«El señor se empezó a poner morado y los ertzainas le salvaron»

Los ertzainas le practicaron la maniobra de Heimlich, consistente en rodear al afectado con los brazos y realizarle varias compresiones. Con esta técnica consiguieron sacarle parte de la comida que no le dejaba respirar. Sin embargo, el hombre entró en parada cardiorespiratoria. «Perdió el conocimiento y empezó a ponerse morado». Es lo que se conoce como estado cianótico, por lo que los uniformados –ayudados por un ciudadano–pasaron a una reanimación cardiopulmonar.

Insistieron durante «varios minutos» hasta que el hombre no sólo recuperó la consciencia sino que expulsó otro trozo de comida. A partir de ahí se estabilizó y no hizo falta usar el desfibrilador traído por una patrulla del PRI, una unidad para casos de extrema urgencia y que va pertrechada con estos aparatos sanitarios.

«Sobre las doce menos cinco», según los testigos presentes en el cruce de Zendaguren con Nieves Cano, una ambulancia medicalizada que acudió a la urgencia trasladó al centro médico de Santiago al septuagenario, ya estabilizado.

La asfixia por atragantamiento es la tercera causa de muerte no natural en España, por delante de los accidentes de tráfico. Cada año mueren más de 2.000 personas. La mayoría supera los 65 años. En este caso, al menos, hubo final feliz. «Los agentes, junto a un miembro de la jefatura de la comisaría, se personaron horas más tarde en el hospital, comprobando que el hombre estaba fuera de peligro», tranquilizan desde Seguridad.