué quieres cantar?', '¿en qué tono?' y 'venga, pues vamos al escenario'. Fue algo muy espontáneo y mágico», relata.
No ha sido el único. Toda la semana ha estado llena de momentos especiales para el presidente del Jazz. «Te podría enumerar todos los conciertos, uno a uno», comenta sobre el cartel de 'Mendi', que congregó a 1.500 espectadores en la jornada inicial y rozó los 3.000, el doble, en su clausura. Por la reacción del público, Zárate destaca sobre el resto la actuación del jueves de Brad Mehldau, «que es uno de los mejores pianistas del mundo», o el concierto del miércoles del sexteto del gallego Baldo Martínez, «que gusta muchísimo» en Vitoria.
Ni siquiera la histórica lluvia de piedras del jueves por la noche frenó a los amantes del jazz. La tormenta coincidió con el inicio del concierto de Immanuel Wilkins y Brad Mehldau, y mucha gente llegó «empapada con chichones, moratones o incluso alguna herida» porque no encontraron un lugar para cobijarse y tuvieron que acelerar el paso para llegar al polideportivo.
El Principal, por su parte, ya se ha consolidado como el escenario de las estrellas del futuro del jazz y en la jornada más potente se ocuparon 600 butacas del teatro. «Si miras el historial de quienes han participado aquí en los últimos años puedes comprobar que prácticamente todos son ahora grandes figuras. Les traemos antes de su 'boom'», afirma orgulloso. «En esta edición hay dos conciertos que 'a priori' no eran de los que más gente se esperaba, pero que han conquistado al público. Se trata de Libérica y Adrián Royo», desvela Zárate.
Desde que cogió las riendas del Festival en 2019, uno de los objetivos del presidente es acercar la música jazz a la ciudad y tratar de cautivar a cada vez más gente. Por eso, él defiende la importancia de organizar eventos como 'Jazz en el Parque' o los grupos que han convertido la calle en su escenario. En el primero, un 'maratón musical' de doce horas, consiguió que 14.000 personas se acercasen el 1 de julio hasta el Prado. «Hay que buscar que la ciudadanía en general participe en el Festival y que no se ciña a ser un evento exclusivamente para gente especializada. También tenemos el objetivo de renovar públicos y de abrirnos a los más jóvenes, que tienen unos hábitos de consumo muy distintos a los tradicionales», apuesta Iñigo Zárate.
¿Espera que las instituciones tomen nota de las buenas sensaciones que deja el certamen de este año? «Eso ya depende de la voluntad política», concluye.
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