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Judith Romero
Sábado, 25 de julio 2020, 10:38
La tradición ha cobrado más sentido que nunca, pero también ha sido la más dolorosa. Una treintena de blusas y neskas se ha reunido en la mañana del sábado en el cementerio de Santa Isabel para completar la tradicional ofrenda floral a los compañeros que ya no están. Un homenaje sin aglomeraciones que se ha desarrollado manteniendo las medidas de seguridad en un Día de Santiago marcado por la pandemia del Covid-19.
Los txistus y tambores han sonado alrededor de la cruz central del cementerio, frente a la que se han depositado flores y se ha bailado un aurresku. Juan Carlos Aguillo, cura de San Miguel y el santuario de la Virgen Blanca, ha pedido afrontar con temple «esta situación que nos toca vivir» y «apostar por el futuro». Los blusas han recordado a personas como Jesús Jiménez, uno de los artífices de la Comisión de Blusas de 1955, y Kike Soriguren, fallecidos en el último año. Tal y como señala Sergio González, presidente de la Comisión de Blusas y Neskas, este año ha sido especialmente difícil ya que han fallecido más blusas de lo habitual, en especial entre los de mayor edad
José María Bastida 'Txapi', exdirector de la tamborrada de las sociedades gastronómicas de Álava, ha recordado cómo esta costumbre nació en 1946 de forma casual en el segundo Día del Blusa tras una ofrenda a Valentín Chiquirrín 'El Chiqui', matador en la becerrada del primer Día del Blusa. Más tarde el gesto se extendió a Mariano San Miguel Urcelay, autor del pasacalles de Celedón y, tras un paréntesis de ocho años, la tradición volvió en 1955 con el resurgir del Día del Blusa.
La visita al cementerio fue ampliándose con paradas en tumbas como la de José Lejarreta, conocido como el alcalde de los Blusas, quien hizo posible que estos pudieran volver a salir a la calle. Otros blusas a los que se recuerda son José Luis Fernández Alonso 'El Zapa', el compositor Luis Aramburu y Josemari Sedano y Javier Prusilla, fallecidos en 2015. Hace 50 años, en 1970, los Blusas no salieron a las calles debido a varias discrepancias. En 1976 los actos festivos fueron cancelados tras los acontecimientos del 3 de marzo, pero la visita al cementerio de mantuvo de paisano. «Ojalá el año que viene los txistus y los charangas resuenen de nuevo por Vitoria», ha concluido Txapi.
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