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«No sé qué color tiene el futuro, pero quiero cubrirlo de esperanza, trabajo y compromiso para que la sociedad salga adelante», dice a EL CORREO Judith Jáuregui (San Sebastián, 1985) en su declaración de intenciones en vísperas del concierto inaugural de la tercera edición ... de la Schubertíada de Valdegovía. El coronavirus ha provocado que el ciclo quede reducido este año a dos sesiones, la de pasado mañana y la del próximo sábado 25. Pero eso no impedirá admirar a algunos destacados intérpretes como la pianista donostiarra, que deslumbra en la música clásica desde bien joven. A los 11 años dio su primer recital y cuando cumplió 18 se mudó a Munich para estudiar con el distinguido pianista ruso Vadmin Suchanov en el Conservatorio de Richard-Strauss. Desde entonces ha colaborado con las mejores orquestas hasta convertirse en una cautivadora pianista.
La guipuzcoana prepara el concierto en la iglesia de los Padres Pasionistas de Angosto (20.00 horas) con sentimientos encontrados. «Predomina la ilusión y la emoción de volver a compartir un directo, pero hay que tener cuidado con los rebrotes». Para ella, la música «es una herramienta de comunicación y de introspección capaz de crear una sociedad más empática». Lo mejor para avanzar como especie es «que todos fuéramos unidos teniendo muy claro que la música y la cultura son bases fundamentales de una sociedad sana, justa y feliz».
Jáuregui está convencida de que la música constituye un buen antídoto contra la tristeza o la desesperanza. «Es lo que nos ha unido con los vecinos y nos ha ayudado a salir del confinamiento». Un tiempo del que reconoce que ha sido «muy difícil a nivel profesional, ya que de un día para otro se paró todo». Ahora «debemos tener mucha conciencia y serenidad» hasta que la situación sanitaria mejore. Por este motivo aconseja introspección: «Somos seres emocionales y necesitamos la música más que nunca. Vivimos un momento tan convulso necesitamos conectar con lo que realmente somos».
Ella no detuvo su actividad profesional en la pandemia. La pianista presentó el pasado 5 de junio su último disco, 'Die romantische Seele' ('El mar romántico'), acompañada de la orquesta sinfónica de Tomàs Grau, con cuatro composiciones de Robert y Clara Schumann. «Para mí, también era importante después de unos meses de vacío poder volver a compartir mi música, aunque fuera en formato discográfico», señala.
La donostiarra también probó durante este tiempo en formatos 'streaming', una experiencia novedosa respecto a su actividad anterior. «En el mundo digital parece que tu trabajo lo lanzas al vacío y realmente no sabes a quién va a ir dirigido». Aun así, recuerda con especial agrado el Festival de Música del Segura. En él, trabajó junto a un equipo de producción y compartió su música con aquellas personas que previamente habían comprado una entrada. «¿Quién sabe si eso puede ser un complemento a la música en vivo? Que haya gente que no pueda ir y tenga la posibilidad de verlo en su casa habiendo comprado entradas es una posibilidad muy válida de llegar al público».
Jáuregui dice que el público debe acercarse a cualquier estilo o melodía sin condicionantes previos. «Es un absurdo decir que la música se tiene que entender. ¿Quién entiende la vida?», contesta cuando se le pregunta por la concepción elitista de la música clásica. Para ella se trata de «un estilo cargado de prejuicios» y anima a los jóvenes a escuchar composiciones de cámara. «Hay que atreverse y dejarse llevar».
Por ejemplo, de Robert Schumann, de quien la vasca asegura que cualquiera de sus piezas «es un volcán emocional, sale y llega a las entrañas». Un compositor por el que la pianista siente «una auténtica devoción» ya que empezó a interesarse por la clásica desde muy joven gracias al alemán: «Empecé con cinco años y una de las primeras obras fue el Álbum de la Juventud de Schumann. También fue el primer disco que edité allá por 2010».
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