El Valle Salado y la catedral Santa María cuelgan el cartel de completo

Semana Santa suele ser «una época muy buena» en el centro de recepción de visitantes de la catedral vieja y este año tampoco ha fallado. «La gente sale en masa y suele haber mucho turismo nacional, sobre todo, madrileños y catalanes, pero también de las otras dos provincias vecinas», retrata Txus Pavón, la coordinadora de las rutas guiadas. En esta ocasión, con la movilidad limitada al interior de Euskadi, sólo han llegado vizcaínos y guipuzcoanos y lo han hecho «a partes iguales» hasta sumar el 90% de los turistas que han recorrido el templo.

En Santa María salía un grupo con aforo reducido a seis participantes cada cuarto de hora. Unos treinta al día, aparte de las visitas libres con audioguía al mediodía. Las expectativas «se han superado». También en el Valle Salado han trabajado estas sin descanso. Desde el 29 de marzo no ha habido ni una plaza libre en sus itinerarios –con grupos asimismo de media docena de personas– y entre el Jueves Santo y el lunes recibieron casi 1.400 visitantes. A quienes se presentaban sin reserva y se quedaban fuera, explica Pablo de Oraá, el gerente de su fundación, «se les invitaba y aceptaban de buen grado una ruta periférica que bordea las trece hectáreas» de las salinas. Entre semana, describe, se han nutrido de «un turismo de naturaleza muy familiar y de parejas».