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Y el séptimo día, Vitoria no descansó. Hizo la colada en la Lavandería Nuevo Ciclo de Jacinto Benavente, sudó sobre la cinta de correr del gimnasio Altafit en San Prudencio, eligió un par de libros en la vecina Elkar, buscó recambio para su móvil en ... la tienda Cex de Independencia, compró unos vaqueros en ABS en Simón de Anda, cargó la cesta en Alimentación Casa Castilla, con vistas al parque del Prado, y se llevó a casa unas croquetas de Precocinados Tere, en Gorbea, para cenar. Todo esto, y mucho más, se puede hacer cuando llega el final de la semana en la capital alavesa, donde más de 200 comercios levantan la persiana una jornada como hoy. Se trata del 9% del total de establecimientos que atienden en la ciudad, según el Plan estratégico municipal de hostelería y comercio 2015-2022, y la gran mayoría son panaderías, quioscos, bazares chinos y ultramarinos regentados también por extranjeros. Quienes abren, reconocen, les «compensa» cambiar el paseo y el vermú dominguero por el mostrador.
Sergio Hernando es uno de esos comerciantes a los que les salen los números con la apertura en domingos. «Empecé por probar un agosto que estaba trabajando a tope y fue un éxito. De eso va a hacer ya tres años y nunca abriría si no me saliera rentable», explica el propietario de Udalaitz, que despacha plumíferos, vestidos y otras prendas en un horario «súper reducido» –dos intensas horas por la mañana– en la tienda de la plaza de España, la única de su 'imperio' local que recibe hoy a la clientela. «La ubicación es muy importante», advierte. A pesar de esa situación privilegiada, de 'salón de estar' de la ciudad, el 83% de los establecimientos del centro rechazan trabajar en esta jornada festiva. Menos de la mitad (el 49%) de quienes venden al Oeste, en barrios como San Martín o Txagorritxu, se muestran contrarios y en la Avenida de Gasteiz, por ejemplo, se encadenan varios locales –de fruta, marisco, platos preparados...– con el cartel de abierto colgado, incluido el polémico Alcampo junto al Palacio Europa.
sergio hernando (udalaitz)
Los sindicatos se han plantado en más de una ocasión a las puertas de este supermercado que abre toda la semana hasta la una de la madrugada porque, defienden, «el ocio no es negocio». «Los pequeños comerciantes no pueden competir con los grandes almacenes y muchos de quienes han abierto en domingo se han arrepentido y no lo han vuelto a hacer. Sólo con subir la persiana ya están gastando», argumenta Mari Carmen Martínez, responsable de la Federación de Servicios de CC OO. El debate lleva años, más de dos décadas, sobre la mesa, con los locales de menor tamaño y también los de mayor solera entre los opositores a 'fichar' esta jornada, según el informe municipal. Aquellos que tienen reciente su inauguración no se muestran tan reacios y los clientes jóvenes destacan entre quienes más demandan que la tienda del barrio no se tome el respiro dominical. Y esas personas, avisa el documento, «pasarán en el futuro a configurar el colectivo de principales decisores del gasto del hogar». Para reflexionar.
En Alimentación Casa Castilla, a un par de pasos del 'puente azul', entran compradores de toda condición. «Hay gente que, por costumbre, hace la compra el domingo», sabe su propietario, Pedro Vázquez, tras trece años de experiencia entre naranjas, embutido, frascos de espárragos y botes de suavizante en esta tienda. Los trece con las puertas abiertas en una mañana como la de hoy. «Desde el primer domingo ya vimos la caja que hacíamos. Al principio estábamos sólo nosotros y los chinos, y no dábamos abasto, teníamos tres personas trabajando y cola», recuerda este comerciante que, calcula, hace un lustro «empezaron a abrir más locales de este tipo y se ha notado». La marca Covirán se ha asentado en ese tiempo en numerosos barrios y en pleno centro de la ciudad, con local en calles como Florida y la venta en festivos como seña de identidad. En La Vitoriana ofrecen pan, prensa y 'chuches' en su casi medio centenar de mostradores pero también leche, latas de conserva o vino a quienes les haya cogido el final de la semana con la despensa medio vacía.
La inauguración hace un par de años de Supercor, que opera 18 horas diarias de lunes a domingo, azuzó la apertura de otros establecimientos cuando el resto disfruta de la jornada de descanso. La tienda de conveniencia vinculada a El Corte Inglés que llenó el vacío dejado por la histórica Deportes Zulaica «es otro concepto, que funciona para hacer compras de urgencia, de un regalo de última hora o de algo que te das cuenta de que te falta», describen desde la compañía. Pero el cliente puede también llenar la cesta como lo haría un martes. «Era un tipo de formato que los vitorianos estaban esperando», aseguran. Los compradores se han acostumbrado a cargar el carro cualquier día a cualquier hora. «Hay una oferta comercial accesible por un montón de vías, internet está abierto 24 horas y algunas tiendas empeñándose en no abrir en domingo pierden oportunidades», reflexiona Pilar Zorrilla, doctora en Ciencias Económicas especialista en comercio minorista y profesora de la UPV/EHU.
En Gasteiz On, que agrupa a cerca de 600 comercios en Vitoria, dudan de que exista tal demanda «como para que haya una necesidad» de atender en domingo. De hecho, el 86% de los vitorianos entrevistados para la radiografía comercial del Ayuntamiento se daba por satisfecho con los actuales horarios. «No hay una inquietud, no es un asunto que se cuestione. Si las empresas no abren es porque no les compensa», zanja Patricia García, gerente de esta asociación, conocedora de que girar la llave «acarrea gastos, también sociales como la conciliación». Entre sus socios que han asumido esa factura aparece mucho local hostelero pero también confiterías, floristerías o gimnasios. «Cada negocio debe explorar la rentabilidad, testar», insiste Zorrilla. Como probó Udalaitz con resultado positivo y una nueva clientela «muy interesante», valora su dueño. Entre quienes apuran el fin de semana en su probador hay participantes en congresos y maratones, familiares de opositores llegados de otros territorios, viajeros que matan el tiempo muerto entre tren y tren... «El 99% es clientela de fuera y que el lunes no está aquí. Es una divisa que se perdería», afirma.
PEDRO VÁZQUEZ (ALIMENTACIÓN CASA CASTILLA)
La experta de la UPV/EHU coincide en que los domingos se ofrece soluciones a los residentes y también a los visitantes. «Si compra en la tienda física y tienes venta online puede volver a comprarte cuando regrese a su lugar de residencia», plantea. Ya sea una camiseta o esos dulces que metieron como 'souvenir' en la maleta. Celestino Martínez, consultor y project manager en Flow the retail partner, reconoce que se produce «un agravio comparativo» para el turismo de compras cuando ciudades del entorno funcionan en domingo como una jornada laboral. Sin embargo, invita a dar una vuelta a los hábitos de consumo: «El pequeño comercio es la base del sector, negocios con una persona o dos de una misma unidad familiar al frente. Deberíamos pensar qué modelo de consumo apoyamos al comprar en festivos».
Cada comerciante decide al dictado de la calculadora si le compensa o no subir la persiana en domingo. Los números resultan determinantes pero también la normativa que regula la actividad comercial y, en concreto, sus horarios. La Ley 1/2004 recoge que los establecimientos pueden abrir un máximo de 16 domingos y festivos anuales aunque los locales que no ocupen más de 150 metros cuadrados tienen libertad absoluta para trabajar cuantos quieran. Los 365 del año, 366 en el caso de este 2020, si les pareciera oportuno.
En la geografía comercial, sin embargo, existen excepciones. Así, se da plena libertad para elegir los días y las horas que quieren abrir sus puertas a los establecimientos «dedicados principalmente a la venta de pastelería y repostería, pan, platos preparados, prensa, floristerías y plantas, combustibles-carburantes y las tiendas de conveniencia», la figura bajo la que opera Supercor.
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